Además de Málaga, Barcelona y París, ciudades con las que se asocia la vida y la obra de Pablo Picasso, existe otro lugar en el que el artista vivió y cuya influencia también marcó su trayectoria posterior. Y es que sin duda, en su formación, hay una clara influencia de la etapa de Picasso en A Coruña
Pablo Ruiz Picasso, un grandioso pintor y también escultor, en la cumbre de la pintura, creador y participante en diversas corrientes que revolucionaron las artes plásticas del siglo XX. Es el artista del que más se lleva escrito y del que mayor número de exposiciones se llevan realizado en los últimos 75 años Su vida fue estudiada y diseccionada, catalogada y dividida en períodos y su nombre se convirtió en un icono universal. Y aun así, este artista extremadamente prolífico y versátil no deja de sorprender por su variedad de registros, su capacidad permanente de renovación y su conexión con el medio y con la época en que le tocó vivir. Sin embargo, algunas etapas del artista quedaron un poco en la sombra o se estudiaron de una manera superficial. Tal es el caso de los años que pasó el chico Picasso en A Coruña, deslustrados por el interés suscitado por su Málaga natal y más por despertar a las vanguardias en la Barcelona modernista.
El taller de un pintor debe de ser un laboratorio. No es un oficio de monos, inventamos. La pintura es un juego del espíritu. (Pablo Picasso, 1945).
Biografía de Pablo Picasso
De nombre Pablo Diego José Francisco de Paula Juan Nepomuceno María de los Remedios Cipriano de la Santísima Trinidad Ruiz y Picasso, vino al mundo el día 25 de octubre del año 1881, en la ciudad de Málaga, siendo el hijo primogénito del pintor vasco José Ruiz Blasco y de María Picasso López.
En el año 1891, cuando Pablo Picasso contaba con 8 años de edad, su padre, profesor de dibujo obtiene una plaza de profesor en la ciudad de A Coruña, el céntrico instituto de Eusebio da Guarda. Por este motivo, toda la familia hace las maletas e inician una nueva etapa de su vida.
En la ciudad de A Coruña permanecerán hasta el año 1895, momento en el que su padre obtiene una plaza de docente en la Escola d’Arts i Oficis de la Llotja de Barcelona. Ese mismo año, con tan solo quince, Pablo Picasso pone en marcha su primer taller en la calle de la Plata de Barcelona.
A partir de ese momento, una mención honorífica en la gran exposición de Madrid y sendas medallas en Madrid y Málaga, lo llevan a poner en marcha su primera muestra individual, en Barcelona, en el año 1898. A partir de ese año, y ya como un artista profesional, realiza numerosos viajes, exposiciones, creaciones,… Pero esta parte de su historia, sumamente interesante, formará parte de otra entrada, pues hoy nos vamos a dedicar a su estancia en la ciudad de A Coruña.
Vida y obra de Picasso en A Coruña
En el año 1889, Pablo Picasso pinta sus dos primeros óleos: “vista do porto de Málaga”, y “el picador”
Y como decíamos en párrafos anteriores, Pablo Ruiz Picasso, estuvo en A Coruña entre los 9 y los 14 años, sin duda una etapa de vital importancia para fijar influencias, valores, etc. Fue un momento crucial de su vida: el paso de la niñez a la adolescencia, consolidando su afición por la pintura.
Al llegar a la ciudad de A Coruña, se alojan en la calle Paio Gómez, una zona hoy céntrica, pero por entonces el ensanche, el área de expansión urbana de la ciudad coruñesa. Se trataba de una casa coruñesa de arquitectura típica, con galerías de madera. Es en ese mismo inmueble se encuentra en la actualidad la casa museo, puesta en marcha en diciembre del año 2002.
Los miembros de la familia que se alojaron en la ciudad herculina fueron cinco: sus padres, José y María, sus hermanas Dolores y Conchita, y él mismo.
Pablo asistió desde su llegada al Instituto Eusebio da Guarda, en la céntrica Plaza de Pontevedra, el mismo en el que su padre ejercía como docente. Además a partir del año siguiente también se matricularía en la Escuela de Bellas Artes, ubicada en el mismo lugar, donde iniciaría sus estudios de Arte. Allí empezó a dibujar a carboncillo y plumilla los modelos que encontraba en las calles coruñesas y zonas próximas a su residencia, especialmente los viandantes que frecuentaban la playa de Riazor y los pescadores del puerto.
Durante su estancia en A Coruña, Picasso continuó con sus estudios en la Escuela de Bellas Artes, al tiempo que perfecciona sus dotes de dibujante y empieza, de manera impactante a hacer sus pinitos como pintor. De manera magistral su gran talento y trabajo le permitió depurar su técnica.
