El Códex Calixtinus es considerado una obra excepcional, nacida para afianzar a Santiago de Compostela como el segundo gran centro de la cristiandad, después de Roma. Consiste en una compilación en cinco libros de todos los textos litúrgicos, tradiciones jacobeas, milagros y memoria del camino de peregrinación, elaborada en la Compostela del siglo XII.
El Calixtinus (Codice Calixtino) junto a sus derivados conforman el Liber Sancti Jacobi (libro de Santiago), propuesto por el francés Bédier en el umbral del siglo XX.
También se ha propuesto el título de Iacobus (o Jacobus) para referirse, sobre todo, a lo que expertos como Manuel C. Díaz y Díaz, uno de los grandes estudiosos de esta obra, opinan que es el núcleo inicial de la compilación, los libros I y II. Algún estudioso lo considera el título deseado por su autor o autores, ya que el Códice de la basílica compostelana se abre con las siguientes palabras: “Ex re signatur, Iacobus liber iste uocatur”. (Justamente signado, este libro Santiago se llama).
Hay que tomar en consideración que durante la Edad Media el fenómeno de las peregrinaciones a Santiago estaba tan extendido que resulta comprensible que en algún momento apareciese una guía sobre el Camino que conducía hasta el templo donde se encontraba el sepulcro del Apóstol Santiago el Mayor.
En primer lugar hay que decir que el “Liber Sancti Jacobi” es el nombre dado a la compilación de cinco libros de diferente naturaleza (hagiográfica, litúrgica, de homilías, musical y narrativa) relacionado con el apóstol Santiago el Mayor y la peregrinación a Santiago de Compostela.
Historia del Codex Calixtinus
Este escrito se conoce por este nombre por atribuirse su composición al Papa Calixto II. Y es que dadas las fluidas relaciones que este pontífice mantuvo con el santuario de Santiago a principios del siglo XII, la propia iglesia compostelana se atrevió a atribuirle la autoría de la obra.
En realidad no se conoce con certeza el autor o autores pero resulta evidente la influencia francesa. De hecho, de ese origen es Aymeric Picaud, a quien se atribuye cuando menos la redacción del libro V, donde se describe por vez primera el Camino de Santiago. Gelmírez había enviado a estudiar a Francia a numerosos clérigos compostelanos, al tiempo que fomentó la llegada a la ciudad de otros de contrastada preparación del mismo origen, vinculados a la poderosa Orden de Cluny, con la que mantuvo casi siempre excelentes relaciones. Ellos pudieron ser los autores, aunque las múltiples dudas que se plantean para resolver de forma definitiva esta cuestión siguen ahí.
A día de hoy no hay unanimidad en cuanto a la fijación de la fecha en que fue escrito, si bien parece seguro que fue entre los años 1138 y 1172.
Aparece en un momento de gran efervescencia del culto al Apóstol y de difusión de la peregrinación a Compostela, promovida principalmente por el noble gallego, Diego de Xelmírez, Arzobispo de Santiago y promotor de la construcción de la Catedral.
En todo caso, el Calixtunus tal y como se conoce hoy en día, es posible que precisase de más de cuarenta años para ser elaborado
Actualmente se utiliza la denominación Codex Calixtinus para referirse a un hermoso manuscrito escrito durante el siglo XII, y que consta de 225 folios. Esta obra se encuentra en el Archivo de la Catedral de Santiago de Compostela.
Del Codex Calixtinus hay además, una copia incompleta de 86 folios, que se conserva en el Archivo de la Corona de Aragón, en Barcelona, que parece ser fue realizada en Santiago por Arnaldo del Monte, monje de Ripoll, en el año 1173.
De la misma época es la copia que se custodia en el Convento de Alcobaça, en Portugal. Y muy posteriores son las copias custodiadas en la Universidad de Salamanca, la de la Biblioteca de Británica de Londres y en el Vaticano. Las ciudades de París y Madrid también disponen de réplicas manuscritas.
Posiblemente el objetivo de esta obra era, además de una acción que pretendía propagar y ensalzar la peregrinación a Compostela, una forma de disponer de un elemento que cumpliese una finalidad de tipo docente.
Está escrito en latín.
El Codex Calixtinus fue copiado con asiduidad por muy diversos amanuenses, tanto a partir del original compostelano como de las versiones que se iban difundiendo por Europa.
Pese a su vital importancia actual para el cristianismo, este Códice estuvo olvidado durante muchos años en los archivos de la Catedral de Santiago, siendo redescubierto en la segunda mitad del siglo XIX. Al haberse introducido nuevos pergaminos con el paso de los años y que este fuera utilizado con asiduidad hasta bien entrado el siglo XVI, su deterioro era notable.
