Todos hemos oído hablar del triángulo de las Bermudas y el misterio que lo rodea. Debemos este nombre al periodista Edward Van Winkle Jones, quién en 1950 denominó así al área geográfica situada entre las islas Bermudas, Puerto Rico y la ciudad estadounidense de Miami, debido a las desapariciones de barcos y aviones producidos en esa zona azotada por la corriente del Golfo.
También hemos oído hablar del hundimiento del Titanic sobre el que se han escrito ríos de tinta, se han producido películas, documentales y series. En la noche del 14 al 15 de abril de 1912 el lujoso y enorme trasatlántico británico considerado como insumergible, colisionó en su viaje de inauguración contra un iceberg en el océano Atlántico, a la altura de la costa de Terranova. Su hundimiento está considerado como una de las mayores catástrofes de la historia de la navegación. De sus más de 2.200 pasajeros y tripulantes, más de 1.500 fallecieron en el naufragio o a consecuencia del mismo.
Pero existen otros lugares mucho más cercanos donde también han tenido lugar este tipo de acontecimientos. Concretamente en la denominada Costa da Morte, área comprendida entre Malpica y Fisterra al norte de la península ibérica, tuvo lugar uno de los mayores naufragios de la historia, el hundimiento del buque Santa Isabel.
Posiblemete con motivo del centenario de tan tráfico suceso, se ha estrenado la película de Paula Cons, que bajo el título de “la isla de las mentiras” crea una ficción basada en hechos reales sobre el naufragio del Santa Isabel, en la que ensalza el papel de las tres heroínas gallegas que no dudaron en hacerse a la mar con su dorna e intentar salvar al mayor número de pasajeros posibles. Estas heroínas fueron Cipriana Oujo Maneiro, Josefa Parada y María Fernández Oujo, de 24, 16 y 14 años de edad respectivamente. Una mujer y, prácticamente, dos niñas forjadas en la dureza de la vida en la costa gallega.
Pero, ¿cúal es la historia del Santa Isabel?
En 1914, dos años después del hundimiento del Titanic, en pleno apogeo de la emigración masiva de europeos a América, se construyen en los astilleros de Cádiz dos barcos gemelos: el Santa Isabel y el San Carlos.
La finalidad de ambos buques era el desplazamiento de mercancías y pasajeros a América, recogiendo pasajeros a lo largo de la costa española. Mientras que el San Carlos siguió navegando hasta el año 1955 en que fue desguazado, el Santa Isabel apenas se mantuvo a flote cinco años.
El Santa Isabel tenía capacidad para 400 pasajeros y 80 tripulantes. Su pasaje estaba constituido mayoritariamente por la llamada tercera clase, humildes emigrantes en busca de un mejor futuro. Aunque también había sitio para el lujo y el confort. Contaba con electricidad y con camarotes de primera clase, salón de música y elegante comedor.
La terrible experiencia del hundimiento del Titanic hizo que los diseñadores del buque español incluyeran botes salvavidas suficientes para todas las personas a bordo.
Su último viaje comenzó en Cádiz el 20 de diciembre de 1920 y atraca en A Coruña el 1 de enero de 1921. Vascos, cántabros, castellanos, asturianos y gallegos formaban parte de su pasaje. Todos ellos en busca de una vida mejor, equilibrando la esperanza por un futuro digno y la “morriña” por el abandono de la tierra que les vio nacer.
Su siguiente destino era el puerto de Vilagarcía de Arousa, puerto de la provincia de Pontevedra en el que embarcarían más personas antes de recalar en Vigo y de ahí de nuevo a Cádiz haría conexión con el trasatlántico Reina Victoria Eugenia que partiría rumbo a Buenos Aires el 7 de enero.
Sin embargo, al caer la tarde del día 2 de enero el tiempo empeoró y un fuerte temporal comenzó a azotar el buque Santa Isabel cuyos vigías a duras penas lograban distinguir la costa en medio de la lluvia, las rachas de viento y el fuerte oleaje.
Los planes para fondear en la tranquila ría de Arousa se vieron truncados. El Santa Isabel quedó a la deriva y, finalmente, embarranco sobre un rompiente en la base de unas rocas que segaron la quilla. El hundimiento era inevitable. El capitán dio la orden de abandonar el barco, pero un nuevo incidente vino a dificultar el desalojo del barco: las luces del Santa Isabel se apagaron como consecuencia de haberse anegado la sala de máquinas, lo que imposibilitó al telegrafista la petición de ayuda y contribuyó a generar caos y confusión entre los pasajeros y la tripulación.
