Este año, el 2021, se conmemora el primer centenario del fallecimiento de Emilia Pardo Bazán, gran escritora, una de las cumbres de la literatura española, defensora del feminismo sobre todo a través de su obra literaria.
Comencemos con un rápido repaso por su biografía:
Emilia Pardo-Bazán y de la Rúa-Figueroa, nació en A Coruña el 16 de septiembre de 1851, hija única de Don José Pardo Bazán y Mosquera y de Doña Amalia de la Rúa Figueroa y Somoza, condes de Pardo Bazán. Recibió, en su propia casa, una esmerada educación, demostrando desde su infancia un interés especial por la literatura y comenzando la escritura de breves relatos, poesías con apenas 10 años. Con 13 años escribiría su primera novela “Aficiones peligrosas”. Y ya siendo una adolescente, con 15 años de edad escribió su primer cuento “Un matrimonio del siglo XIX”, el primero de los casi 600 que escribiría a lo largo de su vida.
Emilia tenía una fuerte personalidad que manifestó desde su niñez, negándose a formarse en materias habituales en las que se instruía la mujer, concretamente en música y economía doméstica. Sintió tempranamente un fuerte interés por la literatura, la filosofía, la historia e incluso los idiomas. Lamentablemente no pudo acceder, como era su deseo a una formación universitaria que en aquellos tiempos, finales del siglo XIX estaba vetada a las mujeres. No obstante, tuvo la oportunidad de completar su formación durante su estancia en Madrid en las épocas invernales en las que su familia, por mor de la actividad política de su padre como Diputado de Cortes por el Partido Liberal Progresista, durante el Sexenio Revolucionario.
Con apenas 16 años, en el año 1868, Emilia Pardo Bazán, según sus propias palabras, vive tres acontecimientos importantes en su vida: “me vestí de largo, me casé y estalló la Revolución de septiembre de 1868”.
Efectivamente ese año Emilia contrajo matrimonio con José Quiroga, estudiante de Derecho. La boda se celebró el 10 de julio en la capilla de la granja de Meirás, propiedad de los padres de la novia. Este nuevo estatus le permitió viajar continuamente por toda España, pudiendo así conocer y entender la situación de la mujer en nuestro país.
Tras la entrada de Amadeo de Saboya y la guerra carlista, toda la familia abandona España temporalmente, visitando varios países de Europa, lo que despierta en Emilia la inquietud por los idiomas, con el deseo de leer a los grandes autores de cada país en su lengua original. Su inquietud intelectual va en aumento y, al regresar a España, entra en contacto con el krausismo a través de Francisco Giner de los Ríos, con quien le uniría una gran amistad. El influjo de los krausistas la empuja a la lectura de los místicos y de Kant, y estos, a su vez, la conducen hasta Descartes, Santo Tomás, Aristóteles y Platón.
Unos años después, en 1876, nace su primer hijo, quien recibe el nombre de Jaime. Este mismo año Emilia gana un concurso literario, con motivo del centenario de Feijoo, en la ciudad de Ourense, dándose así a conocer públicamente. Además, continua con sus escritos en poesía y gracias a Giner de los Ríos se edita en 1881 el libro de poemas de doña Emilia, titulado Jaime.
Emilia Pardo Bazán consideraba la novela como un género menor, de mero pasatiempo, sin embargo, el conocimiento de las obras de sus contemporáneos la anima a escribir su primera novela “Pascual López”, autobiografía de un estudiante de medicina, obra que muestra influencias de Pedro Antonio de Alarcón y de Juan Valera.
En el año 1880 acepta asumir la dirección de la Revista de Galicia, en 1880.
Una nueva novela, “Un viaje de novios”, basada en su propia experiencia de un viaje por Francia, y que supone una muestra de la importancia del naturalismo en la obra de Pardo Bazán, fue publicada un año más tarde. Ese mismo año también publica “San Francisco de Asís”.
En la línea naturalista que utilizó en su novela Un viaje de novios, también escribió una serie de artículos y nuevas novelas: “La Tribuna”, “Los Pazos de Ulloa” (obra cumbre del naturalismo español), “La madre naturaleza” y “La piedra angular”. Paralelamente a la creación de esas novelas, también escribió otras que se apartan de la técnica naturalista, nos referimos a: “Es cisne de Viamorta”, “Insolación”, “Morriña”, “Una cristiana” ,“La prueba”, “La piedra angular” y “Memorias de un solterón”, que siguen una técnica de observación realista, la primera, y un cierto idealismo en el resto. También en estos momentos colabora con diversos artículos sobre Émile Zola, que son publicados en la revista Época, y que serían recopilados en “La cuestión palpitante”, obra que, según algunos autores desencadenaría un gran impacto social y escándalo, lo que provocaría que su marido le pidiera que abandonara la escritura, y al negarse ella, desembocaría en la separación del matrimonio.
