Sobre todo a través de la literatura y el cine, nos ha llegado una imagen casi idealizada de los caballeros, y por ende de los torneos y justas que tenían lugar durante la Edad Media.
Hoy dedicamos este post a conocer algo más sobre este tipo de “actividades”.
Contexto
El entretenimiento desempeñaba un papel crucial en la sociedad medieval. Proporcionaba un escape de las dificultades y preocupaciones de la vida diaria, permitiendo a las personas disfrutar de momentos de alegría y diversión. Así encontramos diversas actividades: teatro, representaciones, música, danza, fiestas, juegos, deportes populares, los torneos, las justas,…
Recordemos que la Edad Media tiene como una de sus características la presencia de la caballería, y su expansión, fruto de la dedicación por parte de la nobleza a las actividades relacionadas con la preparación para afrontar los las continuas guerras en que se encontraban inmersos, permanentemente, los distintos reinos medievales.
Y es que sobre todo a partir del imperio carolingio, en el siglo XI, hubo un proceso de transformación de la caballería, y si bien hasta entonces el caballero sería un guerrero y campesino a partir de ese momento pasaría a ser un verdadero especialista en la guerra, un guerrero de élite, con una imagen estereotipada, plena de dignidad y valor. Una imagen del combatiente que presta sus servicios al rey, defensor acérrimo de la iglesia, de las mujeres y de los pobres.
Además, los caballeros jugaban un importante papel en la estructura feudal. Constituían un equipo de élite, formado por jóvenes que tras un arduo y riguroso proceso de entrenamiento en las habilidades de la equitación y la guerra, eran armados caballeros en una solemne ceremonia.
Hay que tener presente que en el campo de batalla, los caballeros constituían la principal fuerza de los ejércitos feudales.
Desde el siglo XI se produce una evolución en el tipo de armas utilizado por los caballeros. La lanza, antes más corta, se hace ahora más larga y resistente a fin de que con la fuerza de la carga, el impacto produjese un mayor daño. Este cambio llevó parejo también el del equipamiento defensivo, pues la cota de malla sería siendo reemplazada por armaduras de placas laminadas.
Además, la propia forma de luchar se volvió mucho más especializada por parte de la caballería. Antes del siglo XI, el combate a caballo no era muy diferente del combate a pie: la espada se utilizaba para dar tajadas, mientras la lanza sólo se usaba como arma arrojadiza o para dar estocadas en un combate frontal. Durante la Plena Edad Media, la Caballería le dio prioridad a la carga a caballo con lanza en mano de forma horizontal, con la intención de aprovechar la fuerza potencial y causar el mayor daño en los enemigos.
La lucha cuerpo a cuerpo con la espada era un elemento básico del adiestramiento del caballero, con lo cual aprendía a defenderse y a atacar. Se entrenaban también participando en actividades de caza mayor y equitación.
Por otro lado, en el Medievo, los juegos en los que los caballeros competían en torneos para mostrar sus habilidades en combates simulados, tuvieron un importante papel ya que era una forma de entretenimiento.
Torneos y Justas Medievales, ¿eran lo mismo?
La respuesta es: no. Se trataba de dos actividades diferentes, siendo los Torneos un concepto más amplio, dentro del que tendrían cabida las Justas. Pero vayamos más despacio…
Si vamos al origen del vocablo “torneo”, nos encontramos con que proviene de una palabra francesa “tournoi”, que se refiere a una forma verbal de voltear o girar. Claramente vemos enseguida una asociación, pues los caballeros, cuando se encontraban en una batalla, se veían obligados a hacer voltear o girar a su caballo para poder enfrentarse a las fuerzas enemigas.
Y en este sentido, aquellos primeros torneos, no eran más que la recreación de lo que acontecía en campo de batalla. Se enfrentaban dos “equipos” oponentes formados por varios caballeros cada uno. Utilizaban como armas principales las espadas.
Las justas, por el contrario, eran la recreación de un combate singular, en el que se enfrentaban entre sí dos caballeros. En este tipo de torneos se utilizaba preferentemente una lanza.
Torneos medievales
Como anticipábamos en el epígrafe anterior, los torneos eran unos encuentros conformados para la recreación del enfrentamiento de dos grupos de caballeros rivales, como pretexto para hacer una demostración de las habilidades militares de los participantes.
Estos torneos, dependiendo del lugar y época, se denominaban mêlée, hastilude, toruney o tournoi.
La mêlée. Es la forma de combate más espectacular que podía verse en los torneos. Es el cuerpo a cuerpo entre los participantes, lo que más se parecía a las batallas campales que se daban en condiciones de guerra real.
