En el corazón de la Ciudad Vieja de A Coruña encontramos un lugar singular, el Jardín de San Carlos, que formaba parte de lo que en su día fue un baluarte defensivo, “la fortaleza de San Carlos”, construido en el siglo XIV. Este jardín cuenta con un mirador desde el que se puede ver el puerto de la ciudad, y se encuentra junto a la sede del Archivo del Reino de Galicia, el más importante de esta Comunidad; pero lo que justifica su presencia en este post, es el hecho de que en este lugar se encuentra la tumba del general inglés Sir John Moore.
Este recinto tiene su propia historia, pues sufrió la explosión de su polvorín en el año 1658, causando un par de centenares de muertos, y cayendo en desuso, hasta que en el siglo XVIII fue recuperado como jardín por Carlos Francisco de Croix.
Como anticipábamos antes, hoy vamos a dedicar esta publicación a la figura del general Sir John Moore formaba parte de las tropas con las que Inglaterra apoyaba a los españoles en su guerra contra las tropas invasoras de Napoléon, a principios del siglo XIX. Este general falleció en la batalla de Elviña, en el entorno de la ciudad de A Coruña, el 16 de enero de 1809, y sus restos fueron enterrados en el Jardín de San Carlos.
Recordemos su historia…
Biografía de Sir John Moore
Nació en Glasgow, Lanarkshire, Escocia, el 13 de noviembre de 1761. Inició su formación en la Glasgow High School, y cuando contaba once años continuó con su formación mientras hacía un “Gran Tour” con su padre y el Duque de Hamilton, por diferentes países europeos, especialmente por Francia, Italia, Suiza y Alemania.
Con apenas 15 años, en 1776 Moore se incorporó al ejército británico, en calidad de alférez en la 51st de infantería, con base en la isla de Menorca. Enseguida entraría en acción, pues en el año 1778 combatiría en la Guerra de la Independencia de Estados Unidos, ya como teniente en la 82st. Regresaría a Gran Bretaña cinco años después y es elegido miembro del Parlamento.
Tras varios años como parlamentario continuó su carrera militar, alcanzando primero el grado de comandante y tras combatir en la campaña de Córcega, y ya como Coronel sería destinado a las Indias Occidentales.
Casi con el cambio de siglo, en 1798, siendo Comandante General, Moore sirvió durante la rebelión republicana en Irlanda, regresando a Inglaterra en 1803.
A lo largo de su trayectoria en el ejército serviría en Córcega, las Indias Occidentales, Irlanda, los Países Bajos, Portugal, Suecia y Egipto.
Fue nombrado caballero en 1804.
Intervención de John Moore en la Guerra de Independencia española
En primer lugar hay que decir que con el Tratado de Fontainebleau, firmado en octubre de 1807 por Manuel Godoy, valido del rey español Carlos IV y Napoleón Bonaparte, emperador de Francia, se concedía autorización a las tropas francesas para conquistar Portugal.
Con este pretexto, las tropas francesas irían tomando posiciones estratégicas en territorio español y procediendo a la supresión de los derechos monárquicos del rey español, Carlos IV y su sucesor, Fernando VII.
El reino español tenía una alianza con Inglaterra, a la que solicitó ayuda para combatir a las tropas francesas. Fruto de ello, llegaron a la península ibérica varios contingentes de tropas, en torno a 25.000 hombres de infantería, 2.500 de caballería y algo más de 1.000 artilleros, al mando del Teniente General Sir John Moore
A finales de octubre de 1808 Moore sale de Lisboa con sus tropas, llegando a Salamanca el 13 de noviembre. La pronta caída de Madrid y el hecho de que las tropas de Napoleón tomasen posiciones en la ruta prevista por Moore, hace que éste tome la decisión de retirarse hacia tierras leonesas, concretamente hasta Astorga, a donde llegaría en los días finales del año.
El propio Napoleón se armó de confianza, y escribió a su hermano José, el 31 de diciembre: “Mi vanguardia está cerca de Astorga; los ingleses corren cuanto pueden… Los aborrece todo el mundo: robaron, maltrataron y golpearon a los habitantes. No podría existir mejor sedante para España que enviar un ejército inglés”.