En 1891 emprende una nueva aventura periodística con ”Nuevo Teatro Crítico”, revista fundada y escrita completamente por ella, que tanto en su título como en su planteamiento misceláneo, cultural en sentido amplio, y divulgativo quiere rendir homenaje a su admirado Feijoo. En esta revista incorpora críticas literarias, ensayos, noticias sobre otros escritores, estudios de actualidad política y social, etc.
En 1892 funda y comienza a dirigir la Biblioteca de la Mujer.
Fue colaboradora en numerosas revistas y periódicos, en las que publicaba crónicas de viajes, artículos, ensayos y un gran número de cuentos (más de 500), que agruparía en varias colecciones: “Cuentos de Marineda”, “Cuentos de amor”, “Cuentos sacro-profanos”, “En tranvía”, “Cuentos de Navidad y Reyes”, “Cuentos de la patria”, “Cuentos antiguos”… Y también en la prensa, en “La Lectura”, empieza a salir en 1903 su novela “La Quimera”, que dos años después vería la luz como libro. Confirmando su criterio de que la novela debe reflejar el momento en que es escrita, pueden apreciarse en esta novela ciertos ecos modernistas y simbolistas.
Durante el año 1900 publica varios artículos sobre la Exposición Universal de París, en el “Imparcial”, artículos que conformarán el libro “Cuarenta días en la Exposición”.
En el año 1906 es nombrada Presidenta de la sección de Literatura del Ateneo de Madrid. Este mismo año, además estrena en Madrid, sin éxito dicho sea de paso, las obras teatrales “Verdad“ y “Cuesta abajo”.
En 1908 publica “La sirena negra” cuyo tema central es el de la muerte.
A partir de 1908 comienza a utilizar el título de Condesa de Pardo Bazán, que le otorga Alfonso XIII en reconocimiento a su importancia en el mundo literario.
En 1910 es nombrada, por Alfonso XIII, consejera de Instrucción Pública, y en 1912 socio de número de la Sociedad Matritense de Amigos del País. Dos años después se le impondría la Banda de la Orden de María Luisa, y recibiría del Papa Benedicto XV la Cruz Pro Ecclesia et Pontifice…
En 1916 el ministro de Instrucción Pública la nombra catedrática de Literatura Contemporánea de Lenguas Neolatinas en la Universidad Central, aunque tuvo que sufrir el boicot del resto de profesores del claustro y de los propios alumnos, que se negaban a asistir a una clase impartida por una mujer.
El 12 de mayo de 1921, una complicación con la diabetes que padecía le provoca la muerte. Al día siguiente, toda la prensa hablaba de la escritora fallecida el día anterior, reconociéndole méritos que en vida le fueron negados, simplemente por ser mujer. Fue enterrada en la cripta de la iglesia de la Concepción de Madrid.
Desde el punto de vista ideológico, Pardo Bazán fue carlista de joven, y siempre mantuvo una relación particular con el mundo antiliberal. Sin embargo, en algunos aspectos fue totalmente anómala en su clase social y en su ambiente ideológico, ya que la escritora luchó para que la educación sentimental de las mujeres cambiase y fuese más allá de que éstas tenían que limitarse a ser madres.
Por otro lado, su vida sentimental fue también equivalente a la de cualquier hombre de su época y posición. Su amistad literaria con Galdós desembocó en una relación de alto voltaje en la que las cartas que ella le mandaba a él (y recogidas en el volumen “Miquiño mío”. Cartas a Galdós) llegaban a mostrar un ardor y erotismo inesperados en una dama de la época. Como ejemplo la carta del 15 de diciembre de 1889. «Minino: El martes allí tendrás a tu Suriña. Se me hace el tiempo largo; la meta de mis deseos ¡cual huye ante mis asombradas pupilas! ¡Oh! Seductor, no me fascines con tu serpentina lengua! Adiós, mono. En cuanti que te vea te como».
Fue, por tanto una mujer independiente y excepcional en la España de su época y precursora de las ideas feministas y de los derechos de la mujer actuales.