Su “descubridor” fue el archivero de la Catedral, Antonio López Ferreiro, el cual contribuyó a su posterior restauración y a que este saliera de nuevo a la luz. Así se mantuvo algo más de ochocientos años, bajo la protección de los archiveros y estudiosos del templo santiagués
Contenido del Codex Calilxtinus
El contenido principal de esta trata de justificar tanto el culto al Apóstol como las propias peregrinaciones, y para ello se refiere fundamentalmente a una serie de aspectos que cuentan la historia del apóstol Santiago tras su fallecimiento y traslado de sus restos, el descubrimiento de su tumba y los milagros que se asocian con él. Pero también tienen cabida argumentos sobre la mediación del emperador Carlomagno en la apertura de los caminos hacia Compostela para visitar la tumba con los restos del apóstol, a la par que describe el templo y su liturgia, amén de facilitar un buen número de consejos para todos aquellos que tuviesen el ánimo y la intención de hacer dicha ruta.
El Codex Calixtinus, de gran extensión, está compuesto por cinco libros además de unos apéndices musicales. Son, en total, 225 páginas en pergamino, de 30×21 cms,en grafía francesa.
El contenido de los libros es el siguiente:
Libro I. Anthologia litúrgica.
Es el más extenso del Códex. Se estructura en 34 capítulos. Este Libro está subdividido en tres partes, con un orden relativamente confuso: primeramente encontramos un Leccionario y Homiliario, que posee las lecturas y homilías para los maitines o los oficios nocturnos de las diversas fiestas; una segunda parte que consta de un Antifonario, con las antífonas, capítulos, responsorios e himnos para el Oficio Divino, tanto los diurnos como nocturnos; y, finalmente, contiene un Misal con los elementos propios de la Misa de las dos grandes solemnidades jacobeas: el 25 de julio con su vigilia y octava y la del 30 de diciembre con su octava. Contiene, también, aunque añadido con posterioridad, la Misa de los Milagros de Santiago y, en cada formulario, varias oraciones más para las distintas horas del Oficio.
Trata sobre la Liturgia de Santiago. Contiene un conjunto de misas, rezos, sermones, homilías, bendiciones, textos litúrgicos, cantos, danzas y formularios para la liturgia en Santiago. Ofrecen una imagen de gran dinamismo y riqueza de las principales celebraciones litúrgicas compostelanas. Son muy significativos los sermones, casi siempre realizados a partir de la interpretación de numerosos pasajes y citas bíblicas y de textos del cristianismo antiguo de Eusebio de Cesarea, San Gregorio, San Jerónimo, San Agustín, Beda el Venerable, etc. Uno de los capítulos de este libro, el XVII, es el famoso sermón “Veneranda Dies”, esencial para conocer las características del mundo jacobeo en el siglo XII.
Libro II. De miraculi Sancti Jacobi.
Se centra en los milagros. Nos presente la hagiografía (historia de la vida de un santo) del Apóstol. Cabe destacar que para reforzar la fe de los peregrinos, en este bloque se narraban algunos de los milagros que se atribuyen a Santiago el Mayor. Narra 21 milagros protagonizados por Santiago, en diferentes lugares del mundo, entre los años 100 y 1110 y 1 que tendría lugar en el año 1135.
Algunos de estos relatos lograron una notable difusión y ayudaron a afianzar la peregrinación. Entre ellos no está el más célebre de todos: el sucedido en Santo Domingo de la Calzada (La Rioja) conocido popularmente como el milagro del gallo y la gallina, que se acostumbra a situar en el siglo XIII. La versión que aparece en el capítulo V de este segundo libro del Codex, que pudo tener su influencia a través de su difusión por el Camino, se limita a relatar el milagro de un peregrino alemán ahorcado injustamente en la ciudad francesa de Toulouse. Resucita al volver su padre de realizar la peregrinación a Santiago.
Libro III. Liber de translatione corporis Sancti Jacobi ad Composellam.
Narra los prodigiosos sucesos que tuvieron lugar con motivo del traslado del cuerpo del apóstol hasta Compostela. Esta parte del Codex aborda los sucesos milagrosos que se produjeron con motivo de las reliquias del Apóstol desde Palestina y su posterior sepultura en el Campus Stellae.
Libro IV. L’Historia Karoli et Rotholandi.