Para llevar a cabo el combate, se elegía un campo, que era una vasta extensión rural, cuyos límites no eran muy precisos, aunque generalmente los torneos se celebraban a campo abierto extramuros de las ciudades. En ellos había lizas, similares a los cercados que rodeaban las pequeñas o grandes moradas en las que los hombres se retiraban a descansar, donde los caballeros podían protegerse. Las lizas delimitaban estos refugios, donde los combatientes tenían derecho a ponerse a cubierto para recobrar el aliento, descansar y echar un trago.
Los torneos ponían en liza una serie de actividades por parte de los combatientes que debían superar pruebas como el combate cuerpo a cuerpo, carreras, tiro con arco, etc.
Eran además un escenario ideal para que se expusiesen los ideales aristocráticos de entonces, así como la nobleza del linaje, el honor de pertenencia a determinadas familias, además de ser un marco para el cortejo de las damas, en su caso.
Si buscamos los orígenes o motivaciones iniciales para el desarrollo de este tipo de entretenimiento, posiblemente nos encontremos con que los torneos fueron una forma estructurada y organizada de mostrar las prácticas de entrenamiento que en materia de equitación y artes de guerra harían los caballeros. Para algunos autores, encontraríamos así los orígenes de los torneos en el siglo IX, entre los jinetes francos, pues encontramos una referencia a la muerte de un caballero, Godfrey de Preuilly, en un torneo celebrado en el año 1066, en tierras francesas.
Otros sitios donde se encuentran rastros de aquellos primeros torneos medievales, lo encontramos en tierras alemanas y de Flandes, en la primera mitad del siglo XII, llegando por esos años también a tierras inglesas e italianas.
Con el tiempo, los torneos se volvieron más elaborados y desafiantes, con el uso de fortalezas simuladas para ser asaltadas, por ejemplo. Se emplearon soldados de infantería para aumentar las posibilidades de victoria de un bando y se utilizó una mayor variedad de armas, entre las que se encontraba la ballesta. Los soberanos desconfiaban de los eventos, ya que podían convertirse en una rebelión cuando un grupo de caballeros se alteraba. Debido a esto, Ricardo I de Inglaterra (1189-1199) solo permitió su organización bajo licencia y obligó a los caballeros a pagar una cuota de ingreso, mientras que en Alemania los emperadores solo permitieron la participación de personas de la realeza; tal era el prestigio que habían adquirido los torneos. Por el contrario, Felipe II de Francia (que reinó de 1180 a 1223), prohibió a su hijo participar en torneos debido a los peligros que estos involucraban.
Los dos grupos de caballeros, que sumaban hasta 200 por cada lado en algunos eventos, vestían armadura completa, portaban lanzas, espadas y escudos y estaban organizados en función de su procedencia geográfica; se hizo común que los caballeros normandos e ingleses se enfrentaran a un cuerpo de caballeros franceses, por ejemplo.
En general no se utilizaban armas mortales, las espadas, lanzas y mazas no tenían punta ni filo, sin embargo no era inusual que muchas veces lo que se había organizado tan sólo como una diversión y un entretenimiento, produjera efectos lamentables y que en el ardor del combate resultaran hombres heridos y a veces muertes.
De hecho, las muertes innecesarias se volvieron demasiado comunes, y fueron una de las razones por las que la Iglesia desaprobó firmemente los torneos en muchos países y advertía a los combatientes que les esperaba el infierno si morían en uno. En 1228, el Papa Gregorio IX emite una bula en la que se manifiesta en contra de los torneos, declarando que el evento era escandaloso ya que involucraba los siete pecados capitales. Sin embargo, muchos caballeros ignoraron alegremente la postura de la iglesia, e incluso hubo un torneo en Londres en el que siete descarados caballeros participaron en una competencia y cada uno se vistió para representar cada uno de los pecados.
Las justas medievales
Las justas serían un tipo de torneos conformado por un duelo entre dos caballeros en un combate cuerpo a cuerpo, en un campo cerrado con barreras. Tuvieron un fuerte desarrollo en la Europa medieval durante los siglos XII a XV.
El término “justa” se deriva del francés jouster o joute, que significa luchar a caballo.
Las justas eran un espectáculo que combinaba la habilidad militar con elementos teatrales y de entretenimiento. Los combates eran presenciados por una audiencia ávida de emociones fuertes, y se celebraban festivales y banquetes en honor a los participantes. Se buscaba dirimir cuestiones de honor, ganar el favor del rey o el amor de una dama.