Pese a ello, el lanzamiento del primer bote no se hizo esperar, pero la fuerza del viento y de las olas hizo que se estrellase contra las rocas de la costa, lo que amilanó al resto de los pasajeros que optaron por quedarse en el barco que acabó partiéndose en dos y lanzando al mar a la mayoría de ellos.
Las heroínas gallegas de la isla de Sálvora
El farero de la isla de Sálvora alertó a los vecinos de lo que estaba sucediendo. Muchos de los 60 vecinos de la isla estaban en las fiestas de año nuevo que se celebraban en la costa, por lo que la mayoría de los presentes eran mujeres y niños.
En el medio del temporal tres mujeres, alertadas por el farero y el griterío de la tripulación, no dudaron en lanzarse a la mar arriesgando sus vidas para intentar salvar a los pasajeros y tripulantes que caían al agua y chocaban irremediablemente contra las rocas falleciendo en el acto.
Como decíamos en párrafos anteriores, estas tres mujeres habitantes de la isla de Sálvora fueron Cipriana Oujo Maneiro, Josefa Parada, María Fernández Oujo. Mientras que las tres primeras se subían a una “dorna polbeira” y se encaraban con el enfurecido mar, una cuarta, Cipriana Crujeiras, ayudaba a los náufragos que iban llegando a la orilla. Con sus esfuerzos y valentía, lograron salvar a 20 de los 55 pasajeros sobrevivientes.
Este acto heroico tuvo un reconocimiento público con eco en la prensa de la época. Las cuatro mujeres fueron homenajeadas en diversas ciudades gallegas, siendo condecoradas con la Medalla de Salvamento Marítimo
Con el tiempo esta historia fue olvidada, resurgiendo de nuevo con el estreno de la película La isla de las mentiras, cien años después de haberse producido.
La película rinde homenaje a estas mujeres, pero alimenta la duda relacionada con la leyenda negra gallega sobre si el naufragio fue o no provocado. Esta sospecha se afianza en la película con la aparición de cuerpos sin dedos que da lugar a pensar que los marineros robaron a los muertos.
La leyenda negra da costa da morte: os raqueiros
Esta historia, como casi todas en Galicia, viene acompañada de una de las leyendas más conocidas de esta tierra: “os raqueiros”, los piratas de tierra da Costa da Morte.
Los nombres de cientos de barcos sepultados en estas aguas se atribuyen a estos piratas terrestres. A ellos se les culpa de provocar muchos de estos naufragios despistando a la tripulación mediante faroles encendidos colgados de bueyes o vacas, que con su andar cansino simulan el balanceo de otras embarcaciones navegando al abrigo ya de puerto seguro. Esta falta seguridad llevaba a que encallasen los barcos en las rocas. Los náufragos eran esperados en la costa donde eran asesinados y mutilados para apropiarse de sus pertenencias (anillos, dientes de oro, ropas, calzado…).
Esta leyenda negra ha sido negada por arqueólogos marinos e historiadores, quienes han señalado que no existe denuncia alguna al respecto. Si bien es cierta la existencia de un considerable número de naufragios en esta zona, no debemos olvidar que en el siglo XIX el litoral gallego contaba con un espectacular tráfico marítimo. Esta costa está plagada de bajos prolongados, plena de accidentes geográficos y fuertes corrientes, un clima invernal acompañado de nieblas espesas y vientos del oeste y regado por tempestades.
El raqueiro es realmente la persona que anda al raque, es decir, recogiendo objetos perdidos que el mar arroja tras un naufragio. En Galicia el hambre y la necesidad hacía que cuando un barco se hundía y embarrancaba en el litoral, sus habitantes se aprovechasen de su cargamento para beneficio propio, pero no existe evidencia alguno de que se provocasen los naufragios.
De lo que sí hay evidencias es del papel de los marineros y vecinos da Costa da Morte en el auxilio y salvamento en muchos de los naufragios acaecidos en esta costa. Actos heroicos poco reconocidos u olvidados, como el de Santa Isabel, en el que los habitantes de los pueblos costeros se jugaron la vida en el rescate de náufragos.
Nuestra Recomendación:
Costa da Morte. Un país de sueños y naufragios, de Rafael Lema
La Costa da Morte gallega, de Eduardo Mesa Leiva
https://www.elcorreogallego.es
La increíble y olvidada historia del Titanic gallego. https://elespanol.com