Vamos a centrarnos hoy en saber algo más sobre el Senado romano, el Senātus Rōmānus.
En la Antigua Roma, el Senado constituía una de las instituciones de gobierno más importantes, con un importante papel en la toma de decisiones políticas y la administración.
Mantuvo su importancia influencia a lo largo de varios siglos, adaptándose a los cambios y desafíos que conllevó la transformación de Roma de una pequeña ciudad-estado en la capital de un vasto imperio.
Desde su papel como baluarte de la República romana hasta su reconfiguración bajo el régimen imperial, el Senado se convirtió en un organismo que reflejaba los intereses y tensiones de cada época.
El Senado romano funcionaba como órgano de consulta de los magistrados de Roma y estaba compuesto por los funcionarios públicos más experimentados de la ciudad y la élite de la sociedad.
Sus decisiones tenían un gran peso, aunque no siempre se convirtieran en leyes en la práctica. El Senado siguió ejerciendo su influencia en el gobierno en la época imperial, aunque en menor medida.
Con el paso del tiempo, el Senado fue testigo de un aumento de la intervención del ejército en la política y sufrió la manipulación tanto de sus miembros como de sus sesiones por parte de los sucesivos emperadores. La institución sobrevivió a todos los emperadores, y los senadores siguieron siendo los actores políticos más poderosos de Roma, ocuparon cargos públicos clave, influyeron en la opinión pública, comandaron legiones y gobernaron provincias.
Una primera aproximación
Etimológicamente, la palabra senado proviene del término latino senex, que significa anciano.
El Senado Romano fue una asamblea con una acción permanente dentro del sistema político de la Antigua Roma, sin embargo, tanto su importancia como sus funciones variaron conforme a cada época histórica.
En sus inicios, el Senado estaba compuesto por cien jefes de gens y exmagistrados, pero este número se incrementó a trescientos durante la República romana. A veces se llamaba a sus miembros “padres” o patres, por lo que esta combinación de ideas ilustra que el Senado era un órgano destinado a proporcionar una orientación razonada y equilibrada al Estado romano y a su pueblo.
Los senadores eran elegidos por los cónsules y, posteriormente, por los censores, y existía una clara diferenciación entre los senadores patricios y los plebeyos.
La función principal del Senado Romano era asesorar a los magistrados, ratificar las leyes y dirigir la política exterior, las finanzas y la religión. Los senadores gozaban de una estabilidad en sus cargos, a diferencia de los magistrados que eran elegidos anualmente, lo que les otorgaba una gran relevancia política. Durante el Imperio, los senadores eran designados directamente por el príncipe.
Orígenes e historia del Senado romano
La Antigua Roma es una de las civilizaciones más influyentes en la historia de la humanidad. Con una duración de más de mil años, abarcó desde su fundación en el 753 a.C. hasta la caída del Imperio Romano de Occidente en el 476 d.C. Una de las claves de su éxito fue su estructura política única, que permitió a Roma consolidar su poder en el Mediterráneo y expandirse por todo el mundo conocido.
El Senado durante la Monarquía
El Senado romano surgió, según la tradición, en la Monarquía (753-509 a.C.), supuestamente con su primer rey y fundador de Roma, Rómulo, con funciones consultivas, aunque sin poder vinculante, formado por 100 jefes de familia, patricios.
En esta época también cumplían la función de elegir entre ellos al interrex que ocuparía el lugar del rey, si éste moría sin haber designado sucesor, y hasta el nombramiento del nuevo rey. Cada interrex cumplía su función por cinco días y luego era designado otro, hasta que se nombraba al rey sucesor por el comicio, requiriéndose la auctoritas patrum o aprobación senatorial. Brindaba también aprobación a todas las demás resoluciones comiciales o leyes.
Como decíamos anteriormente, inicialmente fueron 100 senados, aunque irían incrementándose, hasta alcanzar los 300 con Servio Tullio.
