Una nueva incursión en la mitología gallega para encontrarnos con una criatura fantástica, la coca, el dragón de la mitología gallega.
La mitología gallega
Galicia es una tierra llena de leyendas y seres mitológicos. Algunas se han ido perdiendo con el transcurrir del tiempo, por el contrario, otras llegaron hasta nuestros días, formando parte de la memoria colectiva del pueblo gallego.
Las figuras mitológicas gallegas son un tesoro cultural que ha resistido el paso del tiempo y sigue cautivando a generaciones presentes y futuras.
¿Qué es la coca?
Nos estamos refiriendo a una criatura enigmática, que forma parte de las leyendas más antiguas, y por lo tanto las referencias que se pueden hacer sobre ella, proceden del acerbo cultural y la memoria transmitida por nuestros antepasados.
La leyenda que marca su origen pertenece a un tronco común en muchos pueblos y se puede resumir en un argumento que asegura la existencia de un monstruo, en general en forma de dragón o serpiente, que en muchas ocasiones vive en el mar y exige periódicamente la entrega de un humano, normalmente una mujer joven y virgen, a cambio de no acabar con las vidas y haciendas de los vecinos del lugar. Este relato se encuentra en lugares tan diferentes como Escocia, Países Escandinavos, Senegal, Vietnam o Japón.
La coca suele ser descrita como un ser de aspecto monstruoso, una especie de ser hibrido, entre un dragón y una serpiente. En su parte dorsal tiene dos enormes alas. Está dotado con cuatro patas en las que posee unas poderosas garras, mientras su cabeza cuenta con el protagonismo de unos enormes y tenebrosos ojos sus fauces están dotadas de una temible dentadura.
Se trata de un ser que vive en el agua, en los mares y ríos. Según la leyenda, habitaba en la ría de Vigo, dedicándose a aterrorizar a los habitantes de la zona y procurando hacerse con jóvenes para saciar su apetito.
Para los más incrédulos, se dice que la coca tal vez fuese un depredador, un cocodrilo podría ser, que hubiese llegado accidentalmente a las costas gallegas. O tal vez un tipo de serpiente.
Hay que decir que seres similares a la coca se encuentran también en otras zonas del territorio español, aunque con una denominación diferente, pues para referirse a estas criaturas, se habla de la tarasca, una especie de dragones que campaban a sus anchas por las costas y ríos de todo el territorio peninsular e incluso de Francia, donde estas criaturas aterrorizaron a la gente ribereña y a los buenos viticultores de la ciudad de Tarascón, a orillas del río Ródano, en Borgoña.
En esta ciudad, el monstruo Tarasque, “mitad animal, mitad pez, más gordo que un buey, más largo que un caballo, con dientes como espadas y gruesos como cuernos, protegido a cada lado con dos escudos” se escondió en el río Ródano, “donde mató a los transeúntes y hundió barcos”. Los Tarrasque vivieron hacia el año 309 d.C., en las marismas cercanas a esta ciudad. Pero, al igual que Coca de Redondela, el reino demoníaco de la Tarasca llegó a su fin. Desafortunadamente para él, Santa Marta evangelizó cerca. Advertida por la población aterrorizada por este monstruo, ella valientemente se enfrentó a él.
La Tarasque
Cuenta la leyenda de la Tarrasca de Tarrascón que ella lo encontró feliz en vida, saboreando a un hombre entero. ¡Pero esta sería la última comida de este monstruo codicioso! Santa Marta roció agua bendita sobre la codiciosa criatura y ésta se quedó dormida. Aprovechando el letargo del monstruo, quizás provocado por el agua bendita o quizás por la digestión del hombre que había tragado, los aldeanos lo mataron con espadas y piedras. Y así se extinguió el último cocodrilo, es decir, el monstruo tarrasco, de esa región del Ródano.
