Entre los numerosos personajes que cobran vida entre los seres mitológicos gallegos, al llegar las fiestas navideñas, recuperamos la figura del Apalpador, una tradición de la Navidad gallega.
El Apalpador es un gigante cuyo oficio es el de carbonero y parece ser que vive en lo más profundo de las zonas de O Caurel y O Cebreiro, en la provincia de Lugo.
“Llaman también a esta noche (Año Nuevo), noche del apalpadoiro, porque se tocan el vientre a ver si han comido para todo el año y los mozos visten ropa nueva, para garantizarla todo el año así”. De esta forma describía, hace más de medio siglo, Taboada Chivite al Apalpador.
Hay que reseñar que la leyenda del Apalpador es originaria de las comarcas de Sarria, Quiroga, Lemos, Terra de Trives y los Ancares, es decir, del sur de la provincia de Lugo y norte de Ourense, en las tierras de las montañas del Caurel y la Sierra de los Ancares.
Pero, ¿quién es el apalpador?
El Apalpador o Pendigueiro es, como decíamos antes, una figura legendaria gallega, es un hombre mayor, un gigante bonachón, con una gran barriga, de aspecto y personalidad apacible, pelirrojo en su cabello, amplio bigote y frondosa barba, vestido siempre con su característica boina negra y vestido con ropas de campo viejas y remendadas en las que destaca su vieja chaqueta colorida. Se alimenta de bayas salvajes, de miel y de jabalíes que caza. Se le identifica además de por su aspecto físico, por llevar siempre consigo un saco lleno de castañas.
El nombre de apalpador procede del hecho de que “apalpaba” (palpaba) las barrigas de los niños para comprobar si estaban llenas, señal de si estaban desnutridos o no.
Algunos dicen que baja la noche del 24 de diciembre, otros que la noche del 31, y hay quien dice que los visita ambas noches.
Cuenta la leyenda que en Nochebuena y Nochevieja el Apalpador abandona las montañas para bajar hasta las aldeas y entrar sigilosamente en las habitaciones de los más pequeños. Su objetivo es palpar las barrigas de los niños y niñas de la zona, ver si han comido suficientemente durante el año. Si estaban llenas decía “Así, así esteas todo o ano” (Así, así estés todo el año). Pero, si no lo estaban, no decía nada, el Apalpador se quedaba en silencio y les dejaba un puñado de castañas y alguno de sus juguetes, hechos con madera en los soutos gallegos, y puede que algo de ropa o chucherías, a los pies de la cama mientras duermen. Además les deseaba un año nuevo lleno de felicidad y comida.
Antes de marcharse, el Apalpador pronunciaba estas palabras para desear a los niños un año de abundancia en el comer:
Por seres obediente e estares ben alimentado,
con estas castañas e este agasallo
desexote fartura e bon ano”.
(Por ser obediente y estar bien alimentado,
con estas castañas y este regalo
te deseo abundancia y buen año)
El Apalpador encontraría su similar en Asturias con L’Anguleru, en Écija con el Tientapanzas, en el País Vasco y Navarra con el Olentzero, y en Cataluña y Aragón con el Tió de Nadal. Estos personajes, con características comunes, se distinguen por su aspecto grueso y porque llevan regalos a los niños, acompañados de entrañables canciones y productos de la tierra, repartiendo alegría e ilusión.
Así, L’Anguleru, una figura de tradición reciente, nace de la tradición de la pesca de angula, viste un traje de color amarillo, un gorro negro y botas de agua, y porta siempre con él un candil. Este personaje se encarga de llevar regalos a los niños por media Asturias con el dinero que obtiene por las ganancias.
Por su parte, el personaje navarro y también existente en el País Vasco, el Olentzero, carbonero de profesión, de gruesa fisonomía, desharrapado, manchado de carbón y de buen comer, se distingue por bajar cada Navidad de las montañas a los pueblos coincidiendo con las celebraciones del solsticio de invierno.
En el Bierzo gallego parlante existía también la costumbre del Apalpador. En Tierra de Trives (Ourense) recibía el nombre de Pandigueiro. En la zona lucense de Monforte de Lemos, la denominación era de Apalpabarrigas.
Estudio y significado del apalpador
El Apalpador constituye la forma presente de una antigua divinidad pagana, con funciones protectoras y benefactoras
La figura del Apalpador se asocia con el respeto por la naturaleza y el cuidado del medio ambiente, sirviendo como instrumento educativo de estos valores entre los más pequeños.
La figura de El Apalpador tuvo una época donde, desgraciadamente, se había quedado prácticamente en el olvido. No se conoce bien los motivos de este desinterés, pero todo apunta a los peores años del siglo XX, donde las personas estaban más centradas en sobrevivir que en otra cosa.
Parece ser que el trabajo de recuperación de la figura del Apalpador, que únicamente se mantenía en algunas zonas del interior de Galicia, comenzó en el año 2006 con la publicación de un trabajo de José André López González en la web del “Portal Galego da Lingua”. Este investigador, escritor y traductor recuperó en la aldea de Romeor (Folgoso do Courel) y de boca de una de sus vecinas más veteranas una cantiga tradicional que describe más en detalle en qué consistían las incursiones rituales de este personaje: una visita nocturna a los más pequeños de la casa, la acción de palpar las barrigas para comprobar si habían comido bien ese año y la entrega de castañas a modo de aguinaldo.
