No cabe duda que la Edad Media, fue un tiempo de máximo esplendor de la Iglesia Católica, al tiempo que tenía una fuerte influencia en todos los órdenes de la vida en la época medieval. Diversas circunstancias explican esta extraordinaria influencia eclesiástica y las profundas huellas culturales y religiosas que dejaron en Europa y el mundo occidental. Con esta entrada en el Blog os presentamos una visión reducida y esquemática del clero en la Edad Media.
En Occidente, la Iglesia se vinculó estrechamente a la sociedad feudal; y es que la misma Iglesia era un gran poder feudal, poseía la tercera parte de la propiedad territorial del mundo católico y recaudaba fuertes sumas de dinero, sobre todo por el derecho al diezmo. De hecho, la riqueza, la propia organización de la Iglesia, su influencia en el mundo social y cultural eran los principales motivos de su capacidad de influencia. La iglesia se contraponía al desorden, la ignorancia y la violencia de la sociedad feudal.
La relación de la Iglesia y el Estado, data en primer lugar del año 313 (Edicto de Milán), pero que tomó su fuerza después del siglo VIII. En una parte de Europa se rompe la hegemonía Iglesia-Estado en el siglo XVI con la reforma protestante, y en algunos casos como en Inglaterra el Estado asumió el poder.
Los elementos implicados en la historia de la Edad Media, y que tendrían incidencia en la evolución del clero, podríamos señalarlos como los siguientes:
- La fortaleza y expansión del Islam.
- El cisma de oriente (Roma – Constantinopla).
- Las cruzadas.
- La Inquisición.
- El asentamiento del feudalismo.
- El nacimiento y aporte de las nuevas ordenes religiosas.
- El fortalecimiento del pensamiento cristiano: ciencias, arte, filosofía y teología.
La vida cotidiana en la Edad Media y la forma de pensar de nobles y campesinos estaban muy influenciados por los principios y creencias de la Iglesia Cristiana.
La Iglesia era al mismo tiempo el centro de la vida intelectual. Desde este rol preeminente, posibilitó el afianzamiento de una particular interpretación del mundo, diseñado y ordenado según los designios Dios.
Se cristalizó así una mentalidad medieval basada en preceptos religiosos que perduró durante siglos.
La cristiandad vivió una etapa de gran influencia aunque vio profundamente afectada cuando el año 1054, los obispos bizantinos negaron la autoridad del Papa provocando el llamado cisma de Oriente. Desde entonces, el mundo cristiano europeo se dividió en dos: Oriente optó por la Iglesia griega ortodoxa, mientras que Occidente se mantuvo fiel a la Iglesia católica romana como se conoce todavía.
Dentro de los miembros de la Iglesia, había que distinguir dos tipos de clero:
- El clero secular eran aquellos miembros de la Iglesia que vivían en el mundo, mezclados con los laicos: los párrocos (eran los que estaban al mando y regulaban pequeños distritos llamados parroquias. Varias parroquias formaban una diócesis, cuyo jefe era un obispo, y varias diócesis formaban una arquidiócesis, dirigida por un arzobispo. El jefe espiritual de todos era el Papa.
- El clero regular que se organizó a partir del siglo VI. Estaba conformado por aquellos que decidieron aislarse del mundo para vivir en Monasterios, siguiendo unas determinadas reglas bajo el principio de “ora et labora”, es decir, reza y trabaja. Dentro de los miembros de este clero había varias clases: el Abad, que era el que organizaba la comunidad, además de ser el jefe de esta, los monjes, que eran aquellos que habían ingresado en estas órdenes dando un donativo, es decir, en muchos casos serán personas pertenecientes a la nobleza; y los legos: eran los inferiores y en muchas ocasiones actuaban como sirvientes de los otros dos grupos. Solían ser personas que en su juventud habían sido entregados por sus padres al monasterio para procurarles una vida mejor.
El monacato lo inició San Benito de Nursia, quien fundó la orden benedictina. La regla de San Benito obligaba a sus miembros a cumplir votos de obediencia, castidad y pobreza.
