Abordamos hoy la historia (¿) y leyendas del mago Merlín, un personaje que ha dado mucho juego a lo largo del tiempo, para construir relatos literarios, obras cinematográficas, representaciones artísticas y múltiples presencias en los más pintorescos contextos.
Todo comienza cuando los escritores de los siglos XII y XIII convirtieron a un bardo, que quizás habría vivido quinientos años atrás, en un personaje central de la corte del mítico rey Arturo.
Pero, … vayamos por partes.
El mago Merlín es un personaje vinculado a personajes de la antigua mitología celta durante la Edad Media, aunque algunas fuentes creen que su existencia fue real, que podríamos encuadrar en torno al siglo VI.
Las referencias a Merlín siempre están vinculadas a sus capacidades y poderes en el ámbito de la magia, que le permitirían cambiar de forma, volar, hablar con los animales, conocer los secretos del universo e, incluso, poder hacerse invisible. Poseía una gran sabiduría y era capaz de poder entender a los animales y hablar con ellos.
El primer Merlín no es exactamente un mago, sino más bien un bardo o poeta. Así, fuentes de la Edad Media hablan de él como un bardo galés, del siglo VI, Myrddin Wyllt.
Para algunos autores, Merlín, en la mitología celta, más que un personaje concreto, sería la denominación de una especie de figura, del tipo de los druidas o chamanes que representaría la conexión profunda entre el ser humano y los poderes del mundo natural. Merlín sería un poderoso oráculo para los celtas, capaz de ver el pasado, el presente y el futuro.
Lo cierto es que no se sabe a ciencia cierta si este personaje realmente existió. La mayoría de las obras que hablan de Merlín también evocan a Arturo y los Caballeros de la Mesa Redonda. Estos textos datan del siglo XII al siglo XVI, pero las historias protagonizadas por Merlín se remontan mucho más atrás. Parece cierto que un tal Merlinus Ambroisius realmente habría existido, y era de ascendencia real.
Si nos ocupamos de su biografía, en primer lugar hay que decir que la concreción del nacimiento u orígenes del mago Merlín, puede que sea lo más misterioso e inexacto de toda su referencia mitología. Este personaje se establece como hijo de la princesa de Dyved y de un demonio incubo, que podía cambiar de formas, disfrazándose de humano, para procrear con una mujer. De ahí se atribuyen los poderes mágicos de conocer el pasado, cambiar de forma y demás aptitudes místicas de Merlín. Parece ser creado con la intención de que fuera la perdición de las almas mortales, pero al ser bautizado en su nacimiento, el demonio pierde potestad sobre él, ganando libertad de escoger. Con dieciocho meses, Merlín profetiza la muerte del juez que quiere condenar a su madre, acusada de engendrar al niño con un sacerdote. Merlín escoge hacerse un líder espiritual, ayudando a todo el que pudiera con sus peculiaridades habilidades. Con su sobresaliente inteligencia fue consejero de muchos reyes de la antigüedad, según la mitología celta.
Como decíamos en párrafos anteriores, la historia del mago Merlín tiene su origen en Myrddin Wyllt, un loco y profeta perteneciente a la tradición medieval galesa. Al parecer, Myrddin enloqueció al morir su rey y permaneció durante años en el bosque, lugar de donde salió transformado y “conociendo la esencia de todas las cosas, su transformación y su renovación”, tal cual dice la leyenda de Merlín. La historia de aquel hombre fue recogida por Geoffrey (Godofredo) de Monmouth, un canónigo agustino y finalmente obispo, quien en el siglo XII publicó, entre otras obras, “La Profecía de Merlín” y el poema “Vida de Merlín”, alcanzando el protagonista un gran éxito, la primera de ellas incorporada a su “Historia de los Reyes de Gran Bretaña”, obra por la cual se le atribuye la creación de la figura y leyenda de Merlín. De esta manera, Geoffrey fue uno de los principales impulsores de la leyenda artúrica y quien introdujo la figura de Myrddin como el mago Merlín.
En el relato de Geoffrey, la relación de Merlín con el rey Arturo, ésta se iniciaría con el rey Uther Pendragon, quien se enamora perdidamente de una hermosa mujer llamada Igraine. Para complicar la historia, esta mujer se encuentra casada con Gorlois, quien para entonces sería duque de Tintagel. El deseo del rey por aquella mujer era tal, que decidió iniciar una guerra con su esposo por ella. Uther la encierra en su castillo, para tenerla cerca, pero esta lo rechaza. Para poder poseerla, Uther pide auxilio a Merlín, quien le propone un brebaje mágico que lo ayudaría a cambio de un tributo. El trato consistía en que el brebaje le daría la capacidad de parecerse a Gorlois para, de esta manera, poder unirse a su amada. A cambio, Merlín le pide al hijo que nacerá de la unión. De esta manera Uther pudo ir esa noche a la habitación de Igraine y juntarse con ella. Esa misma noche, el esposo de Igraine muere en combate, mientras que los sabios, días después, le aconsejan que se una con el rey Uther, quien estaba enamorado de ella.