Las justas eran anunciadas con antelación por los heraldos, llegando a montarse exposiciones previas, en lugares públicos, de las armas que iban a ser utilizadas.
Llegado el momento del combate, los heraldos, por orden de los jueces, dictaban en altavoz las leyes del duelo y partes de la justa. Además, los jueces tomaban juramento a los caballeros participantes de que combatirían con lealtad.
Los combatientes tenían como asistentes a los escuderos.
Además, el equipamiento militar que portaba el caballero a la hora de entrar en liza era increíblemente pesado, por lo que podemos imaginar que, si por desgracia era derribado del caballo, no podía erguirse ni ponerse de pie.
Aquí entran los sirvientes, que permanecían muy cerca de sus señores, en el hueco que dejaban las dos empalizadas de protección. Su misión era muy delicada y, por supuesto, sumamente importante: cuando su señor caía al suelo, tenían que salir y arrastrarlo fuera de la liza para evitarle una posible muerte (el caballo del opositor, o el suyo propio, podían aplastarlo). También tenían como misión salir y ayudar al caballero en caso de que este perdiera el equilibro y se balanceara peligrosamente sobre su silla.
El combate tenía lugar en un recinto cerrado, palenque, con galerías y estrados para la nobleza y las damas. Y el objetivo de una justa era derribar al oponente de su caballo, utilizando para ello una lanza.
El arma principal era la lanza de aproximadamente 2,4 a 3 metros de largo y generalmente de madera de fresno o de ciprés. La lanza era hueca, para que se quebrara sin causar graves heridas. Para reducir aún más las fatalidades, a las lanzas se les ponía una corona de tres o cuatro puntas llamada «coronel» que reducía el impacto, mientras que las espadas se embotaban o se les quitaba el filo. A estas armas se les llamó “armas de cortesía” o à plaisance. Sin embargo, también hubo partidos de revancha (una justa à outrance) donde los contrincantes usaban armas letales y juraban pelear hasta causar heridas graves o que la muerte decidiera el asunto.
Uno de los aspectos clave de las justas es la habilidad del caballero para mantener el equilibrio mientras carga contra su oponente a toda velocidad. La precisión y la fuerza son fundamentales para lograr un golpe certero y derribar al oponente.
El duelo se inicia con el jinete cabalgando hacia el contrincante en un terreno de 300 metros aproximadamente. Se alcanzaba una velocidad de 20 kilómetros por hora. En cualquier caso, para derribar al oponente, el ganador debía mostrar que la caída se produjo por la lanza y no por falta de equilibrio.
Los encuentros tendrían una gran espectacularidad lo que haría que gozarán del interés por parte del pueblo, encontrando así una gran audiencia en sus encuentros, complementándose en muchos casos con la celebración de banquetes y bailes.
A medida que avanzaba la Edad Media, las justas perdieron su carácter militar y se convirtieron en eventos más centrados en el entretenimiento y el simbolismo, convirtiéndose en oportunidades para mostrar riqueza y poder. Los trajes y armaduras de los caballeros se volvieron más elaborados.
En cuanto al equipamiento, los caballeros en su participación en las justas contarían con una armadura completa que cubriese todo su cuerpo, con caso, hombreras, peto y grebas.
El equipo requerido para una justa es muy pesado, ya que solamente la armadura debía pesar cerca de unos 35 kilos. La armadura se especializó reforzándose con placas de metal adicionales en las secciones más susceptibles de ser golpeadas (el pecho y el lado derecho del casco), más un guantelete de acero pesado (manifer) para la mano de la lanza, una rejilla para la visera del casco y una montura con salientes para proteger mejor las piernas. Aunque en los torneos del siglo XIII se llevaban armaduras acolchadas rellenas de lino o de cuero, en el siglo siguiente, a medida que la armadura de placas se comenzó a usar más en el campo de batalla, también los participantes comenzaron a usarla en las justas. No obstante, por lo general, la armadura de batalla se especializó para el uso en los torneos; las secciones con más probabilidades de recibir golpes (el pecho y el lado derecho del yelmo o del casco) se reforzaron con una placa adicional de metal, se diseñó un guantelete pesado de acero para la mano que sostenía la lanza y una rendija para la visera del yelmo.
Para los torneos, los yelmos se adornaban de manera suntuosa con plumas y crestas, incluso con cuernos y con figuras tridimensionales.
La protección fue bastante eficaz, pero el calor anormal que sufrió en su interior hizo que muchos caballeros terminar desmayándose por la debilidad causa en dichos combates.