Las órdenes monásticas cayeron en el más alto desorden y el monacato sucumbió ante el lujo, no obstante en el siglo XIII aparecieron los frailes mendicantes que dieron una nueva organización a la clerecía regular, esto fue obra del italiano San Francisco de Asís y del español Santo Domingo de Guzmán.
La renovación de la vida religiosa, será luego la base de la Iglesia Católica en los siglos venideros, serán las nuevas órdenes religiosas los pilares que sostendrán el edificio tanto espiritual como material.
Estas órdenes serán las que prediquen en Europa una nueva forma de evangelización, con la oración de los contemplativos y la acción de los mendicantes. Las órdenes militares serán la fuerza base durante el desarrollo de las cruzadas, la conquista de los Santos lugares (Palestina) y la expulsión del Islam.
La iglesia fue evolucionando a lo largo de la Edad Media, cuestión que vemos por ejemplo en las reformas internas que fueron abordando, siendo las principales las reformas cluniacense y cisterciense.
La reforma cluniacense, que empezó a surgir alrededor de los años 909 y 910, tuvo su origen en la abadía benedictina de Cluny, en Francia. La idea que había detrás de la reforma cluniacense era la de volver a la esencia original del monacato, luchar contra la relajación de costumbres que se podía apreciar en distintos ámbitos religiosos y, también, conseguir una cierta independencia frente a los poderes políticos del momento, especialmente de los señores feudales y de los obispos de la región. Así, los monasterios cluniacenses se pusieron bajo la protección directa del Papa, sin rendir pleitesía a ningún otro poder político ni religioso y se erigen como entes prácticamente independientes en el que el poderoso abad de Cluny controlaba y coordinaba el resto de monasterios vinculados a esta reforma.
La reforma cluniacense imponía una rígida disciplina a sus miembros para luchar contra la relajación de costumbres que se apreciaba en aquella época en muchos ámbitos del clero. Debían hacer voto de pobreza, castidad y obediencia, al mismo tiempo que también prometían ser imagen de humildad y penitencia. En la mayoría de las ocasiones, incluso, se hacía voto de silencio y la oración y la liturgia llenaban la mayoría de sus vidas. La reforma cluniacense se extendió mucho, especialmente por el sur de Europa y en su momento de máximo esplendor, en el siglo XII, llegó a haber más de 1.500 monasterios cluniacenses extendidos por todo el continente, antes de que los cambios políticos y religiosos favorecieran su decadencia y su desaparición final.
Por otro lado, la reforma cisterciense surge en buena medida como reacción ante la importancia y riqueza que habían alcanzado los monasterios cluniacenses y, de nuevo, trata de luchar contra el alejamiento que se había experimentado del ideal de vida monástico volviendo a las raíces del monacato. La Orden del Císter experimentó un gran desarrollo en el siglo XII de la mano de Bernardo de Claraval y promulgaba que los monjes debían llevar una vida recogida y basada en el trabajo, la oración y la ayuda a los peregrinos. Se instalaban especialmente en zonas deshabitadas o inhóspitas, en busca de un aislamiento y recogimiento que les acercara más a Dios y les alejara del mundanal ruido, creando unidades prácticamente autosuficientes en las que los monjes trabajaban ayudados por campesinos que buscaban la protección del monasterio, llegando a tener un gran éxito en la producción de productos como telas o vinos cuyos excedentes dedicaban al comercio.
La reforma cisterciense fue enormemente exitosa y experimentó una gran extensión, llegando a contar con más de 700 monasterios y decenas de miles de monjes extendidos por toda Europa a finales de la Edad Media. Su éxito les llevó a sustituir en muchos ámbitos de poder a los cluniacenses y se convirtieron en la orden monacal más influyente de la Cristiandad. Sin embargo, como le sucedió a la orden de Cluny, su alejamiento progresivo de sus propios principios y su vinculación cada vez más estrecha con el ámbito del poder hicieron que esta orden entrase pronto en decadencia, aunque nunca llegó a desaparecer del todo. Ya en el siglo XV, con la irrupción de una nueva forma de religiosidad más vinculada a las órdenes mendicantes, a la ayuda de los pobres y enfermos dentro de la misma ciudad y al auge del ascetismo, los cistercienses dejaron de disfrutar de la preeminencia de antaño y se vieron sustituidos por otro tipo de órdenes como los franciscanos.