Pero en tan pocos años, hubo tiempo para una tragedia, el fallecimiento, en el año 1895, a causa de la difteria, de Conchita, su hermana pequeña, que contaba en ese momento tan solo 7 años de edad, hecho que tuvo lugar el mismo año que abandonaron la ciudad para trasladarse a Barcelona. Algunos biógrafos del pintor afirman que este le planteó un trato a Dios: si salvaba la vida de su hermana, renunciaría a la pintura. Ya saben el resultado. La desaparición afectó profundamente al artista, acelerando su maduración personal. Cuando muchos años después, en 1949, nació la primera hija del pintor, este la llamó Conchita.
Aquel niño, dotado para el arte, era un apasionado del dibujo y la pintura, llegando a afirmar que “buscaba ser castigado para quedarse solo a pintar”. Se cuenta que para ganarse los pinceles y empezar a pintar al óleo, tuvo primero que demostrar su habilidad para hacerlo. No fue hasta que su padre vio que había pintado con precisión las patas de una paloma, que le empezó a dejar usar su paleta de óleos y pinceles.
En este tiempo, Picasso, mientras recibía clases de los profesores, realizaba dibujos académicos y también dibujos libres con motivos tan diversos como escenas familiares, jarrones con flores, los toros, retratos de paisanos, lavanderas, perros y palomas, paisajes urbanos, la Torre de Hércules, escenas populares… Todo ello y en gran medida se conserva actualmente dentro del catálogo del Museo Picasso de Barcelona.
Entre sus profesores cabe destacar la figura del escultor Isidoro Brocos, un artista impregnado por impresionismo de París, y quien seguramente fue el personaje que mayor influencia tuvo en el proceso de aprendizaje y desarrollo del joven Picasso.
Realizó numerosos dibujos, a carboncillo, con imágenes de la ciudad. Y contaba ya con su primer “mecenas”, pues el médico y ex ministro de Pi y Margall, Ramón Pérez Costales, mecenas de la familia Picasso y al que también retrató, “le daba cinco pesetas por cada dibujo que hacía en una caja de puros de los que aún se conservan dos en la ciudad”.
Durante su estancia en A Coruña, se estima que Picasso pintó 72 obras, realizando además su primera exposición individual, el día 21 de febrero de 1895, cuando contaba con tan sólo 13 años de edad. Lo hizo en una mueblería en el número 20 de la céntrica Calle Real coruñesa. Se trataba de una tienda de muebles. Las crónicas de la época dejan constancia de que sus incipientes maneras pronosticaban el gran éxito que luego se confirmó. “Continúe así y no dude que alcanzará días de gloria”, relataba el diario de La Voz de Galicia entonces.
Ese mismo año, en el mes de marzo, haría su segunda exposición, en este caso en las instalaciones de una tienda de paraguas, sita también en la coruñesa calle Real. Aquí expone, entre otras, su obra “El hombre de la gorra”.
Además, en sus visitas a los arenales de Riazor, donde captaba los colores cambiantes de la costa atlántica de la ciudad, y donde además vio por primera vez una mujer desnuda (suceso imborrable que representaría en numerosas obras). También creó, en el año 1893, la revista “Asul y Blanco” (con la zeta al revés), una versión de la entonces muy popular Blanco y negro. En ella intervendrá en los dos siguientes. Además también participará en un ejemplar del periódico da “La Coruña”.
En A Coruña, Picasso callejeaba solo a menudo, observaba la ciudad y a sus habitantes, y experimentó la técnica de la caricatura. Poco a poco profundizó en el tratamiento de la figura humana. Muchos de aquellos retratos los hizo en la rúa Real y los incluyó en la revista La Coruña, creada por él mismo.
De su paso por La Coruña han quedado dos álbumes de dibujos: uno con paisajes y algunos retratos, y otro, también con retratos pero sólo familiares. Entre los modelos que utilizó hasta la saciedad, su padre, su madre y sus hermanas. Especialmente, Lola.
Por otro lado en la ciudad coruñesa, Pablo Picasso también tuvo la oportunidad de presenciar numerosas representaciones dramáticas en el teatro Principal o Nuevo, hoy rebautizado Rosalía de Castro. Sus padres eran muy aficionados a la dramaturgia de José de Echegaray, el primer autor español reconocido con un premio Nobel de Literatura. Picasso inspiró varias de sus obras en escenas costumbristas contempladas en la sala, como El décimo de lotería o también Caballero saludando a una dama.