Los escudos eran hechos de madera y de cuero; por lo general estaban reforzados con piezas de hierro. Con el tiempo, los escudos tuvieron varias formas y tamaños. Podían ser pequeños como los escudos clásicos heráldicos, alargados y también rectangulares. Algunos escudos tenían una esquina recortada para poder reposar allí la lanza. A veces el escudo se sujetaba al hombro para asegurarse de que no cayera al suelo si recibía un golpe.
Precisarían un caballo entrenado, con las necesarias protecciones para evitar sufriese daños o lesiones durante la competición, especialmente protegidos, con placas de metal, llevaban los flancos y la cabeza. Sin embargo, a pesar de todo el riguroso cuidado, si el animal sufría algún golpe, el responsable del golpe era descalificado; y si el caballo esquivase la lucha o simplemente tocase la división, su dueño era castigado.
Desde principios del siglo XV, los dos caballeros a veces estaban separados por una barrera de madera (inclinada) a lo largo del campo que aseguraba que no chocaran de frente. Un golpe directo en el pecho o la garganta solía derribar al caballero. Los escuderos proporcionaban a su amo una lanza de reemplazo si se rompía; tres armas disponibles parecen haber sido la norma. Como decíamos en párrafos anteriores, las lanzas se hicieron huecas para que se rompieran más fácilmente y fuera menos probable que lastimaran gravemente. De hecho, se desarrollaron reglas complejas donde se otorgaban puntos por el número de lanzas rotas o los golpes en partes particulares del cuerpo como la visera. Incluso se desarrollaron escudos preparados para romperse al ser golpeados, lo que indicaba claramente a la multitud quién había golpeado primero a quién.
Por lo general, las espadas no se usaban mientras aún se estaba a caballo, pero si un caballero quedaba desmontado, el otro también dejaría su caballo y los dos podían continuar en combate cuerpo a cuerpo si lo deseaban. Se podían emplear mazas en lugar de espadas.
Si un caballero quería darse por vencido en cualquier momento, se quitaba el casco.
Miembros de la familia, pajes, controladores de caballos, escuderos y armeros eran personas que siempre estuvieron presentes para proporcionar cualquier tipo de ayuda a los caballeros.
Encontramos justas en tierras de toda la Europa occidental: España, Francia, Inglaterra, Italia, Alemania,…
En algunos países los vencedores de las justas eran premiados, bien con una corona de oro, un caballo, un halcón, una joya o una prenda de alguna de las damas presentes. Sin embargo, el premio mayor, y la razón por la que muchos caballeros dedicaron su carrera a los torneos, era el rescate del perdedor. Se esperaba que pagara un rescate y entregara su caballo, armas y armaduras, pero al perdedor se le permitía abandonar el campo solo cuando daba su palabra de honor o parole de que pagaría lo antes posible.
Como dato curioso, decir que el vestuario también se convirtió en un elemento importante con algunos caballeros vistiéndose como figuras legendarias como el Rey Arturo, de enemigos tradicionales como los sarracenos, como monjes o incluso damas de la corte.
Obviamente, el paso del tiempo marcó la evolución de las justas, pasando a contar con una serie de normas y códigos de conducta, lo que hacía que adquiriesen un tono casi ceremonial.
Ya en torno al siglo XVI, la lucha a pie fue ganando posiciones respecto a las justas, lo que unido a que resultaba mucho más económico, terminaría marcando el declive delas justas.
Además, el hecho de que todo un rey, en este caso Enrique II el rey de Francia, muriese en el año 1559 como consecuencia de su participación en una justa en la que una lanza entró por su visera, hizo que todavía perdiese mayor popularidad.
Tipos de justas medievales
Había varios tipos de justas. Veamos algunas de ellas:
- En las justas de choque los dos antagonistas, provistos de lanzas trataban de derribarse mutuamente del caballo y, una vez en tierra, el combate continuaba a campo abierto con diversas armas, desde la espada al hacha.
- En la justa de estafermo, el caballero trataba de alancear un blanco movible y si fallaba el golpe el estafermo (muñeco en forma de hombre armado), girando sobre sí mismo, golpeaba al jinete inexperto.
- En la justa del anillo, el caballero, al galope, debía meter la lanza en un anillo fijo o movible
- En las justas a pie, los competidores luchaban sin montar a caballo.
- En las justas de exhibición, se hacían demostraciones de acrobacias y habilidades con el manejo de armas.
