Cuando hablamos de Edad Media, hablamos de un período histórico que abarca desde el siglo V hasta el siglo XV. Diez siglos de historia que comienza con la caída de Imperio Romano de Occidente, en el año 476 d.C. y que se da por finalizado a finales del siglo XV, en 1492, con el descubrimiento del Continente Americano.
Es creencia generalizada la identificación de la Edad Media con una época de oscurantismos, fanatismo religioso, inquisición, peste, hambre y penurias y desolación. Sin embargo, aunque hubo algo de todo, la Edad Media es mucho más.
Época de castillos, conquistas, monjes, caballeros, doncellas, justas y juglares, es también el momento del descubrimiento de la imprenta, del astrolabio y la brújula, el reloj mecánico, las gafas, los molinos, del arbotante que permitió el paso arquitectónico del románico al luminoso arte gótico en un impulso constructor sin precedentes contribuyendo al nacimiento de las ciudades (villas) y al nacimiento de la burguesía como nueva clase social en alza.
Esta época de luces y sombras se acompaña de múltiples curiosidades, anécdotas, misterios… que bajo este título voy a ir contando de la manera más amena posible y que ha derivado en la actualidad en diversas costumbres que distorsionadas o no todavía se conservan, desconociendo que su origen estuvo en este período.
Los villancicos, acompañantes inseparables de la Navidad, forman parte de la tradición cristiana que celebra y alaba el nacimiento de Jesús. Suenan por los altavoces instalados en cualquier centro comercial, tienda o por céntricas calles. Es tradición cantarlos junto con la familia y amigos en los banquetes navideños.
Pues sepamos que los villancicos tienen su origen en la Edad Media. Ahora bien, estas alegres canciones nada tenían que ver con la Navidad, religión o el nacimiento de Jesús, sino que se trataba de alegres composiciones que eran profanas, se cantaban en el mundo rural y cuyo fin era explicar los acontecimientos que habían sucedido en las villas (amores y desamores, fallecimientos y todo aquello que pudiese interesar al pueblo). Para entendernos, era un noticiero rural en forma de canción.
Su origen se remonta a las cantigas, una especie de poesías cantadas típicas de la época medieval gallego-portuguesa del siglo XII, siendo practicadas en un principio por la nobleza. Su temática versaba sobre el amor, la política y los pesares de las personas de pueblo o áreas rurales. A las personas que cantaban las cantigas se las conocía como juglares, y aquellos que las componían como trovadores.
El villancico es por tanto una de las manifestaciones más antiguas de la lírica popular castellana que en sus orígenes consistía en una breve canción estrófica con estribillo. Su melodía principal se hallaba en la voz superior y normalmente estaba destinado a ser ejecutado por un solista al que le acompañaban dos o tres instrumentos.
En torno al siglo XV se pasa de las cantigas a los villancicos, popularizándose y derivando hacia relatos de las vivencias de gente del pueblo o de la villa, de ahí su nombre , por ser cantados por hombres de la villa (villanos). El villancico en esta época ya consistía en una forma musical y poética que alternaba coplas con estribillo.
Como ejemplo, uno de los villancicos más famosos, antes de convertirse en canciones religiosas de corte navideño, es este de Juan del Enzina, un trovador del León del siglo XV que hace su elogio particular a “vivir el día a día” (Carpe Diem de los romanos):
Hoy comamos y bebamos
Y cantemos y holguemos
Que mañana moriremos
Fueron tiempos de vivir al día, con la incertidumbre del futuro. Tiempos de crisis política en la Iglesia, de múltiples Cruzadas para liberar Tierra Santa y de luchas intestinas contra “herejías”.
Hacia el siglo XVI debido a que las autoridades eclesiásticas – siempre dispuesta a apropiarse y hacer suyo todo aquello que redunde en beneficio de la fe – empiezan a considerar la conveniencia de introducir en la liturgia composiciones en castellano como una forma de acercar al pueblo a los misterios de la fe católica, el villancico poco a poco va cambiando su temática sobre el amor cortés para ir centrándose en temas de tipo religioso. Esta apropiación y adaptación les funcionaba muy bien al tratarse de canciones cortas de rima sencilla, letra pegadiza y fácil de memorizar por un pueblo analfabeto. De esta manera en los albores del siglo XVII se empieza a utilizar en los responsorios de maitines de las principales fiestas litúrgicas como la Navidad, Hábeas Christi, Asunción, santos locales, Epifanía, Trinidad, etc. Así los villancicos se convertirán además de en un obligado ejercicio para acceder al magisterio de capilla, en una de las principales obligaciones compositivas del maestro de capilla para las principales fiestas del calendario litúrgico.
Durante el siglo XVII la interpretación de villancicos se hace cada vez más frecuente a pesar de las prohibiciones por parte de las instituciones conservadoras. Prohibiciones que se basaban en que el uso de los villancicos se había convertido en una práctica cada vez más usual de cancioncitas con forma de diálogo que recreaban la sorpresa de los pastores ante el misterio del nacimiento de Jesús. Temas como este se convertían en un excelente pretexto para realizar divertidas parodias en las que se hacía la burla correspondiente de personajes arquetípicos de diversas nacionalidades. El villancico del siglo XVII tiene una gran complejidad técnica y formal aumentándose el número de voces incluso hasta ocho distribuidas en dos coros dispuestos en diferentes lugares de la catedral y acompañados con instrumentos como el arpa, el violón y el órgano. Los villancicos de este siglo nos han llegado en manuscritos de borrador y en hojas sueltas para cada voz dejando de lado la escritura de facistol para este tipo de género.
El siglo XVIII está marcado por la gran influencia que ejerció Italia en cuanto a música se refiere y no sólo nos estamos refiriendo a la ópera o a la zarzuela sino también al villancico. Influencias italianizantes en el villancico fueron el estilo recitativo, las arias da capo y el estilo compositivo de la ópera seria italiana que provocaron un aumento en la plantilla de las orquestas de las capillas de música catedralicias, una mayor exigencia a la hora de interpretar dichas composiciones junto con una desmedida inversión musical de los centros catedralicios que no rentabilizaban sus resultados prácticos. Los villancicos seguirán teniendo las características populares del siglo anterior que se irán fundiendo con las características musicales de este siglo, situación que provocó que los villancicos se utilizasen en contextos litúrgicos pero esta vez con fines didácticos. Poco a poco se van introduciendo elementos teatrales en las iglesias buscando provocar en el pueblo afectos muy diferentes a la contemplación divina que se conseguía con el viejo estilo polifónico.
El villancico se popularizó rápidamente, convirtiéndose en canciones ampliamente interpretadas en las iglesias durante los oficios religiosos, siendo una manera rápida y eficaz de llevar a muchísimas más personas el mensaje del evangelio hasta la actualidad.
Desde entonces, y hasta llegar a nuestros días, el concepto, rima, letras y melodías ha ido evolucionando a lo que hoy conocemos como villancico.