Durante la Edad Media, el clero guardaba el saber, ya que sus miembros eran de los poco que sabían leer y escribir y, por tanto, todos los documentos del pasado se conservaban en sus bibliotecas.
Durante la Edad Media, se produjeron también numerosos movimientos heréticos, que surgían de las distintas interpretaciones y corrientes de pensamiento vinculadas al cristianismo que, en el algunos casos, se alejaron sustancialmente de los dictados de Roma. El Papado, a través del poder civil de los distintos territorios, trató de luchar contra cualquier atisbo de heterodoxia que se detectara Los principales movimientos heréticos (aunque no los únicos) que convulsionaron Europa durante la edad Media fueron los siguientes:
- Priscilianismo, en el siglo IV. Su principal predicador fue Prisciliano. Esta corriente surgió como un rechazo a la creciente riqueza y relajación de costumbres que presentaba la Iglesia de Roma y defendía que la Iglesia debía volver a la pobreza. Asimismo, ente otros cambios, una de las tesis más revolucionarias en aquel momento que defendía el priscilianismo era que la mujer debía tener un papel protagonista en el ámbito eclesiástico, debía disfrutar de una amplia libertad y, además, debía tener autoridad en el contexto cristiano. El priscilianismo se extendió por la península Ibérica y fue ganando muchos adeptos. Prisciliano y sus colaboradores fueron detenidos y ejecutados. Si queréis saber algo más sobre Prisciliano, podéis leer nuestra entrada ¿Prisciliano,un mártir gallego?, publicada el pasado 5 de octubre.
- Adopcionismo. Sostenía que Jesús no era un ser divino desde su origen, sino que había sido adoptado por Dios para actuar como su hijo en la Tierra. El adopcionismo cobró una gran importancia durante los primeros siglos del cristianismo, ya que este dictado era fácil de vincular con la cultura clásica, donde muchos héroes habían alcanzado la condición de dioses en reconocimiento a sus actos o hazañas, o con la judía, donde se consideraba que el Mesías era un humano elegido por Dios.
- Los cátaros o albigenses. La herejía cátara se ha convertido en la más popular y conocida de todas las herejías cristianas medievales, en buena medida gracias a la inmensa cantidad de novelas y películas que se han creado en torno a ella. Esta corriente se hizo muy popular en la zona del sur de Francia y de Aragón y tenía muy poco que ver con los dictados del cristianismo oficial. Los cátaros defendían que el mundo estaba compuesto por una realidad dual, el mundo físico, creado por el Demonio o el Diablo, y el Reino de los Cielos o de Dios, que se encontraba más allá de los límites del ámbito material. Para ellos, el alma era el único elemento sagrado del ser humano, considerando el cuerpo como una vestidura terrena a la que no debía darse importancia. Tomando el alma como elemento principal y negando todo el contacto posible con el mundo material, los cátaros practicaban el ascetismo y una severa abstinencia de todo lo terreno. Negaban los sacramentos y crearon una organización propia ajena a la Iglesia y, en buena medida, también al resto de la sociedad del momento.
- Los husitas. La última de las grandes herejías medievales antes de la llegada de los movimientos protestantes fue la de los husitas. Surgieron en Bohemia en el siglo XV y recibe el nombre de su principal ideólogo, Jan Hus, quien defendía que la Iglesia se había apartado hacía mucho de los preceptos de la Biblia, que se había convertido en una autoridad terrena rica y degenerada y que la única autoridad a la que debía obediencia era a la del Libro Sagrado.
Habría mucho más que contar, pero la exhaustividad no es la finalidad de este Blog, es solo facilitar píldoras de información y conocimiento sobre las creencias, los recovecos, personajes, sociedad, etc, que se han producido a lo largo de la historia.
Hasta la próxima,