Dedicado a ensalzar el prestigio del santuario jacobeo, dándole una dimensión europea. Narra de manera épica como el emperador Carlomagno (742-814), acompañado del caballero Roldán, abrió la ruta hacia Compostela. Sería una forma de resaltar los ideales caballerescos y de cruzada contra los infieles que se extendían por Europa desde finales del siglo XI. Es conocido como el “Pseudo-Turpín”, porque inicialmente se atribuía a este Arzobispo de Reims. Pero esto no resulta posible ya que este obispo fallecido a finales del siglo VIII, dado que no sería posible que hubiese acompañado a Carlomagno en sus supuestas incursiones en territorio hispano a principios del siglo IX, momento en que se situaría esta historia. Por tal motivo y porque su redacción fue posiblemente obra de anónimos autores franceses vinculados a la Iglesia compostelana, los estudiosos se refieren con frecuencia a este libro como Pseudo-Turpín. También se le ha dado el título de Historia Karoli Magni et Rotholandi, al situar al ya entonces (s. XII) sacralizado y mitificado emperador Carlomagno, acompañado de modo principal en su misión jacobea por el legendario caballero Roldán, como el gran protagonista de la narración.
Este libro fue el que tuvo una mayor difusión y mejor acogida, pues se ha constatado que se llegaron a realizar más de 25 copias que sería difundidas por toda Europa.
El Pseudo-Turpín es el libro el más estudiado del Codex, sólo superado en la segunda mitad del XX por el impacto del libro V en el renacer del Camino de Santiago. Ya en el siglo XIX diversos especialistas, principalmente franceses y anglosajones, iniciaron este trabajo.
Libro V. Iter pro peregrinis ad Compostellam.
Es la guía de peregrinos. Tiene un carácter informativo y práctico. Está considerada como la primera guía de viajes europea. Es el “Liber Peregrinationis”, o “Guía del peregrino medieval”, escrito posiblemente entre 1135-1140, atribuyéndose su autoría a Aymeric Picaud. Consta de un sumario y 11 capítulos. Se trata de un breve tratado que combina indicaciones sobre la ruta de peregrinación, con una serie de consejos morales. En esta parte del Codex se fijan las rutas de peregrinación desde Francia, siguiendo cuatro vías principales en territorio hispano, numerándolas ciudades por las que se pasan y los ríos que se deben cruzar, siendo conocido como el “Camino Francés”. Facilita un buen número de consejos para los peregrinos, indicando donde se encuentran santuarios y reliquias, lugares donde hospedarse, así como numerosas indicaciones sobre la ruta. s el resultado en gran medida de la experiencia del autor. Especialísimo relieve e interés tiene la descripción y valoración de los diversos pueblos que atraviesa el Camino hasta Compostela: Pictavenses, Gascones, Navarros, Castellanos y Gallegos.
La traducción de este libro a numerosos idiomas, durante la segunda mitad del siglo XX, supuso un aumento exponencial del número de peregrinos.
Miniaturas
Una parte fundamental de este ejemplar son sus delicadas iluminaciones. Estas imágenes contribuyeron a la creación del programa iconográfico jacobeo. Las decoraciones que podemos encontrar en las páginas del códice se dividen en tres grupos:
- Iniciales decoradas con formas vegetales y con animales fantásticos como dragones.
- Tres capitales historiados con los retratos de algunos de los protagonistas del texto: el Papa Calixto II, el apóstol Santiago y el arzobispo Turpin.
- Dos miniaturas: una con una única escena que representa el “Sueño de Carlomagno” y otra con dos escenas que muestra en la superior a Carlomagno con sus soldados saliendo de Aquisgran mientras que en la inferior se ve a un grupo de soldados armados situados a las afueras de una ciudad que probablemente también sería Aquisgran.
Por otro lado, las miniaturas del texto compostelano no alcanzan el número y la calidad de las de otros códices medievales, pero aportan información, colorido y fluidez a las páginas. Son también de gran valor artístico la mayoría de las capitulares, como la inicial del Códice compostelano, que representa al papa Calixto redactando el libro. Para Díaz y Díaz, en la elaboración del Calixtinus participarían, de una forma u otra, copistas, poetas, músicos, narradores y fabuladores, “así como teólogos de nota y escritores de raras habilidades, representando, al menos en sus productos finales, lo más selecto del mundo cultivado de la península, identificada en el Reino de León, así como del norte y centro de Francia, sin descuidar otros diversos países”.
Apéndices musicales
Hay que decir que una de las grandes aportaciones a la cultura occidental del Códice Calixtino está en su música polifónica, que sobresale en el apéndice final.
Se inicia con el himno de los peregrinos de Santiago “Dum pater familias”.
La polifonía comenzó a crearse en la ciudad del apóstol después de dos siglos de búsquedas en las principales capillas musicales francesas.
La música en honor a Santiago -veintiuna composiciones- es el primer ejemplo de polifonía de verdadera calidad artística de todo Occidente, según diversos estudiosos.