Parece ser que el niño Pablo fue feliz en A Coruña. Años después la recordaba como “una ciudad divertida en la que lo pasaba muy bien”. Si bien es cierto que en los mentideros de la ciudad coruñesa se le atribuye una indisimulada decepción con la ciudad por el hecho de su húmedo clima, no en vano se dice que afirmaba que A Coruña era una ciudad donde llovía torcido (en alusión al persistente viento que suele acompañar numerosos días de lluvia). Por desgracia, su paso también estuvo marcado por un suceso terrible: la muerte de su hermana Conchita, cuyos restos reposan en el coruñés Cementerio de San Amaro.
Obras coruñesas de Pablo Picasso
En el año 1892, Picasso realiza sus primeras obras coruñesas: “Corrida de toros” y “Mono atacando a perros pequeños”.
En el año 1984 realiza su primer retrato “Lola con mantilla”.
Entre sus obras de la etapa coruñesa, destacan algunas como “La niña de los pies descalzos”, de 1895, obra al óleo sobre lienzo. Se trata de un retrato vivo y fascinante, que parece predecir algunas de sus obras posteriores del período rosa y azul. Se le suele considerar como una de sus primeras obras maestras. Picasso. Algunos autores destacan la influencia que tuvieron pintores gallegos como Pardo Reguera en esa etapa de formación del joven. De hecho, comparando dos cuadros de ambos autores (“La muchacha de los pies descalzos” de Picasso y “Mondando patatas” de Pardo Reguerra) apuntan al uso de una “paleta de colores parecida, similares pinceladas y, la más evidente, la niña de la obra del malagueño es la misma que un año antes había pintado Pardo”, según se cuenta en la propia Casa Museo Picasso de A Coruña.
La “niña de los pies descalzos” se encuentra actualmente en el Museo de Picasso en París.
Como anécdota cabe decir que en un capítulo de la serie de animación “Los Simpson”, Marge trata de instruir a Homer sobre la pintura utilizando esta obra dentro de la explicación de las diferentes etapas del pintor, durante la visita al Springsonian Museeum.
“El retrato del doctor Pérez Costales”, también del año 1895 e igualmente se encuentra en la actualidad en el Museo de Málaga. Se trata de una obra en la que pintó a este médico y político, amigo de su padre, mostrándolo de manera relajada, como un venerable sabio. De alguna manera el doctor Pérez Costales también fue su mecenas, pues le regaló varias cajas de puros, en cuyas tapas pintó numerosas obras.
“El hombre de la manta”, también conocida como “el viejo de la manta”, un retrato de su padre en actitud derrotada y enfermiza. Se encuentra actualmente en el Museo de Málaga.
Encontramos también “el retrato desu Padre, José Ruíz Blasco”.
Otras de sus obras en la ciudad herculina fueron “ Monte de Santa Margarita”, “Playa del Orzán”, “Torre de Hércules” (a la que llamaba torre de caramelo), “Perfil de mujer gallega”, “Aldeanos gallegos”, o “Paloma y su muñeca, fondo blando”.
El lienzo, titulado “La alternativa” e inédito, según su hija Maya Picasso, es la “obra maestra” de los primeros años de Picasso. Cuando un principiante va a matar por primera vez a un toro, un torero veterano le cede su muleta y su espada en un rito que el mundo taurino llama la alternativa. En 1895, el año en el que Pablo Picasso cumplió catorce años y el último que pasó en A Coruña, su padre, también pintor, le cedió uno de los lienzos de gran formato con los que trabajaba, y el joven artista realizó su última obra antes de abandonar la ciudad. El cuadro resultante, La alternativa, nunca se expuso en un museo. La pintura, una vista marinera de gran formato que se cree que puede estar inspirada en el ya desaparecido Muelle de Hierro coruñés.
Casa Museo Pablo Picasso en A Coruña
Una sugerencia para los que visiten la hermosa ciudad de A Coruña.
La Casa Museo fue inaugurada el 18 de diciembre de 2002.
Se encuentra en el que fue su domicilio en los años en que vivió en A Coruña: Calle Paio Gómez, nº 14, 2º piso. Se trata de un edificio del siglo XIX, de titularidad privada, a excepción de la vivienda que actualmente acoge la casa museo, y que es propiedad municipal. En su interior se conservan 27 reproducciones de sus primeras pinturas, ya que los originales están actualmente en las ciudades de Barcelona y Málaga. Encontramos un grabado original del artista.
Hay óleos sobre lienzo, óleos sobre madera, dibujos a lápiz y a pluma, tintas, carboncillos y acuarelas.
Curiosamente entre las obras que podemos ver se encuentran cuatro de su padre, y entre ellas, el mejor cuadro pintando por su padre: “Un palomar”, sobre la que se dice que dado que el padre había perdido agudeza visual, las patas de las palomas serían obra de Pablo Picasso.
Desde las ventanas de la galería de este inmueble, el joven Picasso divisaba las palomas (uno de sus símbolos más reconocible), que sobrevolaban la próxima Plaza de Pontevedra.