Algunos dicen que el Tarrasque fue un ser procedente de la imaginación celta. Dicen que existió un ser mitológico al que los celtas que vivían en lo que hoy es Francia y la península Ibérica apodaron Tarasca. Su cuerpo era mitad mujer y mitad serpiente. Era experto en engañar y seducir a los hombres, a quienes luego mataba y devoraba.
La coca en Galicia
En Galicia, la Coca está documentada en primer lugar en Ourense, en el año 1437, y más tarde en Santiago, Lugo, Betanzos, Ribadavia, Tui, Baiona, A Coruña, Noia y Pontevedra.
Todavía permanece viva en Redondela, donde está documentada desde 1599, y en Monção (Portugal), área portuguesa en la que también existió en Coimbra, Évora, Viseu, Porto, Braga, Viseu y otros muchos lugares.
Como decíamos antes, la primera mención de la Coca en Galicia la tenemos en un documento ourensano de 1437 publicado por Ferro Couselo en el que se recoge la mediación del obispo de la ciudad Don Diego y los regidores y jueces en una disputa entre cofradías sobre el orden que habrían de seguir en la procesión, estipulándose que la coqa o coquetriz de los zapateros de la cofradía de Santa Eufemia ocupase el tercer lugar según se tenía costumbre (lo que indica que ya se venía celebrando con anterioridad).
En junio de 1441aparece una nueva mención de la coca de Ourense, en un documento en el que se ordena desplazarla al final de la procesión “porque dicha coqa es escandalosa”.
En Santiago encontramos que en 1579 se habla de la cofradía de los zapateros con su oficio de la coqa, representando la historia de San Jorge a caballo cuando fue lo del dragón y la doncella, tanto en la procesión del Corpus como en la fiesta de San Roque, al igual que sucedía en Betanzos o en A Coruña.
En Pontevedra era el gremio de zapateros de San Julián, que al menos desde 1552, sacaba la coca que encabezaba la procesión.
Peculiar es el caso de Betanzos, porque allí la coca no iba sobre ruedas, sino que era una figura portante de cuerpo flexible de tela y cabeza de madera que llevaban cuatro muchachos cuyas piernas sobresalían por debajo como en los dragones chinos, encargándose el primero de mover la cabeza y manejar el mecanismo que le permitía abrir y cerrar la boca. El pueblo la denominaba camello (y así la llaman también los visitadores arzobispales del siglo XVII que piden su desaparición), porque tenía jorobas en una de las cuales cabalgaba un muñeco conocido, como Juan Ynfante. Iba acompañada de guardias, pajes y un Rey, y durante su recorrido urbano paraba ante las casas de los vecinos tenidos por judaizantes a los que amenazaba mientras la multitud los colmaba de improperios.
El cocodrilo de Ares, semejante al camello de Betanzos, vivía en la playa de Sabadelle, haciéndose visible cada vez que se producía bajamar.
La presencia de figuras semejantes a la coca, se detecta en otros lugares como en la cueva do Rei Centolo, en Argomoso, así como un amplio conjunto de narraciones que las vinculan con las leyendas de desencantamiento de un tesoro, muchas veces situado al lado de una fuente, o al tributo de las cien doncellas.
Tenemos también noticias de cocas en Ribadavia (Ourense) donde se la conocía como A Becha (la Bicha) y se conserva documentación desde 1579.
En A Coruña, donde hay datos desde 1683 sobre una Coca que pervivió hasta el siglo XVIII -se suprimió en 1778-, la cual llevaba encima un judío o fariseo con un letrero en la espalda.
Siempre era el gremio de zapateros el que la sacaba y frecuentemente el de mareantes con una danza de espadas el encargado de someterla, rememorando la lucha entre San Miguel o San Jorge y el dragón, trasunto a su vez de antiquísimos mitos indoeuropeos. En muchos casos y del mismo modo que sucede hoy en Redondela, la Coca salía en el contexto del Corpus pero desvinculada de la procesión, probablemente por los escándalos que provocaba, tanto por los improperios del público como por la actitud de los que la llevaban o viajaban dentro de ella que aprovechaban el tumulto para sacar los brazos por la boca u otras aberturas y sustraer objetos de las tiendas o de la gente.