Ya en los primeros días de enero Moore, ante la dificultad para las comunicaciones inglesas con Portugal, emprende la retirada, primero con dirección hacia Vigo pero luego rectifica y se dirige hacia A Coruña, perseguido por las tropas francesas al mando del mariscal Nicolás Jean-de Dieu Soult y más de 35.000 hombres. Soult asumía el mando de las tropas, hasta entonces conducidas por el propio Napoleón, quien debía partir hacia Francia ante algunas adversidades en territorio español y la amenaza de declaración de guerra del Imperio austríaco.
El escocés comenzó a darse cuenta de su error: no conocía el país ni a los españoles, los caminos eran impracticables, los medios de transporte casi nulos, el apoyo civil a los británicos era muy tímido y los suministros muy escasos.
Las noticias de la marcha enfurecen a sus superiores, a los generales españoles y al propio gobierno británico. Sin esperar la llegada de los restos del derrotado ejército del General Pedro Cano y Sureda, Marqués de La Romana, que estaba en camino desde Asturias, comienza la retirada.
Tras varias, refriegas, combates y escaramuzas en su retirada, y la pérdida de numerosos hombres, llegan a la ciudad de A Coruña el 11 de enero, preparándose para la batalla que provocaría la llegada de sus perseguidores.
Hay que decir que más que una retirada, se suele calificar el movimiento de las tropas inglesas como una persecución. La retirada, realizada durante un duro invierno, fue un desastre. Marchas agotadoras, tiempo gélido y frecuentes encuentros armados mermaron al ejército inglés. Lo único que separaba al ejército británico de la desbandada era su carismático general y el instinto de supervivencia. Por algo pasó a ser recordada como ”la marcha de la muerte”.
El 14 de enero 100 buques de transporte aparecen en la bahía escoltados por 12 buques de guerra. Al anochecer comienza el embarque de las tropas, primero artillería y caballería. Y dos días más tarde, el día 16 tendría lugar la Batalla de Elviña, en la que fallecería Sir John Moore.
El día 17 de enero, las tres cuartas partes del ejército de Moore están a salvo. El resto se queda para proteger la retirada. Los franceses se percatan de lo que ha sucedido pero ya es tarde. Montan baterías en San Diego y Santa Margarita pero son respondidos por la artillería naval británica que se aleja de su alcance. El triste viaje por mar de los ingleses dura cuatro días. Pero al menos se han salvado. Y volverán.
Mientras tanto Soult entra en la ciudad el mismo 17, por lo que hoy es la Plaza de Orense. Exige las llaves de la ciudad, pero estas no están. Los ingleses se las han llevado (hoy en día pueden verse en el museo de los Fusileros Reales Galeses, en el Castillo de Caernarfon, Gales). En La Coruña, los dos únicos batallones españoles se rinden. El ejército francés establece su cuartel general en el Palacio de Capitanía General, acantonando su caballería en la actual Plazuela de las Bárbaras y su infantería entre las calles San Andrés y Torreiro. Las tropas francesas se comportaron relativamente bien. No hubo saqueos ni violaciones y solo se fusilaron a dos coruñeses, actualmente enterrados en la Iglesia de la Orden Tercera.
Los británicos regresaron a la península por Portugal en abril de ese mismo año, con tropas de refresco, nuevos aprovisionamientos y un nuevo comandante, Arthur Wellesley, futuro duque de Wellington y que, años más tarde, derrotaría definitivamente a Napoleón en la batalla de Waterloo.
La Batalla de Elviña
Califican los historiadores y estudiosos de la Guerra de la Independencia a la batalla de Elviña como una contienda singular. Dos ejércitos foráneos luchando en territorio español. Uno, el inglés, con la mirada puesta en la retirada y el otro, el francés, con el objetivo de acelerar esta huida. Una batalla sin victoria. O, mejor dicho, con dos vencedores.
La batalla de Elviña tuvo lugar en las proximidades de la ciudad de A Coruña, concretamente en la zona con ese mismo nombre que se encuentra al inicio del istmo que conforma la ciudad de A Coruña.
Moore, en tierras de A Coruña, necesita proteger su retaguardia durante el embarque y concentra sus regimientos de veteranos en tres líneas escalonadas frente al istmo de acceso a la ciudad: el monte de Santa Margarita, justo en la entrada, la aldea de Oza y el monte Mero, a 3 kilómetros.