Todas las composiciones musicales del Códice Calixtino son polifonías a dos voces salvo el popular Dum pater familias, el canto de peregrinación más antiguo conocido en el presente y todo indica que con notable repercusión en la Edad Media. Esta composición es la única del Códice que lleva notación aquitana de puntos, que es la que se adoptó preferentemente en España tras la supresión del canto hispano (Canto mozárabe).
Las demás composiciones van en notación lorena, ofreciendo notables paralelismos con los manuscritos procedentes de la región de Nevers, en la Borgoña francesa. Por este motivo, algunos autores han llegado a la conclusión de que la parte musical del códice pudo ser preparada por los monjes de Vézelay, uno de los puntos de partida del Camino de Santiago, para la antigua comunidad monástica de Compostela.
Son principalmente himnos y poemas con su música correspondiente, para ser cantados en los diversos oficios divinos de las festividades santiaguesas.
Salvo algunas composiciones de abadías en Cataluña son las composiciones musicales más antiguas de la península ibérica.
En cuanto al ”Dum Pater Familias”, en la actualidad hay multitud de transcripciones y grabaciones modernas que permiten hacer una aproximación más “amigable” a composición musical.
Seguidamente transcribimos, la traducción al castellano desde el latín original, de una de las interpretaciones de este himno:
Cuando Dios Padre, Rey universal,
dividió las provincias terrenales entre los apóstoles
escogió Santiago para ilustrar España.
«Primero entre los apóstoles maritizado en Jerusalén,
el egregio Santiago se ha alzado, santo es su martirio.»
Galicia buscó la ayuda pía de Santiago,
cuya gloria es señal de camino para la gente
para que sus oraciones frecuentes broten en canciones:
«¡Oh Señor Santiago! ¡Buen Señor Santiago!
¡Eultreya! ¡Esuseya! ¡Oh Dios, protégenos!»
Todo el mundo de buena voluntad
remite homenaje a Santiago,
caballero de la piedad,
a todos defiende de suerte contraria,
intercesor por las oraciones de su gente.
Quien espera liberarse de sus cadenas
aclama su nombre en los tiempos de peligro
por los milagros que por él se llevan a cabo.
O bendito Santiago, nuestra verdadera fortaleza,
aleja de nosotros a los enemigos y protege tu gente,
que nosotros, tus devotos, te placen.
Llevados por la esperanza de que Santiago
nos concede su perdón, y en la obediencia legítima
que le debemos, ofrecemos al Padre todopodero las
alabanzas dignas de él.
Robo y recuperación del Códice Calixtino
El Códice sufrió un percance que causó un gran impacto. Corría el día 45 de junio de 2011 cuando el medievalista del Archivo de la Catedral de Santiago descubrió que el manuscrito había desaparecido de la caja fuerte donde se custodiaba.
No sería hasta un año más tarde, en el mes de julio del año 2012 cuando tras arduas investigaciones se identifica al autor, que no era otro que el electricista quién, desde décadas atrás se encargaba de las tareas de mantenimiento de la Catedral de Santiago. Al tiempo se descubrió que su interés por lo ajeno también había alcanzado a cuantiosas sumas de dinero en efectivo diversos documentos, todo ello localizado por la policía en su propio domicilio.
El manuscrito se encontraba intacto, sin daño alguno, envuelto en un paño y aparentemente oculto rodeado de basura en el garaje del autor del hurto, en su domicilio en las afueras de la ciudad de Santiago.
Este hecho provocó que aumentase el interés mundial por el Códice, pues hasta entonces solo era conocido por los especialistas. Ello motivaría, entre otras iniciativas, que se organizase una exposición itinerante sobre esta obra.
Y rematamos esta publicación, confiando en que, pese a su larga extensión, haya resultado de vuestro interés, y en ese caso nos gustaría que nos lo hicieseis saber pulsando en el botón “Me gusta”. Además, te animamos a aportar algún comentario, y si tienes interés, suscribirte gratuitamente a la Newsletter del Blog para mantenerte siempre informado sobre las nuevas publicaciones del Blog.
Por último, si os ha gustado lo suficiente como para compartirlo en vuestras redes sociales, estaríamos realmente encantados de que así lo hicieseis.
Referencias
El Códice Calixtino de la Catedral de Santiago. Estudio codicológico y de contenido. De Díaz y Díaz, Manuel C.
El Codex Calixtinus en la Europa del siglo XII. De Asensio Palacios, J.C.
Ceremonial, fiesta y liturgia en la Catedral de Santiago. Santiago de Compostela. De Yzquierdo Peiró, R.