La descripción de López González del Apalpador como un gigante con boina, con chaqueta remendada y que fuma en pipa ha servido también de base a la iconografía con la que ha retomado vida hoy en día el personaje que, además, ha comenzado a bajar desde la montaña no solo a las aldeas del Courel, sino también a otros muchos puntos de toda Galicia. Con el tiempo se han ido generalizando también otras cuestiones referidas a su aspecto, como es el hecho de caracterizarlo como una persona pelirroja y de barba.
Poco después, en Santiago de Compostela se inició una intensa labor de recuperación y normalización de este personaje llevada a cabo por la asociación “A Gentalha do Pichel”. A día de hoy, hay numerosos libros publicados acerca de la figura del Apalpador y está cada vez más presente en la cultura gallega actual.
Hay que decir que la figura del Apalpador fue estudiada por eruditos como Pio Baroja, y en Galicia, el etnólogo Xesús Taboada Chivite fue uno de los primeros investigadores que aludió a la existencia del ritual propiciatorio de palpar la barriga de los niños en lo que se dio en llamar “Noite de Apalpadoiro” (la Noche de Palpar). Taboada Chivite nos recuerda las costumbres relacionadas con el Apalpador en la comarca de Verín. En este ritual se enmarcarían algunas tonadas y canciones populares relacionadas con este personaje y que eran cantadas para advertir a los pequeños de la llegada inminente del Apalpador y de la necesidad de que se fuesen a la cama:
Hoy es el dia de Navidad, dia de Nuestro Señor id corriendo a la camita que vendrá el Apalpador. Hoy es el dia de Navidad vete nene a la camita, que vendrá el Apalpador a palparte la barriguita.
Por otro lado, algunas de las cantigas típicas que los padres contaban a sus hijos para calmar su inquietud y nerviosismo antes la llegada del Apalpador:
“Vaite logo, meu meniño (miña meniña) “Vete enseguida, mi niño (mi niña)
marcha agora para a camiña vete ahora para la camita
que vai vir O Apalpador que va a venir el Apalpador
a apalparche a barriguiña” a palparte la barriguita”
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“Xa chegou o día grande “Ya llegó el día grande
día do Noso Señor día de Nuestro Señor
xa chegou o día grande ya llegó el día grande
e virá O Apalpador” y vendrá el Apalpador”
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“Mañá é día de cachela, “Mañana es día de cachela,
que haberá gran nevarada que habrá gran nevada
e hai vir O Apalpador y ha de venir el Apalpador
cunha mega de castañas” con un montón de castañas”
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“Por aquela cemba “Por aquella cima
xa ven relumbrando ya viene relumbrando
o señor Apalpador el señor Apalpador
para darvos o aguinaldo” para daros el aguinaldo”
Hay que tener en cuenta que la leyenda del Apalpador tiene sus orígenes en unos tiempos de gran pobreza y hambruna, tiempos en los que un puñado de castañas era un regalo mucho más apreciado de lo que sería en nuestros días, y que, este hombre enorme y peludo llamado Apalpador, solo quería asegurarse de que los niños no pasasen hambre.
Cabe resaltar que el hecho de tratarse de un carbonero, esto personas que transforma materias vegetales e un elemento que da luz y calor, como es el fuego, además de suministrar alimentos, las castañas, le confieren el perfil de una figura que pregona suerte, amparo y abundancia.
En el caso del Apalpador, hace una década su figura se recordaba poco más que en las montañas del este de Lugo. La zona del Caurel y los Ancares, llena de valles aislados y de brava belleza, conserva auténticos tesoros etnográficos poco conocidos incluso por el resto de Galicia, como es este caso.
Su descripción (un hombre grande, no muy aseado, bondadoso y que vive en el monte) lo emparienta con otras figuras de la Navidad de lugares próximos. Como, por ejemplo, con el Olentzero vasco, con quien comparte indumentaria y profesión, pues los dos viven aislados y dedicados a hacer carbón vegetal. Simbolizan ambos el final del año, la ruptura con el tiempo viejo que va a acabar y el nacimiento de una nueva época.
Asociadas a la llegada del también llamado Pandigueiro se recuerdan algunas canciones con las que los mayores intentaban calmar los nervios de los pequeños en la noche de su llegada, y que ahora se cantan en muchas escuelas, con versos como “ve entonces mi niñito, vete ahora a la camita, que va a venir el Apalpador a palparte la barriguita”. Fruto de la recuperación de este mito popular han surgido, además, numerosos libros infantiles, discos u obras de teatro en los que se explica quién es este gigante y que tienen especial éxito en tiempo de Navidad, como es lógico.
Hoy en día el Apalpador les trae a los peques algo más que castañas, y es la ocasión para que aparezcan a los pies de la cama juguetes, ropa o chucherías. Así que ya sabes, si en el inicio del nuevo año estás en Galicia y encuentras en tu cuarto regalos o castañas, no pienses mal de tus vecinos: ha sido el Pandigueiro que ha venido el visita.
En la actualidad, cada vez son más las ciudades y localidades de Galicia que celebran y escenifican en la calle la visita del Apalpador. Caracterizado como un viejo barbudo y gigantón, vestido con ropa de campo, vieja y remendada, fumando en pipa, y cargado con un saco de castañas al hombro, el Apalpador es recibido con música y canciones, en medio de la algarabía de niños y mayores.
Lectura recomendada
Referencias
Mitoloxía de Galicia. Lendas, tradicións, maxias, santos e milagres. De Vaqueiro, V.
O Apalpador, personagem mítico do Nadal Galego a rescate. De López Gonález