El paso de las tropas de Moore tuvo como consecuencia la voladura del puente de O Burgo tras atravesarlo, para frenar a los franceses. De su entrada en la ciudad fue testigo el puente de la calle Río de Monelos, que todavía se conserva, y que fue cruzado por los desgastados soldados. Más ocultos permanecen los restos de la muralla y la puerta de la ciudad en la plaza de Mina y Juana de Vega.
El 14 de enero llega una la flota de evacuación de 100 buques y el 15 comienza el embarque. Ese mismo día llega la vanguardia del ejército francés, quien, parece ser que dudando sobre la estrategia a seguir no despliega sus tropas hasta el mediodía del día 16.
La batalla duró apenas cuatro días, entre los días 16 a 19 de enero de 1809, y supusieron el enfrentamiento de las tropas francesas del General Soult y las inglesas de Moore. Fue una batalla protagonizada por unos 14.000 soldados británicos y unos 20.000 franceses.
El encuentro entre los dos ejércitos se produjo en el llano de Elviña, en las inmediaciones de la ciudad de La Coruña, en la que se hallaban fondeados los barcos de la Real Armada Británica dispuestos para la evacuación. Lejos de actuar como un ejército derrotado y diezmado, las tropas británicas se prepararon para rechazar los ataques franceses, mediante la propia infantería ligera creada por Moore.
El fuego de cobertura de los barcos de guerra mantuvo a Soult a distancia, permitiendo a los británicos embarcar sin problemas y retornar sanos y salvos al Reino Unido. Los sucesivos ataques franceses fueron rechazados y el ejército británico se retiró con aproximadamente 900 bajas (entre muertos y heridos).
El 17 de enero Soult avanzó hacia la ciudad pero no encontró ni rastro de los ingleses. Pero la ciudad aún no había dicho su última palabra. Desde las murallas de A Coruña, el general Antonio Alcedo continuaba hostigando a los franceses lo suficiente para permitir la partida de la flota inglesa.
Durante la retirada, el capitán Thomas Lloyd Fletcher, del 23º Regimiento de Fusileros de Gales y su cabo, últimos ingleses en abandonar la ciudad, cerraron las puertas de las murallas usando las llaves de la misma, pero no giraban. Desesperados usaron una bayoneta con la que forzaron el cierre doblando una de ellas. Era el 18 de enero de 1809 y Fletcher, quién sabe si por las prisas, se llevaba las llaves de A Coruña, en las que figuraba la inscripción “Postigo de Puerta de Abajo”, en el último buque que partía del puerto.
Curiosamente estas llaves no serían reconocidas hasta el año 1924, siendo donadas en 1955 al Museo del Regimiento de Fusileros Reales de Gales, los Royal Welch Fusilliers, en el Castillo de Caernarfon, al Norte de Gales, donde se encuentran en la actualidad. Pese a ser reclamadas por las autoridades coruñesas, solamente se recibió una copia que están actualmente en el Museo Militar de A Coruña. Y precisamente en este Museo se conservan cuatro cañones, balas encadenadas, una espada y cerámica diversa, hallado todo en el fondo de la bahía coruñesa, frente al Castillo de San Antón, donde permanecen tres barcos ingleses hundidos por el fuego francés proveniente del desaparecido Castillo de San Diego, cuando emprendían la huida.
A Coruña capitula el 19 de enero: lograron escapar 18.000 soldados de un ejército que el mes anterior era de 25.000. Y concretamente en la batalla de Elviña se estima fallecieron unos 900 ingleses por más de 2.000 franceses.
La campaña y la batalla de Elviña presagiaron muchos de los problemas que encontraría el ejército británico en la guerra peninsular. Primero y sobre todo, mostró la necesidad de un método fiable de suministro. Los sufrimientos del ejército británico en la retirada fueron terribles, pero lo peor de todo es que forzaron a muchos soldados al saqueo y la rapiña de la campiña española. Esto, desde luego, no contribuyó a mejorar las relaciones de los británicos con sus aliados españoles. En consecuencia, el futuro comandante Arthur Wellesley planeó un sistema logístico junto con los españoles, los portugueses y las unidades británicas. Este sistema fue muy eficiente y aseguró que los británicos pagaran a los suministradores y comerciantes locales. También se pusieron de manifiesto las dificultades de emprender una campaña en invierno, lo que contribuyó en gran manera a las privaciones sufridas por el ejército.