“Conservadora y feminista radical, católica militante y separada de su marido, célebre y denostada, admirada y ridiculizada, moderna y anti-moderna, gallega hasta la médula, nacionalista española, europeísta y cosmopolita, tradicionalista y fascinada por el progreso, amante de las polémicas, transgresora y totalmente anti-sentimental, …”. En estos términos la describe Enrique Clemente en su artículo de La Voz de Galicia, del 11 de junio de 2021.
De su carácter y personalidad da muestra la anécdota recogida por diversos autores que cuenta que con motivo de la asistencia a un Congreso feminista en París, Emilia Pardo Bazán proclamó, nada más llegar: “A mí aquí no me ha mandado venir nadie, me he mandado yo venir”.
Desde el punto de vista devolución del estilo literario de su obra, cabe señalar que a partir de 1890, Emilia Pardo Bazán abandonó el naturalismo y se introdujo en el idealismo y el simbolismo.
Seguiría recibiendo influencias merced a los continuos contactos con intelectuales de la época y las diferentes corrientes artísticas, iniciando además el componente feminista que la escritora incorpora en su lucha por la emancipación social e intelectual de la mujer. En este sentido, tras la publicación de ensayos como “La mujer española”, pasaría a participar en numerosas conferencias, creándose amigos y enemigos a partes iguales. La sección más machista de intelectuales y aristócratas no veían con buenos ojos la admiración que una mujer podía despertar por sus dotes literarias. De esta época es una de sus frases más conocidas: “Si en mi tarjeta pusiera Emilio en lugar de Emilia, qué distinta habría sido mi vida”.
Por otro lado, en obras como “Una cristiana”, “La piedra angular” o “Dulce sueño”, trata temas como la religión, la vida de la época, deberes familiares o incluso la relación entre enamorados.
Emilia Pardo Bazán, en sus novelas buscó retratar a las mujeres reales surgidas del cambio social. En “La Tribuna”, en el año 1883, describió con detalle la dura vida de las trabajadoras de una fábrica de cigarros de Marineda, el trasunto literario de su Coruña natal, y a la que siempre se refería con esa denominación.
Emilia Pardo Bazán fue una mujer brillante, preparada y pionera en su tiempo. Las posibilidades económicas de su familia le permitieron recibir una educación que supo aprovechar y cultivar hasta convertirse en novelista, poetisa, periodista, traductora, crítica literaria, editora, catedrática universitaria, conferenciante… y ser la introductora del naturalismo francés en España. Pero casi nada de eso le sirvió en vida ni le reportó el reconocimiento que merecía, sino más bien lo contrario: críticas, insultos machistas y discriminación hasta por sus propios compañeros escritores, que le negaron hasta tres veces el ingreso en la Real Academia Española (RAE) a pesar de sus méritos.
En el panorama literario de la época, propuso para la Real Academia Española de la Lengua, a escritoras como Concepción Arenal y Gertrudis Gómez de Avellaneda, y, como decíamos anteriormente, ella misma sufrió en tres ocasiones el rechazo de su candidatura, con crueles ataques por parte de destacados eruditos como Menéndez Pelayo o Clarín a los que, lejos de arrugarse, plantó cara. Por contra, Joaquín Sorolla, Unamuno o Ramón de Campoamor se contaron entre sus amistades.
En este sentido, recientemente el exDirector de la RAE, Darío Villanueva, reconocía que “negarle su nombramiento como académica fue el mayor error histórico de la Academia en sus más de 300 años de historia”. El director de la RAE, Santiago Muñoz Machado, que se ha referido en alguna que otra ocasión, tan diplomáticamente, al “conflicto que doña Emilia tuvo con la Academia”, ha señalado que “las señoras no eran entonces recibidas en esta institución, por razón de sexo. Así eran las cosas en cualquier sitio importante. Si no, habría sido la primera mujer en esta casa”.
Suyo es uno de los libros más importantes del feminismo español y quizás más desconocidos, “La España moderna”.
En todo caso, Emilia Pardo Bazán logro convertirse en la mejor novelista española del siglo XIX y una de las escritoras más destacadas de nuestra historia literaria.
Y para finalizar, como curiosidad histórica, cabe reseñar que el Pazo de Meirás, fue construido por encargo de Emilia Pardo Bazán. Este Pazo, situado en la localidad de Sada, a escasos 18 kilómetros de la ciudad de A Coruña, fue lugar de veraneo de Francisco Franco durante la Dictadura.