Es famosa la justa sostenida por Don Suero de Quiñones en la Puente del Orbigo (León) que, con sus compañeros sostuvo en él, el legendario «paso honroso» en el mes de junio de 1434, en tiempos del rey Don Juan II, luchando contra más de trescientos caballeros por el amor de una dama.
Otros tipos de torneos medievales
- Batallas a ultranza. Es una lucha individual de dos caballeros o entre grupos que estaban enfrentados en guerra. Su objetivo era la muerte de alguno de los contrincantes.
- Las tablas redondas. Nacen por influencia de la literatura cortesana y de las novelas artúricas. Desde mediados del siglo XIII proliferarán asambleas de carácter festivo, en las que sus participantes imitan el comportamiento de los caballeros del rey Arturo, tomando sus nombres y sus escudos de armas, enfrentándose en juegos caprichosos en forma de desafío.
- Los pasos de armas. Se basaban en la siguiente propuesta: un caballero se apostaba en un lugar de paso y desafiaba a combatir a todos los caballeros que se cruzaban en su camino. Como consecuencia, en ellos se enfrenta en uno o varios combates singulares sucesivos un caballero que ha jurado defender contra quien se atreva a luchar contra él un lugar determinado, ya sea un puente, una colina o un desfiladero o paso (lugar de donde proviene su nombre).
Se hizo famoso el paso de Fontaine des Pleurs, en la localidad francesa de Chalon-sur- Saône, en el que, a lo largo de un año (1449-1450), el caballero Jacques de Lalaing se midió con más de veintidós retadores.
- Los hechos de armas. Pueden utilizar la misma temática por lo que se pueden incluir en las formas precedentes. Son combates singulares que se organizan entre dos campeones, o dos grupos de campeones, a consecuencia de un desafío. Podía lucharse con armas de recreo o con armas reales, sobre todo si se trataba de desafíos organizados durante operaciones de guerra o en momentos de tregua.
Algunos caballeros medievales exitosos
El papel de los caballeros en la sociedad medieval fue cambiando pues la aparición de nuevas técnicas y tácticas de guerra, y nuevos tipos de armas hicieron que fueran perdiendo su importancia en el campo de batalla. Sin embargo, el ideal del caballero continuó influyendo en la cultura europea, evolucionando y adaptándose a los cambios de los tiempos.
En todo caso, el afán de aventuras llevó a muchos caballeros a buscar su destino y fortuna participando en campañas militares, al servicio de señores poderosos, en unos casos y en torneos en otros.
Veamos algunos de los caballeros que han pasado a la historia:
- Uno de los caballeros más exitosos en los torneos fue Sir William Marshal (1146-1219), cuyas hazañas llevaron a su contemporáneo arzobispo de Canterbury a declararlo el caballero más grande que jamás haya existido. Sir William fue el tema de un poema de 19.000 versos, L’Histoire du Guillaume Maréchal, que relata su impresionante ascenso de la pobreza a la riqueza y su récord invicto en las justas.
- En Francia, Godofredo de Bouillón (1060-1100), fue un líder de la Primera Cruzada y gobernante del Reino Latino de Jerusalén. Es famoso por su papel en el asedio y captura de Jerusalén en 1099.
- También en Francia, hayamos a Pierre Terrail, señor de Bayard, famoso por su valor.
- Otro caballero de gran fama fue Ricardo Corazón de León (1157-1199), conocido rey de Inglaterra, y participante en la Tercera Cruzada.
- En tierras inglesas también encontramos a Eduardo, el Príncipe Negro (1330-1376).
- En España, sin duda, Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid, (aquí podéis ver nuestro post El Cid campeador. Un caballero de leyenda) con su omnipresencia en las contiendas habidas en la península ibérica, le otorgó una gran fama, siendo protagonista además del poema épico “El Cantar de Mio Cid”.
Referencias
Breve historia de la caballería medieval. De Prieto, M.J. Editorial Nowtilus
Caballero: manual del guerrero medieval. De Prestwich, M. Editorial Akal.
Sonia Ruz Comas. (2022, noviembre 8). Torneos y justas medievales: ¿qué eran y cuál era su función?. Portal Psicología y Mente. https://psicologiaymente.com/cultura/torneos-justas-medievales
https://historia.nationalgeographic.com.es/
https://historioteca.com/los-juegos-medievales-torneos-y-competencias-que-marcaron-la-epoca/
https://www.escuelapedia.com/justas-medievales/
http://www.odisea2008.com/2008/05/justas-y-torneos-en-la-edad-media.html
https://www.worldhistory.org/trans/es/1-16998/torneos-medievales/