La casi total desaparición de la Coca en Galicia se debió en buena medida al efecto de las prohibiciones de Carlos III (20 de febrero de 1777, 21 de julio de 1780 y 10 de abril de 1782), vetando los disciplinantes, empalados y otros espectáculos semejantes, así como los gigantones, gigantilla y Tarasca, que solo servían para aumentar el desorden y distraer o resfriar la Devoción de la Majestad Divina…
Estas disposiciones reales se pusieron lentamente en vigor por los Consistorios gallegos y, según se desprende de la documentación de Santiago, Pontevedra y A Coruña, fueron bien recibidas por los gremios, que veían así la posibilidad de librarse de los gastos y molestias que les ocasionaba la obligación histórica de organizar estos juegos.
Fuera de Galicia hay una historia parecida a la de la coca de Redondela, que aparece en el Sablón del Espartal, playas de la antigua tría de Avilés, en Asturias, allá por el siglo XVII. Cuenta que una culebra monstruosa subió por los acantilados de la Garita de San Cristóbal, buscando cobijo en una cueva, desde la que atacaba a las gentes y ganado del lugar. Lo marineros de Sabugu se armaron con sables e intentaron abatir a este ser, en lugar conocido como La Sablera. Pero fue en vano. La solución la encontraron los frailes del Convento de Raíces que dieron de comer a la culebra un capitel de piedra, envuelto en pieles, a modo de res preparada para el sacrificio. El monstruo murió reventado y la gente abrió el cuerpo del animal para sacar el capitel, que más tarde sería utilizado como pila bautismal.
La leyenda de la coca de Redondela
Se trata de la más famosa de todas las leyendas gallegas sobre la coca.
Hemos encontrado varias versiones, muy similares, que seguidamente transcribimos.
- Relato de X.M Cabaleiro Santos, de Catapeixe, Cesantes (Redondela) en febrero de 2009 (extraído de https://galiciaencantada.com/lenda.asp?cat=4&id=1489)
En el siglo XVI, en la desembocadura del río Alvedora, unos jóvenes quedaron ensimismados viendo un extraño acontecimiento en el fondo del río, parecía como si una olla gigante estuviese cociendo debajo de las aguas. Pronto llegaría más gente, quienes atemorizados se pusieron a rezar.
De repente, del fondo del río emergió un enorme dragón, de color verde, y la piel cubierta de limo. Esta visión hizo que todos los presentes quedaran paralizados por el miedo, contemplaron como el dragón con su boca cogió a una joven y se la llevó con él al fondo del rio, desapareciendo ambos.
Esperaron un tiempo y al ver que no acontecía nada, decidieron retirarse a sus hogares, pero en conmemoración de ello, todos los años, en esas mismas fechas, más o menos en la celebración del Corpus Christi católico, se dejaba a una joven en el m ismo lugar donde había aparecido el dragón, a modo de sacrificio, para satisfacerlo.
Pero pasados varios años, hartos de esta situación, decidieron armarse con unas espadas y enfrentarse al dragón, lo que hicieron la noche en que apareció, y dándole muerte. Felices por el resultado obtenido, se celebró una gran fiesta, los hombres bailaban con sus espadas manchadas con la sangre del dragón, y cargando con las chicas sobre sus hombres. A partir de entonces, todos los años se celebra “la Festa da Coca”.
- Otra versión con más detalle, sería la siguiente:
El pequeño pueblo pesquero de Redondela, dormía ese día en un apacible estancamiento. Los pescadores, que ya habían salido al amanecer para traer nuestro pescado diario, ya habían regresado de su trabajo.