Fue así entonces que, al dar a luz a Arturo, Merlín reclama su promesa y se lo lleva, entregándoselo al caballero Héctor para que lo criara junto a su legítimo hijo Kay.
Merlín cuidó desde las sombras a Arturo, quien creció muy relacionado a las artes de la caballería, haciéndose un combatiente hábil. Es entonces cuando, con dieciséis años de edad, Merlín lo lleva hacia Excalibur, una espada enterrada en una piedra, que nadie podía sacar. Esta mística espada, concedía derecho al trono de Inglaterra, a quien pudiera extraerla de su letargo, convirtiendo a Arturo en legítimo heredero y posteriormente en Rey de Inglaterra.
Con el tiempo, Arturo reinaría en Camelot bajo el consejo y protección de Merlín, aunque este lo ignoraría en momentos clave. Posteriormente se puede ver a Merlín siendo consejero real en más de una ocasión.
En todo caso, la creación del mito artúrico durante el siglo XII tiene sus raíces en un proyecto político. En ese período, los reyes de la dinastía de Plantagenet, que reinaban en Inglaterra pero tenía raíces en Bretaña, Normandía y Anjou, estaban construyendo un gran reino, y esa dinastía, anglofrancesa, necesitaba encontrar un precedente, tanto de los celtas insulares como de los normandos que pudiera ennoblecer y aproximar los linajes de ambas orillas del canal de la Mancha. Este precedente se halló en los antiguos reyes celtas cristianizados.
Si nos centramos en los aspectos simbólicos, el mago Merlín representa bondad y sueños, La naturaleza en su poder original. Por eso nos cautiva, porque es la representación de un arquetipo eterno. Cerca de la naturaleza, lo suficientemente cerca del dios Pan de la mitología celta que representa la encarnación misma de la naturaleza.
El Mago Merlín interpreta los signos y lee en las estrellas. Adivina lo que está oculto y ve el futuro como el pasado. Sus poderes a veces lo llevan a reírse de las apariencias, una risa incomprensible para los mortales comunes. Merlín conoce el uso de la magia y la enseña. Sus estudiantes de mago son todas mujeres, incluidas Morgane y Viviane. Habla el idioma de los animales e incluso cabalga a la cabeza de un ejército de ciervos.
Los bosques siguen siendo el lugar donde Merlín se refugia para volver a ser él mismo después de la locura de los hombres.
Vive como un animal, alimentándose de frutas del bosque y agua de manantial. Saca de esta ósmosis con la naturaleza su fuerza y su poder profético. Conoce desde hace mucho tiempo su propio destino: vivir su eternidad con su amada, en el corazón del bosque de Brocéliande.
La muerte de Merlín. Según la mayoría de relatos, la leyenda de Merlín no tiene fin, pues este nunca murió.
Cuando Merlín ya era un anciano, tal y como decíamos en párrafos anteriores, conoce a una bellísima joven llamada Nimue, a la que Merlín rebautizó como “la Dama del Lago”, en referencia a que le construyó un palacio en el fondo de un lago, a cambio de que aceptase ser su amante, tras no ser capaz de resistirse a sus encantos, enamorándose locamente de ella. Nimue, desconfiada tras saber que Merlín era hijo de un demonio, engaña a Merlín, primero le pide que le enseñe el arte más antiguo de todos los tiempos, y el gran mago accede y le enseña todo lo que sabe.
La joven decidió probar su poder, lanzó un gran hechizo hacia el brujo Merlín, y lo aprisionó en una gruta subterránea, que tenía una entrada cubierta por una roca encantada. El poder del hechizo fue tan enorme que éste no pudo escaparse de ese lugar, una cárcel de cristal, dónde finalmente murió.
Como decíamos antes, el nombre de Merlín aparece repetidamente en la literatura a través de los siglos. Mark Twain lo retrata como un estafador en su novela “Un yanqui en la corte del rey Arturo” (1889). Por su parte, Jean Cocteau, en “Los caballeros de la Tabla Redonda”, de 1937, Merlín aparece como una fuerza negativa, un viejo cruel y manipulador. Incluso, en “El Señor de los anilos”, (1954) de Tolkien, lo podemos reconocer en el mago Gandalf.