Finalmente, la falta de comunicación entre los aliados contribuyó al desastre global. El rol del ejército británico bajo las órdenes de Moore era dar soporte a los ejércitos españoles en su lucha con Napoleón. Sin embargo, cuando Moore llegó a Salamanca, no era consciente de que Napoleón ya había derrotado a los españoles.
El ejército británico, a pesar de su retirada de la península ibérica, había combatido exitosamente contra un enemigo mayor y mejor aprovisionado. Pese a la pérdida de John Moore, un comandante muy popular, la tropa tenía la sensación de haber conseguido un triunfo moral (similar a lo que significó Dunkerque en la Segunda Guerra Mundial), lo que ayudó a mantener la reputación de los soldados británicos en las subsiguientes contiendas dentro de las guerras napoleónicas.
Algunos recuerdos de esta batalla están presentes aún en la ciudad de La Coruña. Aunque el campo de batalla ha sido parcialmente borrado, principalmente por la Avenida de Alfonso Molina que constituye la principal entrada a la ciudad, aún queda algo por ver de este. Junto al pueblo, la mayoría del antiguo campo de batalla ha sido ocupado hoy en día por la Universidad de La Coruña, en donde se levanta un monolito conmemorativo en el que se puede leer en latín la frase que Soult grabó en la tumba original de Moore: “Hic occidit Johanes Moore dux exercitus anglicae in pugna januari XVI 1809 contra gallos a duce dalmatiae ductos” (“Aquí cayó John Moore, general en jefe del ejército inglés, en la batalla del 16 de enero de 1809 contra los franceses dirigidos por el duque de Dalmacia”). Este monolito se suma a las placas conmemorativas situadas en la peña del Galiacho, en la falda de la Zapateira, una de las cuales fue descubierta por el Príncipe de Gales en 1931.
Más arriba del pueblo de Elviña, subiendo hacia el monte de la Zapateira, existe un mirador que nos da la perspectiva francesa del campo de batalla. En ese mirador se ha colocado un mapa descriptivo de la batalla hecho de baldosas. También se guardan unas placas conmemorativas, una de las cuales fue descubierta por el príncipe de Gales en 1931. Las demás han sido costeadas por diferentes asociaciones históricas coruñesas y por el embajador del Reino Unido en 1997.
Cabría ahora preguntarse quién ganó la batalla. Tanto franceses como británicos se han atribuido la victoria en sus fuentes oficiales. Lo cierto es que los dos ejércitos consiguieron sus objetivos. Los ingleses evacuaron el grueso de sus tropas en la península. Los franceses, expulsar a los británicos de la región.
Por último queremos dejar dos apuntes respecto a esta batalla, en primer lugar señalar que la presencia francesa en Galicia terminaría pronto, debido a sus derrotas en la reconquista de Vigo y la batalla de Puentesampayo, y en segundo lugar que cada ciertos años se hace una recreación histórica de la batalla organizada por el ayuntamiento de A Coruña y la asociación cultural Royal Green Jackets.
Fallecimiento de Sir John Moore
El día 16 de enero, en torno a las 5 de la tarde, un proyectil de cañón dañó gravemente el hombro izquierdo de Sir John Moore, quien estaba en la zona supervisando el despliegue defensivo de sus tropas en aquel lugar. El impacto lo tiró del caballo, se levantó sin inmutarse y, ayudado por el Coronel Graham y el Capitán Hardinge, pudo sentarse en el suelo apoyándose contra un murete de la finca perteneciente al lugareño Sr. Galiacho. Hardinge haciendo uso del “fajín” del General, le realizó un vendaje de emergencia para contener la hemorragia e inmovilizar los fragmentos del miembro destrozado por el potente impacto del obús.
La distancia desde Elviña al lugar de La Coruña a donde lo llevaron, la casa del industrial D. Jenaro Fontenla, dispuesta a tal efecto por el Ayuntamiento, fue de más/menos 3,9 Km. en línea recta, lo que debió suponer una hora de recorrido. Pasaron la muralla por la puerta llamada de la “Torre de Abajo” y en el trayecto el herido se cruzó con uno de sus Coroneles, de apellido Anderson, con quien sostuvo una breve conversación lúcida y valiente. Estaba ya el día bastante obscuro, debían ser más/menos las 18:30 horas. Fallecería entre las 20:00m y las 21:00 horas.