Dos niños caminaban por la desembocadura del río Alvedosa, en dirección a la Ría de Vigo. Miraron al mar y notaron que el agua se movía de manera extraña. Al rato, vieron que el agua empezaba a burbujear, como una cacerola de rico cocido gallego.
Asustados por esto, huyeron del lugar que discurría por el Caminho da Portela hacia el pueblo de Redondela, donde vivían. Mientras corrían, de vez en cuando miraban hacia atrás con miedo, buscando nerviosamente con sus ojos algún monstruo, alguna dulce niña, o algún otro ser aterrador de los muchos que hay en Galicia, y que los estaría persiguiendo.
Al llegar al pueblo, vieron a mucha gente asustada, rezando con sus rosarios y lamentando en voz alta que había llegado la hora del fin del mundo. Dijeron que había aparecido en Redondela un animal extraño y monstruoso, con cuerpo de dragón.
Tenía una cola enorme, con forma de gran serpiente. Y esa cola, decían los asustados vecinos, era tan afilada como los palos que se utilizaban para sacar los berberechos de la arena. Este animal demoníaco apareció entre las olas del mar cerca de la desembocadura del río Alvedosa y se arrastró hacia tierra firme.
Todos podían ver las fuertes garras de sus cuatro patas. En su cabeza, sus dos diabólicos ojos rojos brillaban como brasas. Su boca, de enormes mandíbulas, estaba muy abierta y estaba armada de grandes dientes puntiagudos. El monstruo verdoso y malvado avanzó siniestramente hacia un grupo de personas, que se encontraban allí paralizadas de terror ante la aparición demoníaca. Movía su enorme cabeza de un lado a otro. De repente, se abalanzó y agarró a una niña que estaba cerca y la arrastró al agua. Ambos desaparecieron. La gente del pueblo estaba aterrorizada. Día y noche todos hablaban de esta extraña aparición del monstruo marino, que sería el Leviatán descrito en la Biblia, aseguraron algunos.
Al cabo de unos días, el monstruo regresa y ataca de nuevo a otros niños, siempre los más pequeños y bellos, según cuentan hasta el día de hoy los vecinos, y se los lleva al mar. Y una y otra vez… y otra vez. El terror se apodera de los residentes.
Un día, un marinero navegaba por la cala de San Simón y pasó cerca de la isla del mismo nombre, no lejos de Redondela. Escuchó a los niños gritar. Desvió el barco acercándose a la isla. Para su sorpresa, descubrió que los gritos procedían de varios niños de Redondela que habían sido secuestrados por el monstruo marino. Probablemente la criatura malvada y glotona los guardaba allí, en la isla de San Simón, como suministro de alimento para sus comidas.
El marinero navegó lo más rápido que pudo hasta el pequeño puerto de Redondela. Al llegar allí, informó a los vecinos que había encontrado a los niños desaparecidos. Había llegado el momento de vengarse del monstruo diabólico. Los hombres corrieron hacia el herrero del pueblo, quien les hizo espadas a todos. Normalmente, según las leyes feudales de la Edad Media, a la gente común no se le permitía portar espadas. Pero esta fue una excepción. Bien armados, los redondelanos aprovecharon la marea baja, cuando una franja de tierra une la isla de São Simão con tierra firme, y se dirigieron a la isla. Allí encontraron a los niños prisioneros del monstruo. Tras una dura lucha, los hombres de Redondela consiguieron acabar con aquel monstruo.
- Tenemos también la versión que expone José Martínez Crespo en su libro “Corpus Christi en Redondela”:
Un animal extraño y monstruoso , con cuerpo de dragón terminado en una enorme cola como de gran serpiente, con enormes alas semejantes a las de un murciélago colosal, fuertes garras en sus cuatro fornidas patas y una cabeza en la cual relucían como ascuas unos ojos terribles, abriéndose en la parte inferior una boca de mandíbulas enormes armadas de fuertes y aguzados dientes, surgió de las embravecidas olas del mar y avanzó por tierra firme hasta Redondela, donde devoró a dos muchachas sin que nadie pudiera impedirlo, antes de volver a zambullirse y desaparecer.