El poema “Armes Prydein (La profecía de Bretaña)”, del siglo X, habla de una profecía que imagina una alianza entre celtas bretones y vikingos del norte de Irlanda para expulsar a los anglosajones de Gran Bretaña, y se menciona a Myrddin Wyllt como profeta. Cuestión habitual en la tradición celta, ya que el bardo y la poseía se vinculan a la predicción del futuro.
Robert Boron, a finales del siglo XII compuso un Merlín en verso, obra que sería reescrita en prosa en 1210. Es en esta obra donde se habla de Merlín como el fruto de una conspiración de demonios para convertirlo en una especie de “Anticristo”, condición que perdería, como dijimos anteriormente, al ser bautizado por su madre.
De gran relevancia cabe calificar un manuscrito, fechado en 1316 que presenta a Merlín como el mago del ciclo artúrico. Este manuscrito fue traducido por Carlos Alvar y desarrolla a partir de él su obra “La historia de Merlín”. En esta obra encontramos las siguientes aseveraciones:
- Merlín el mago, mezcla de profeta y de salvaje criado en los bosques, al margen de toda sociedad, es fruto, al parecer y tal y como decíamos con anterioridad, de la imaginación de Geoffrey de Monmouth, que alude a él en la Historia Regum Britanniae (ca. 1135). Ningún autor se ocupa del extraño personaje o, al menos, ninguno le dedica especial atención; por lo tanto, hay que aceptar que el imaginativo historiador es padre de muchos de los rasgos que caracterizarán al mago artúrico.
- El Merlín que va a llegar a través de la tradición artúrica será una fusión de los dos personajes citados por Giraldus Cambrensis, una mezcla de adivino y mago, conocedor del pasado, del presente y del futuro, de lo oculto y lo visible, pero capaz también de transportar las piedras de Stonehenge a cientos de millas de distancia mediante sus conocimientos de artes mágicas.
- En las novelas artúricas, los héroes nacen y se crían en el bosque (Perceval, Galván, etc.) y a él regresan cuando fracasan en las aventuras, en busca de refugio, o cuando enloquecen. Para el hombre medieval, es el lugar de las potencias más terribles: no hay normas, y en él se puede producir todo tipo de prodigios y, a veces, dará la recompensa por tantos esfuerzos. Pero el bosque es, ante todo, soledad e infinitud. Nadie iría a vivir allí, a no ser que estuviera loco, del mismo modo que solo los locos o los elegidos se atreven a ir al mundo de los muertos: Lanzarote, Tristán, Yvaín, Amadís, Don Quijote y otros muchos caballeros, profundamente enamorados y víctimas del amor, encuentran en su sentimiento la fuerza suficiente para poder vivir en el bosque, ajenos a las normas sociales…
- Sin embargo, una figura tan sobresaliente como es la de este mago-adivino queda temporalmente eclipsada en las obras de Chrétien de Troyes, durante la segunda mitad del siglo XII.
Posiblemente, la metamorfosis de Merlín se deba al, antes citado, Robert de Boron, autor de una trilogía (Joseph d’Arimathie, Merlin, Perceval) . Según el planteamiento de este autor, Merlín se convierte en el transmisor de las promesas divinas y en el único capaz de hacer que los designios de Dios se cumplan de la forma en que los tiene pensados: el reino de Arturo muestra así algunos puntos de contacto con la concepción del mundo que se recoge en el Antiguo Testamento; la llegada del Grial, con la redención de los escogidos, constituía una clara trasposición de la venida del Mesías. El interés cristianizador de Boron queda bien de manifiesto; por si fuera poco, a este autor no le bastaba con santificar el Grial o instituir la Mesa Redonda en recuerdo de la Santa Cena: la parte que se ha conservado de su obra presenta abundantes materiales moralizantes e innumerables sermones; por eso, no tiene nada de particular que Merlín se convierta en un mago cristiano a pesar de que los demonios lo engendraron con la idea de hacer de él un Anticristo.
Merlín sería pues una creación literaria, basada en la imaginación de los escritores y en tradiciones populares orales. La tradición gaélica conocía la figura del druida, y existía u sacerdocio druídico sobre el que hay información dispersa.
Real o no, lo cierto es que Merlín, como personaje, es considerado un mago sin parangón, fuente de inspiración de numerosas historias de magos contemporáneas a su época. La imagen de los magos que se muestra en la literatura de fantasía moderna, está sin duda inspirada en él.
Referencias:
El Mago Merlín, de López Campillo, E.
Merlín: historia y leyenda de la Inglaterra del Rey Arturo, de Ashe, G.
NationalGeographic, nº 206
https://www.mitologia.info/merlin/