Joyas, ornamentos en el calzado y las prendas lograban distinguir a las mujeres patricias de las plebeyas.
En Roma, los materiales preferidos para las piezas de joyería eran el oro, la plata, el carey, el jade, piedras preciosas, piedras semi-preciosas (como el granate), conchas de nácar, pasta vítrea, cobre, bronce e hierro. Las joyas más preciadas eran las perlas. Las piezas de joyería tenían diferentes formas, en primer lugar cabe recordar que fueron los creadores del anillo-sello y que la simbología preferida era la que versaba sobre Cupido, las aves, escenas mitológicas, etc.
En el mundo romano una joya se usaba para simbolizar un status, además de para adornar. De la sencillez de los primeros tiempos de roma se pasó con las sucesivas conquistas en Oriente a la pasión por el lujo y el exceso debido a la influencia de los gustos asiáticos. Así, por ejemplo, el anillo reflejaba la clase social a la que se pertenecía y, con posterioridad, el nivel económico del portador.
De los etruscos, los romanos tomaron la costumbre de que los ricos patricios llevaran en la mano derecha una sortija de hierro. Durante la República, el anillo de oro se reservaba para ciertas ocasiones y personas. Los enviados al extranjero en una embajada llevaban un anillo de oro como muestra de su dignidad, pero una vez de vuelta lucían el de hierro otra vez. Los nobles con puestos oficiales y sus descendientes masculinos tenían el privilegio de lucir el annulus aureus. Cuando se produjo la tercera guerra púnica los tribunos militares tenían ya el derecho a llevarlo. Con Tiberio fue concedido a los ciudadanos libres y poseedores de 400.000 sestercios, lo que supuso que la distinción fuera perdiendo su valor. El emperador Septimio Severo, en el año 197 d. C., permitió a todos los soldados llevar anillos de oro con lo que dejó de ser un signo de mérito social. A finales del Imperio todos los ciudadanos libres podían llevar un anillo de oro, los libertos uno de plata y los esclavos uno de hierro. Para distinguirlo de otros anillos adornados con diversas piedras, que podían llevar todos los hombres o mujeres de todas las clases, el anillo de oro mantuvo su forma original inalterada por la moda.
La función asignada principalmente al anillo en su origen fue la de sello para firmar documentos oficiales y privados.
Las mujeres tenían mayor variedad de joyas: hebillas, horquillas, anillos, brazaletes, pendientes, collares, pulseras, alfileres, broches, gargantillas y aros para los tobillos. En su mayoría estaban decorados con piedras preciosas incrustadas. Los camafeos se elaboraban en piedras polícromas que poseían varias capas, unas claras alternando con otras oscuras, especialmente la que sirve de fondo de la imagen, para conseguir efecto de profundidad y variedad de color.