La Coca irrumpió en Redondela allá por el siglo XIV, según narró Leandro Carré Alvarellos en “Las leyendas tradicionales gallegas”, y repitió su incursión una y otra vez, llevándose siempre, como si previamente las eligiera, a las chicas más hermosas de la villa.
Cuentan que Xan Carallás navegaba por la ensenada cuando escuchó los quejidos de las muchachas, cautivas en la isla de San Simón y corrió hasta Redondela para formar un ejército con los hombres más valerosos, que armado con espadas dio muerte a la bestia y liberó a las jóvenes, llevándolas de vuelta al pueblo junto a los restos del monstruo marino.
Eran las fiestas del Corpus Christi y desde entonces dicen que tanto la Coca como las chicas y sus salvadores se integraron en la procesión, con el baile de “las penlas” (unas niñas vestidas de blanco y con alas que bailan sobre los hombros de unas mujeres llamadas “burras”) y “la Danza de las Espadas” de los victoriosos marineros.
Según este autor, la Coca no tiene sentido sin el Corpus. Del latín tardía Cocatrix (cocodrilo) fue el nombre que recibió en Galicia el dragón que en numerosas localidades acompañaba la procesión. Así lo contaba el Padre Sarmiento en 1760: “En Galicia, y en especial en Pontevedra, no se llama Tarasca sino Coca y este es nombre más apropiado para lo que representa en la procesión del Corpus (…) La cabeza de la Coca de Pontevedra no tanto es de serpiente como de Cocatrix, el cocodrilo y, por consiguiente, el Leviathán que Cristo venció”.
- Por último, la versión extraída de “A flor da auga” (Edicións Xerais de Galicia), coincidente con la que nos cuenta nos cuenta Alberto Álvarez Peña en su “Mitologia gallega”, y que conecta el origen mítico de la coca con las tradiciones de los castros y los relatos de serpientes. Estos autores nos dicen lo siguiente:
La Coca fue primero una doncella que lloraba por unos amores desgraciados. De tanto llorar, casi no se da cuenta de que le habían salido alas. Intentó volar, pero no pudo porque, al mismo tiempo, le había salido una larga cola. Sus labios se transformaron en una horrible boca de reptil y sus lágrimas formaron el río Alvedosa, que terminó por arrastrarla al mar.
Ya convertida en serpiente, se presentó un día, de repente, en Redondela. Surgió de las olas del mar, que estaba enfurecido y, en un veloz ataque, devoró a dos jovencitas que jugaban en la plaza de la villa. Repitió muchas veces su ataque, llevándose siempre a las jóvenes más hermosas.
Los vecinos de Redondela hicieron una asamblea y escogieron a los veinticuatro hombres más fuertes y valientes, dándoles la misión de atacar a la bestia durante su próxima aparición. La campana de la iglesia dio el aviso de la llegada del monstruo y los veinticuatro elegidos lo acosaron, dándole muerte con sus espadas.
Se formó en seguida una gran procesión alrededor del cadáver de la bestia y los vencedores empezaron a bailar. Las mozas siguieron el baile, llevando en sus hombros a las niñas más pequeñas, y bailando con ellas en alto. Ese es el origen de la danza de las espadas y de del baile de las penlas, con los que anualmente se celebra la muerte de la Coca, desde tiempos muy remotos.
Esta bella leyenda unifica las dos leyendas que hay sobre la Coca: la del monstruo que ataca Redondela y la de la transformación de la doncella. No es algo extraordinario. Todo el folclore gallego está lleno de muchachas que se transforman en culebras.
Leyendas parecidas en Europa
Además de lo ya comentado al principio de este post, sobre la tarasca en Francia, en toda Europa era frecuente sacar en la procesión del Corpus la imagen con ruedas de una serpiente-dragón, símbolo de las fuerzas demoníacas vencidas por el Sacramento. Conocida en la mayor parte de los sitios con el nombre de Tarasca.