Durante esas horas de agonía, entre la mortal herida y su fallecimiento, las crónicas hablan de un Moore lúcido y hablador, teniendo la oportunidad de informarse sobre el éxito del embarque de la mayoría de sus tropas, y dejando numerosos encargos y órdenes a sus subordinados , agradeciendo la labor de médicos y cirujanos y enviando recuerdos muy especiales para Lady Esther Stanhope, que le encomendó a su Ayudante de Campo de este apellido, hermano de la dama, “enamorada” de Moore, mujer aristócrata de gran belleza y una revolucionaria social en su tiempo pues viajó, vestida de hombre, por diversos países, incluso de oriente, llegando a realizar excavaciones arqueológicas en algunas notables ruinas de aquellos lares, etc….
Tras su fallecimiento en la propia vivienda en que pasó sus últimos momentos, el cadáver de Moore fue envuelto en una bandera británica, sin ataúd, y llevado hasta un campo sito en la Fortaleza de San Carlos, donde sería inhumado, procurando cubrir su tumba con musgo para disimular su presencia ante la previsible llegada en los días siguientes de las tropas francesas.
Se sabe que se le retiraron al difunto tres cosas: el “fajín” de General, con el que le habían improvisado en Elviña el vendaje de la zona herida; su “reloj de bolsillo” y el “sable”, piezas que luego se llevaron y conservan el Londres.
Cuando los franceses tomaron la ciudad, construyeron una tumba por orden del Mariscal Soult.
Apenas dos años más tarde, en 1810 o 1811, se hizo una exhumación del cadáver quizás por orden de su amigo el General La Romana, para colocarlo en un enterramiento honorífico, puede que en el sarcófago de piedra, oblongo, con tapa del mismo material, que todavía permanece ocupando el centro del hoy llamado “Jardín de San Carlos”.
En su lugar de enteramiento encontramos una placa puede leerse, en texto inglés, traducido al español, lo siguiente: “A la memoria del General Sir John Moore que murió en la batalla de Elviña cuando protegía el embarque de las tropas británicas el día 15 de enero de 1808”.
La leyenda del fantasma que visita la tumba de Sir John Moore en A Coruña
Cuenta la leyenda basada en un texto que Manuel Murguía escribió en 1860, que cada año, en la mañana del 16 de enero, día de la muerte del general, el fantasma de lady Hester Stanhope, la amada de Moore, merodea por su tumba en el jardín de San Carlos. Su espíritu se mueve con delicadeza por el Jardín San Carlos, desplazándose sin prisa hasta llegar a la tumba del general. Una vez allí, la observa durante un rato, deposita una flor sobre ella y poco a poco se deja desvanecer, despidiéndose hasta el año siguiente.
Además esta no sería la única vinculación de lady Hester Stanhope con la ciudad de A Coruña, pues su propio hermano, Charles, murió durante la batalla de Elviña.
Referencias a la Batalla de Elviña y Sir John Moore
El Ayuntamiento de A Coruña, a propuesta del entonces alcalde, Manuel Casás, acordó colocar el 14 de julio de 1927 unas lápidas que recogen un fragmento en inglés del poema “The burial of Sir John Moore” de Charles Wolfe e outro fragmento do que Rosalía de Castro dedica a Sir John Moore, titulado “Na tumba do Xeneral Sir John Moore”:
¡Cuan lonxe, canto das escuras nebras
dos verdes pinos, das ferventes olas
qu’o nacer viron!..; dos paternos lares
do ceo da patria, qu’o alumou mimosa
dos sitios ¡ay! do seu querer: que lexos
víu á caer baix’enemigo golpe
pra nunca mais se levantar, coitado!
…………………………………………..
Mais que fermosa e sin igual morada
lle coup’en sorte ós teus mortales restos…
c’o seu respeto compasiva vela
pol-o estranxeiro á quen traidora morte
fixo fincar lonxe dos seus, e á alleos
víu á pedir o derradeiro asilo.
…………………………………………..
