Escribimos hoy sobre una de las grandes expediciones científicas, y que una vez más tuvo como punto de partida el puerto de A Coruña. Nos referimos a la Expedición Humboldt, la expedición que supuso el verdadero descubrimiento científico de América.
Humboldt hizo con su expedición dos grandes aportaciones a la ciencia, ya que fue el primero en estudiar el cambio climático provocado por la acción del hombre, y el padre de las nuevas ramas de la ciencia: la biogeografía y la climatología comparada.
Biografía de Alexander von Humboldt
Humboldt fue un científico que realizó numerosos viajes de exploración y estudios científicos. No en vano, y en virtud de ello, podemos encontrar que multitud de accidentes geográficos (ríos, cataratas, parques naturales…), especies de plantas y animales y hasta un cráter en la luna, hoy en día, llevan su nombre.
Era un viajero, explorador, geógrafo, astrónomo, vulcanólogo, geólogo, biólogo, antropólogo, humanista y naturalista alemán, de fines del siglo XVIII y comienzos del XIX. Era fundamentalmente un investigador ávido de conocimientos y que protagonizó un gran número de hallazgos e innovaciones en numerosas disciplinas.
Su concepción de la Tierra como biosfera y del conocimiento de la naturaleza como comprensión de su morfología, marcaron la culminación del proyecto intelectual del romanticismo, cuyos puntos de vista en el campo de las ciencias naturales habían de ser desplazados por los planteamientos darwinistas, que vieron la luz el mismo año de la muerte de Humboldt.
Su nombre completo era Friedrich Wilhelm Heinrich Alexander von Humboldt. Era miembro de una aristocrática familia prusiana, en la que nació el 14 de setiembre del año 1769 en Berlín (Alemania).
Su padre había sido oficial del ejército de Federico el Grande pasando luego a ser chambelán de la princesa consorte, con lo que entró al servicio de la corte berlinesa.
Desde muy joven sintió un interés por las ciencias naturales, especialmente los insectos, las plantas y las piedras, y por los viajes Recibió además formación en dibujo y pintura, algo que dejaría patenten las ilustraciones que iría haciendo en sus libros de viajes. Recibió formación sobre economía y la geografía en Frankfurt, Gotinga y Hamburgo. Compaginó estos estudios con sus dos primeros viajes: una excursión geológica por el Rin y una expedición por Bélgica, Holanda, Francia e Inglaterra.
En el año 1791 ingresó en la Escuela de Minas de Freiberg. Cuatro años después, sería nombrado miembro del Consejo Superior de Minas de Prusia, lo que le supone un cargo funcionarial que no le satisfaría plenamente.
Trabajaría como funcionario en el Departamento de Minas de Freiberg, pero terminaría renunciando a su carrera pública tras la muerte de su madre a finales de 1796. En ese momento se hizo con una importante herencia y decidió entonces irse a vivir a Paris donde planeó un viaje por África, pero no lo podría hacer finalmente. Hizo amistad con que le Aimé Bonpland, un botánico francés, que le acompañaría en varias de sus expediciones.
Tras alguna pequeña expedición por el Mediterráneo, Humboldt y Aimé Bonpland se embarcaron, en el año 1799, en la expedición española al Nuevo Mundo, sobre la que versa esta publicación.
Tras la expedición Humboldt residió en París entre 1804 y 1827, pasando en ese año a vivir a Berlín para desempeñar un trabajo por encargo del rey de Prusia. Sería en esta etapa cuando Humboldt desarrollaría la que puede ser considerada su obra más importante: Cosmos, que es un compendio de todas las ciencias naturales conocidas hasta entonces. En esta obra Humboldt desarrolla la idea de una descripción integral de la Tierra como un organismo vivo, en el que las múltiples estructuras y funciones conviven en armonía y cooperación. Pero el gran volumen de trabajo que desempeñaba por entonces por encargo de la corte de Federico Guillermo IV de Prusia y el hecho de participar en varias misiones a Francia le impidieran completar el trabajo, de tal forma que cuando falleció, solo había conseguido publicar cinco de los libros que debían conformar la colección Cosmos.
Humboldt falleció el 6 de mayo de 1859 convertido en el representante más prestigioso de su país en una época en la que éste no poseía apenas peso político en el mundo.