Se encuentran también muebles, enseres y objetos del equipamiento doméstico, de las pertenencias de Picasso.
La entrada es gratuita, y cuenta con amplios horarios para su visita.
Conclusiones
En palabras del propio Picasso.
“A los 12 años ya sabía dibujar como Rafael pero necesité toda una vida para aprender a pintar como un niño”.
En A Coruña aprendió composición, mejoró el uso del color, y experimentó con la figura humana y sus proporciones.
Algunos autores han estimado que la producción del joven Picasso en A Coruña superó las 300 obras, muchas ilocalizables y, obviamente, las primeras menos elaboradas.
Acertada o desacertadamente, todos los estudios sobre la vida y arte de Pablo Picasso (1881-1973) tienden a dividir éstas en etapas o “periodos”, tal vez en un intento de hacer más abarcable y accesible su inmensa carrera artística. Así, se ha escrito mucho sobre sus orígenes en Málaga, sobre su formación como artista en Málaga, sus duros comienzos en el Montmartre parisino, y su época como artista ya consagrado en la capital francesa. No obstante, existe una etapa en la vida de Pablo Picasso que permanece, al menos para el gran público, como casi desconocida, una suerte de laguna dentro de la conocidísima carrera artística del gran genio de las Artes plásticas del siglo XX: su breve pero decisiva estancia en A Coruña (1891-1895), clave para la formación del artista.
Llegó siendo un niño de nueve años a la ciudad coruñesa, en octubre de 1891, un niño que garabateaba con carboncillo y se marchó de la ciudad, en 1895, como un adolescente que ya proyectaba su vena artística, habiendo logrado llevar a cabo su primera exposición, y producir en la ciudad decenas de obras, en busca de un estilo propio. Y se fue hecho un artista. Esta afirmación se puede considerar exagerada, pero baste decir que su obra “Retrato de Modesto Castilla vestido de Moro”, fechada en 1895, se subastó en el año 20212 en Christie’s por 2,6 millones de euros, la mayor cantidad que jamás se había pagado hasta entonces por el cuadro realizado por un niño.
El Picasso comprometido en términos políticos y sociales nace en su adolescencia coruñesa, inspirado por las enseñanzas del doctor Pérez Costales, republicano ilustre. En Galicia está el origen de su alto grado de sarcasmo y de un estado de conciencia crítica que terminará por definir su ideología y su compromiso con los más neesitados, mirada empática que se reflejará en dibujos o pinturas del período coruñés.
Y es que en A Coruña, Picasso empezó a trabajar en diversas temáticas: los toros, los faunos, las palomas… En su época adolescente ya había todo el bestiario que hizo famoso a Picasso adulto. Las caricaturas apuntaban ya por aquel entonces también como una clara tendencia de su obra. También los paisajes, con destacados lienzos.
Y como nota curiosa decir que sus dos grandes trabajos de la etapa coruñesa “La muchacha de los pies descalzos” y el “Retrato de Pérez Costales” aparecen con la firma P. Ruiz, la misma que conservaría hasta su fallecimiento, no utilizando por tanto, como sabéis el nombre con el que será siempre recordado: Picasso.
Picasso, que nunca volvió a España en sus últimos 40 años de vida, tampoco olvidó jamás su etapa coruñesa. Como muestra, en esta exposición, el dibujo de Mujer gallega con sella, recuerdo coruñés que dedicó en 1970 a su amigo gallego Antonio Olano. O el autorretrato “evocativo” que hizo en París en 1945 en el que se dibuja niño, a la edad en la que vivía en ciudad atlántica. Son algunas de las obras a posteriori que dan relieve, por primera vez, al primer Picasso coruñés.
Y por último, cabe reseñar que junto con Barcelona y Málaga, A Coruña es una de las ciudades escogidas para la celebración de los eventos conmemorativos del 50 aniversario de la muerte de Picasso. Como consecuencia, la ciudad herculina contará con la presencia de una exposición internacional en el primer semestre de 2023: “Picasso, blanco en el recuerdo azul, A Coruña 2023”, que relacionará las principales etapa de la producción del artista con obras de su periodo formativo en la ciudad.
Esta no será la primera vez que la ciudad herculina acoja una exposición de Picasso, pues en el año 2015 ya acogió una muestra con motivo de la celebración del 120 aniversario de la primera exposición de Picasso en A Coruña.
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Referencias
“Picasso: azul y blanco. A Coruña: el nacimiento de un pintor”. De Ventureira Novo. R.
“Picasso ,una biografía”. De Richardson, J.
“O primeiro Picasso. A Coruña 1891-1895”. Material textual con motivo exposición celebrada en el Museo de Bellas Artes de A Coruña entre febrero y mayo de 2015.