Cando do mar atraveses as ondas
y o voso irman a visitar veñades
poñé na tomba o cariñoso oído
e se sentís rebuligar as cinzas
e s’escoitás indefinibres voces
e s’entendés o que esas voces digan
a y-alma vosa sentirá consolo
El vos dirá qu’arrededor do mundo
tomba millor qu’aquí atopou n’achara
senon dos seus antr’o amoroso abrigo.
El legado de la batalla de Elviña se encuentra también más allá del puente de O Burgo e, incluso, de las fronteras españolas. Así está plasmada en el propio Arco del Triunfo, en París, como la batalla de La Corogne.
También hay otro sepulcro de Sir John Moore además del que acoge sus restos en el jardín de San Carlos; estamos hablando de un sepulcro honorífico en la catedral de San Pablo de Londres.
El ámbito militar británico ha acogido también con agrado el recuerdo de la batalla de Corunna en más de una ocasión, como muestran el aeródromo australiano de Corunna Downs, una infraestructura actualmente cerrada que jugó un papel clave en la lucha por el control del océano Pacífico en la Segunda Guerra Mundial; o el buque de guerra inglés Corunna. Además, varias unidades británicas llevan el nombre de la ciudad en la que lucharon: La Compañía C, Regimiento del Duque de Wellington y la Batería nº3 del 29º Regimiento de Artillería Real.
Todos los años, al llegar el 16 de Enero, el Regimiento del Príncipe de Gales celebra el “Corunna Day” en el que brindan por el aniversario.
De la relevancia y memoria de la Batalla de Elviña y su impacto en la ciudad de A Coruña, cabe reseñar que anualmente se conmemora en el mismo escenario en que tuvo lugar. Esta conmemoración incluye diversas conferencias, visitas guiadas a los lugares en que tuvo lugar la contienda, al Jardín de San Carlo, el mausoleo de Sir John Moore, y el Museo Histórico Militar, donde diversas maquetas representan la situación y estrategias de combate empleados en su día. También tiene lugar la recreación histórica de la batalla, en diversos lugares de la ciudad, con los participantes ataviados con los equipamientos de los ejércitos combatientes. La organización y escenificación corre a cargo de la asociación The Royal Green Jackets.
Conclusiones
El ejército británico había sido enviado a España para ayudar a expulsar a los franceses, pero se vieron forzados a una humillante retirada en unas condiciones invernales muy adversas, que afectaron a la salud y moral de sus tropas.
Si algo queda claro tras juzgar el proceder de sir John Moore es que siempre, desde el principio hasta el final de la campaña, mantuvo firme su opinión de que la estrategia de aquella guerra en España estaba mal planteada desde su origen y que, mientras la situación continuara así, resultaba imposible obtener un éxito reseñable. Por ello centró todo su esfuerzo en salvar a su ejército, cosa que finalmente logró, aún a costa de su vida, planteando una batalla defensiva de excepcional nivel táctico. Nada extraño si se tiene en cuenta que para el propio futuro duque de Wellington, John Moore era un oficial excepcionalmente innovador, meticuloso hasta el extremo con el adestramiento de la tropa, padre, entre otras muchas cosas, de los cuerpos de infantería autónomos y mimetizados con el paisaje, los célebres “Green Jackets”. La misma retirada británica en aguas del puerto de A Coruña resultó ser una operación táctica extraordinaria que permitió a los británicos “devolver el golpe a Napoleón” utilizando buena parte de las tropas que se habían podido salvar en aquella ocasión. No en vano Wellington afirmó ya hacia el final de la contienda: “Usted sabe, Fitz Roy, que nosotros no hubiéramos vencido, creo yo, sin él, porque los regimientos que Moore ha entrenado tan cuidadosamente, fueron la espina dorsal de nuestro ejército”.
Incluso el propio Napoleón Bonaparte mencionó a Sir John Moore en sus memorias: “Fue solo la acción de Moore lo que me impidió tomar España y Portugal, bloqueando todos mis movimientos planeados, y lo admiro por ello”.
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Referencias
La Guerra de Sir John Moore. De Granados, J.
Páginas de la Guerra de la Independencia 1808 -1809. De Tettamancy Gastón, F.
https://www.elcorreogallego.es
http://royalgreenjackets.blogspot.com/