La expedición Humboldt
Humboldt llegó por primera vez a España en diciembre del año 1798, y estuvo los primeros meses del año siguiente recorriendo diferentes partes de la costa Mediterránea. En febrero de 1799 estaba y tuvo la oportunidad de conocer al rey Carlos IV en el mes de Marzo en el Palacio de Aranjuez, merced a la intervención de Mariano Luis de Urquijo, secretario de Estado del rey. Con la colaboración de un amigo, el embajador de Sajonia, Humboldt pudo hacer llegar al rey español su proyecto de expedición científica por las colonias españolas en América. El proyecto debió obtener los parabienes del monarca, pues en apenas cuatro días recibiría los permisos y salvoconductos oportunos para poder explorar las provincias americanas bajo dominio español: Nueva España (el actual México y Centroamérica), Nueva Granada (las actuales Colombia y Venezuela) y Perú.
Tras numerosas gestiones y con la necesidad de emplear la mayor parte de su fortuna en su preparación y dotación de medios, Humboldt pudo organizar la expedición científica que tanto anhelaba. Una expedición por América que le ocuparía por cinco años.
Esta expedición fue considerada como ejemplo de viaje científico por excelencia. Sería costeada con el patrimonio personal de Humboldt.
La expedición partió del puerto de A Coruña, embarcados en una fragata, “Pizarro”. En la expedición le acompañaba Bonpland. La dotación de medios era muy importante pues incorporaba hasta cuarenta y tres instrumentos de medida y observación, como microscopios, telescopios, termómetros, barómetros, brújulas, etc.
La expedición se hace al mar el día 5 de junio de 1799, eludiendo el bloqueo de la armada británica, y apenas once días más tardes divisan ya las Canarias, donde hacen varias incursiones para realizar observaciones científicas. Humboldt quedó maravillado ante la visión del valle de La Orotava. Sus observaciones en la isla le resultaron muy reveladoras para afrontar la nueva perspectiva de lo que vería en América. No sólo recogió en Viaje a las regiones equinocciales su placentera experiencia en Tenerife, sino que dio a luz su atinada y pionera tesis sobre los pisos de vegetación en Canarias, base de nuevos campos de investigación para los botánicos y los geógrafos. Además hizo interesantes observaciones sobre el vulcanismo, la botánica, la población aborigen y la sociedad canaria. Todo ello avivó el interés de otros estudiosos que se acercarían a nuestras islas con objetivos de investigación científica.
Tras cruzar el Atlántico, y en una travesía relatada como tranquila, el Pizarro arribó en Cumaná, Venezuela, el 16 de julio, país en el que estuvieron durante un año y medio. Durante los tres primeros días “corríamos como locos de aquí para allá, sin poder hacer claras observaciones porque al coger algún ejemplar raro lo dejábamos cuando veíamos que a su lado había otro todavía más curioso”, escribió a su hermano Wilhelm, célebre filólogo. Como Goethe, Humboldt adoraba la naturaleza y consideraba que la ciencia tenía que servir a la filosofía: “La Naturaleza para mí no son sólo fenómenos objetivos, sino un espejo del espíritu del hombre”. Los expedicionarios tuvieron la oportunidad de navegar por el Orinoco y adentrarse en sus espesas selvas amazónicas, sorteando rápidos y cargando con la canoa a cuestas. Después de largas jornadas, atormentados por el hambre y los mosquitos y atentos a los jaguares que les acechaban, lograron llegar al río Negro, uno de los afluentes del Amazonas. Habían sido los primeros en navegar por el mítico Casiquiare, un canal natural de trescientos kilómetros de largo que une los sistemas fluviales del Orinoco y el Amazonas y que algunos consideraban una leyenda.
En el trayecto desde Caracas hasta el río Arupe, un afluente del Orinoco donde Humboldt pretendía iniciar su exploración fluvial, realizó una parada en el lago Valencia. Allí sus habitantes le contaron su preocupación por qué el nivel de las aguas estaba descendiendo en los últimos años de forma evidente; así que el naturalista midió y comparó la evaporación media anual de aquel lago con la de los ríos y lagos de todo el mundo. Llegó a la conclusión de que la tala de los bosques circundantes y el desvío de las aguas para regadío eran la causa del rápido descenso del nivel de agua.