Los primeros testimonios europeos de Tarascas del Corpus los tenemos en Flandes en los siglos XIV-XV (Amberes, 1398, Lovaina 1411, Aalst, 1424…), aunque hay pruebas de la existencia anterior de dragones en las procesiones y rogativas de la Ascensión, que según Avito de Vienne fueron instituidas en Francia por San Marmerto en el siglo V.
Tarasca del Corpus
Estos dragones simbolizaban al diablo y eran quemados pasados los tres días de rogativas, una costumbre que se mantuvo hasta el siglo XIII de acuerdo con el testimonio del predicador francés Jaques de Vitry. Posteriormente dejaron de quemarse, pero los dragones siguieron saliendo en las procesiones de las rogativas hasta el siglo XVIII (por ejemplo: el Graoully de Metz).
También se encuentran seres parecidos a la coca en Escocia, Gales e Inglaterra, e incluso, fuera del territorio europeo, por ejemplo, en China.
La fiesta de la Coca en Redondela
En la villa de Redondela (Pontevedra), ni las ordenanzas ilustradas ni las disposiciones del obispo de Tui consiguieron acabar con una figura a la que el pueblo denominaba “Santa Coca” y que se ha mantenido viva hasta nuestros días, aunque en la actualidad salga desvinculada de la procesión del Corpus siendo objeto de una fiesta independiente, la Festa da Coca.
Desde el día de la derrota del monstruo, se celebra en Redondela la “Fiesta de la coca”, en la que se baila la vistosa Danza de las Espadas, para celebrar y rememorar la hazaña. Junto a ellos bailan las penlas, niñas vestidas de blanco con pequeñas alas que representan a las jóvenes vírgenes, a hombros de las burras, mujeres que simbolizan a sus mayores. La fiesta, las alfombras florales y la escenificación de la muerte de la coca de Redondela atraen a miles de personas a esta localidad, para participar en una fiesta que se prolonga durante cuatro días.
Sólo la cabeza de la magnífica recreación de la coca, que desfila por las calles de Redondela, se conserva tal y como aparecía en las fotografías de los años 20. La figura de la criatura ha sido sometida a varias restauraciones a lo largo de los siglos. Respecto a las alfombras, se tiene constancia de la costumbre de alfombrar las calles al paso de la procesión desde el siglo XVI. De las alfombras florales, por otro lado, sólo hay noticia a partir de 1950. Parece ser que al principio solo era. espadañas y flores esparcidas por las calles. Su diseño artístico surge a partir de 1965.
Los inicios de la fiesta se remontan a 1482. El Ayuntamiento de Redondela y los gremios aportaban imágenes a la procesión, pero también danzas y otras representaciones. La que terminaría perviviendo en el tiempo sería la lucha de san Jorge con el dragón, la coca.
En Monçao, al otro lado del río Miño, también se celebra. La diferencia entre Galicia y Portugal es que en el país vecino se mantiene la figura de san Jorge, que sigue siendo quien se enfrenta y vence al monstruo.
Las primeras noticias sobre la Danza de las Espadas de Redondela datan del siglo XVI.
En todo caso, la leyenda de la coca es un vínculo emotivo entre el pasado mitológico de Galicia y sus festividades contemporáneas.
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Referencias
A flor da auga. De Miranda, X y Riegosa, A.
Mitoloxía de Galiza. De Vaqueiro, V.
Mitología gallega. De Álvarez Peña, A.
https://www.davidtebras.com/FantasiaCelta/la-coca-de-redondela/La Coca de
https://meigasgallegas.com/la-coca-de-redondela/
https://teatroengalicia.juliomontanes.synology.me/
https://www.davidtebras.com/FantasiaCelta/la-coca-de-redondela/