Con posterioridad la expedición llegó a Cuba, en la Habana, el 19 de diciembre de 1800, y donde harían una breve escala de unos tres meses que aprovecharon para recorrer el territorio isleño, se dirigieron hacia Colombia. En Bogotá estuvieron un par de meses y allí conocieron al botánico español José Celestino Mutis. Cabe reseñar que al llegar a tierras colombianas, Bonpland tuvo un ataque de fiebre y los dos compañeros tuvieron que descansar seis semanas en casa de Mutis, tiempo que Humboldt aprovechó para, según sus propias palabras, “utilizar el excelente tesoro de libros de Mutis y calcular observaciones astronómicas, trazar líneas meridianas, determinar la desviación magnética, estudiar ictiología y abarcar una cantidad de cosas en las cuales no era posible pensar hasta entonces”.
Ya en setiembre del año 1801, los expedicionarios se dirigen a Perú, haciendo su llegada a Quito el día 6 de enero de 1802. En esta etapa aprovecharon para poder hacer el ascenso de los dos mayores volcanes sudamericanos el Chimborazo y el Pichincha, del primero no consiguieron alcanzar la cima, por el frio y las dificultades respiratorias que la escalada conllevaba, quedándose a apenas 700 metros de los 6.310 que tiene de altitud. En el caso del Pichincha si llegaron a la cima. Estas ascensiones, junto con las del Cotopaxi, el Antizana y el Iliniza, le permitieron a Humboldt observar la gradación de la temperatura y la estratificación de la vegetación a lo largo de la ladera, sentando así las bases de la biogeografía moderna.
Pero Perú les permitió además varias observaciones más como sería el estudio de la aplicación de los excrementos de las aves, el guano, como fertilizando.
El día 5 de diciembre de 1802 zarpan de El Callao, llegando a Guayaquil el 9 de enero de 1803, lugar en el que Humboldt estudió de manera pormenorizada la corriente oceánica que hoy en día lleva su nombre.
Deciden entonces dirigirse hacía Acapulco, a donde arriba el 23 de marzo de 1803. La estancia en estas tierras se prolongaría por un año, tiempo en el que siguió con su búsqueda de conocimientos científicos.
Finalizó su viaje con una estancia de unas siete semanas en tierras de Estados Unidos, donde Humboldt fue huésped del presidente Thomas Jefferson, gran amante de las ciencias naturales. Emprendieron viaje de regreso hacia tierras francesas, llegando al puerto de Burdeos el 3 de agosto de 1804, donde serían recibidos por numerosos interesados por la hazaña.
A lo largo de la travesía, con unos 10.000 kilómetros recorridos, Humboldt y Bonpland realizaron numerosas iniciativas en aras del conocimiento: escalaron volcanes y montañas, navegaron por los océanos de América e hicieron mediciones con sus instrumentos. Pudieron, además, recolectar más de 6000 plantas, de las que unas 1500 eran nuevas para la ciencia. Habían explorado y documentado la fauna, flora, geografía y etnografía latinoamericanas en la expedición científica más ambiciosa realizada hasta entonces.
Publicación de su expedición
El viaje moldeó el pensamiento de Humboldt y le abrió los ojos a una nueva forma de entender el mundo y la naturaleza: cómo un gran organismo dentro del cual todos los seres vivos estaban conectados en un delicado equilibrio. Y en América, Humboldt dejó una huella indeleble, tal y como se refleja este mapa interactivo.
Tal y como decíamos en párrafos anteriores, Humboldt, una vez finalizada la expedición, dedicó veintitrés años, los comprendidos entre 1804 y 1827 a recopilar y ordenar todas sus notas de viaje. El enorme volumen de información se plasmó finalmente en una edición de 35 volúmenes en los que el autor cuenta: sus experiencias personales durante el viaje, una publicación sobre la distribución geográfica de las plantas y otra sobre aspectos de la Naturaleza.
Su obra fue titulada como: Voyage aux régions équinoxiales du Nouveau Continent, fait en 1799, 1800, 1801, 1802, 1803 y 1804.
En todo caso, merced a su libre entrada en las dependencias oficiales, así como la ayuda recibida de los científicos criollos y peninsulares facilitaron que Humboldt reuniera multitud de noticias históricas y científicas, base de una interpretación sintética, en la que Humboldt desarrolló un nuevo modelo de análisis histórico de las sociedades.
Por otro lado, en Cartas Americanas, un libro que recoge más de cien cartas que Humboldt escribió a su hermano y amigos durante su viaje por Latinoamérica, el científico narra, con lujo de detalles, sus expediciones a cada uno de los lugares que visitó. Cuenta, por ejemplo, cómo fue su llegada a Sudamérica, en julio de 1799, cuando desembarcaron en Cumaná, Venezuela. Su primera carta, escrita desde este país, abunda en detalles sobre lo maravillado que lo tenía la naturaleza. “Qué numerosas son también las plantas más pequeñas aún no examinadas! Y qué colores poseen los pájaros, los peces, hasta los cangrejos. Hasta ahora nos hemos paseado como locos, en los tres primeros días no hemos podido decidir nada, porque se rechaza un tema para interesarse por otro. Bonpland asegura que se volverá loco si no terminan de aparecer pronto las maravillas”.
Otra de esas misivas la dirigió al astrónomo Baron von Zach para contarle que ya había recolectado más de 1600 plantas y descrito cerca de 600. “La mayoría nuevas, desconocidas (fanerógamas y criptógamas) y hemos coleccionado los más bellos caracoles e insectos”, relata.
Conclusiones
Gran parte de sus hallazgos los hizo en tierra firme, pero también estudió el mar. Durante sus viajes por los océanos hizo numerosas mediciones. En todo momento, Humboldt aprovechó para estudiar la composición química del aire, la temperatura del agua, la intensidad de la fuerza magnética, entre otras observaciones. Fue en estos recorridos marinos que logró medir la temperatura de esa corriente fría que recorre el mar peruano y chileno y que ahora conocemos como Corriente de Humboldt.
El pingüino de Humboldt también tiene un espacio privilegiado en la lista de lugares, especies de animales y plantas y eventos naturales que llevan el nombre del investigador alemán. Esta especie (Spheniscus humboldti) se llama así no porque haya sido descubierta por el científico, sino porque tiene un vínculo natural con la corriente marina que tiene su apellido.
También figuran el Pico Humboldt, en Venezuela; el río Humboldt, en Estados Unidos; y la bahía Humboldt, en Colombia, el Parque Nacional Alejandro de Humboldt, en Cuba, entre otros lugares que han sido bautizadas con su nombre para rendirle homenaje.
Humboldt también fue un duro crítico de la esclavitud y los maltratos a los indígenas que constató durante su viaje. Como geólogo, profesión que ejerció antes de viajar a Latinoamérica, tenía mucho interés por visitar las minas en el nuevo continente y fue justamente en estos lugares donde su indignación crecía al ver las condiciones en las que trabajaban los indígenas dentro de los socavones. Sus visitas a las minas de Hualgayoc en Perú y a la Valenciana y Rayas en Guanajuato, México, fueron clave para convertirse, de por vida, en un adversario de la esclavitud. “Los escalones son tan empinados que parecía que estuvieran gateando de manera vertical”, escribe en una dura descripción de cómo los indígenas tenían que desplazarse dentro de las minas. Y después agrega: “ellos suben y bajan de 8 a 10 veces al día y después se habla de la debilidad de los indios y la fuerza de la raza blanca, pero nosotros, que además estamos bien alimentados, apenas logramos entrar y salir una vez al día a la mina Valenciana. Yo mismo me sentí miserable”.
Su viaje fue sorprendente y ahora, 250 años después de su nacimiento, su legado permanece vigente. Para muchos, como dijo Simón Bolívar en su tiempo: Humboldt fue el verdadero descubridor del Nuevo Mundo.
Los historiadores cuentan que las investigaciones de Charles Darwin estuvieron inspiradas en estos escritos, y no es para menos, aun hoy, cualquiera que lea su obra y explore la vida del científico alemán sentirá fascinación por su trabajo.
Todo un polifacético héroe de la ciencia. Y también un visionario cuyas ideas fueron la semilla de futuras teorías y disciplinas (como la evolución, la tectónica de placas o la dinámica oceánica) e incluso de nuevas sensibilidades (como el conservacionismo o el ecologismo).
Si estáis interesados en conocer otras grandes expediciones que partieron de A Coruña, os recomendamos la lectura de nuestros post:
Expedición Balmis. Los niños de la vacuna contra la viruela
La conquista de las Molucas. La expedición García Jofre
Lectura recomendada
Referencias
La aventura métrica de Alexander von Humboldt. De Ruiz Morales, M.
https://historia.nationalgeographic.com
https://mihistoriauniversal.com/biografia/alexander-von-humboldt.