Servio Tulio
Lo cierto es que poco se sabe del funcionamiento del Senado durante la Monarquía. Este senado tenía tres responsabilidades principales: funcionaba como depositario final del poder ejecutivo, servía como consejo del rey y funcionaba como cuerpo legislativo en concierto con el pueblo de Roma. Su función más importante era elegir nuevos reyes (aunque nominalmente era el pueblo quién lo hacía)
Solo el rey podía hacer nuevas leyes, aunque a menudo involucraba tanto al senado como a la asamblea del curiato (la asamblea popular) en el proceso.
El incremento paulatino de la influencia senatorial derivaría en el derrocamiento del último rey de Roma, Tarquinio el Soberbio, y la posterior instauración de un nuevo sistema de gobierno: la república.
El Senado en la época republicana
La República se mantuvo durante el período 509-21 a.C.), y el Senado romano alcanzó su esplendor durante este período.
Está comúnmente aceptado que en el año 509 a.C. varios senadores, liderados por Lucio Junio Bruto, derrocaron al último rey romano, Tarquinio el Soberbio. A partir de este momento, el senado se convirtió en la cabeza de la República Romana, posición que mantendría durante cinco siglos.
Tarquinio el Soberbio
Con la República, el Senado comenzó a ejercer mayor poder y autonomía. En los primeros tiempos de la República al Senado se accede por elección de los propios Senadores. Desde fines del siglo IV a.C se confía al colegio de Censores la designación de los Senadores.
El número de senadores fue progresivamente en aumento hasta llegar a unos 600 a fines de la época republicana, con una Ley Sempronia, en el año 123 a.C. (más tarde con Julio César pasarían a ser 900)
Los senadores no podían ejercer el comercio en gran escala ni dedicarse al tráfico marítimo. Además, los Censores les exigieron un comportamiento social más modélico que el exigido a un ciudadano ordinario y, por ello, se les aplica un código ético superior cuando se les impone una nota censoria desfavorable.
Sobre ellos recaerá el poder de declarar la guerra y la paz, de controlar las magistraturas romanas, tanto civiles como religiosas y de aprobar las leyes.
Durante la República, el Senado tenía amplias competencias, aunque, en teoría, no detentaba el poder ejecutivo ni legislativo. Estas competencias fueron evolucionando a lo largo del período. Entre sus funciones destacaban:
- Política exterior: El Senado manejaba las relaciones diplomáticas, recibiendo y despidiendo embajadores, el envío de embajadores, establecer bases para las alianzas políticas y tenía el poder de declarar la guerra y firmar la paz.
- Administración de las provincias: A medida que Roma expandía su control, el Senado supervisaba la gestión de los territorios conquistados, nombrando a los gobernadores provinciales.
- Control sobre las finanzas: Tenía autoridad sobre el tesoro romano y el presupuesto. No obstante, carecía de facultad para introducir nuevos impuestos.
- En materia religiosa, intervenía en la aceptación de una nueva deidad o en la prohibición de un culto extranjero.
- Asesoramiento a los magistrados: Aunque no era un órgano ejecutivo, los senadores influían en las decisiones de los cónsules y otros magistrados mediante su
- El interregnum, que se produce en la República cuando están ausentes de la ciudad los dos Cónsules. Para cubrir ese vacío circunstancial de poder cada cinco días es nombrado un Senador como magistrado supremo empezando por el Princeps senatus.
- La función consultiva, facultad a la que se vincula la de la participación del Senado en el proceso de elaboración de una ley.
- Además, el Senado en situaciones de emergencia nacional podía investir a los Cónsules de poderes extraordinarios o participar con ellos en la designación del Dictador.
Durante los siglos II y I a.C., la República romana enfrentó serios problemas internos que desestabilizaron el equilibrio político. Las conquistas trajeron inmensas riquezas a la élite senatorial, pero también causaron desigualdades económicas que generaron tensiones en la sociedad. Las luchas políticas entre los optimates (conservadores) y los populares (reformistas) desembocaron en conflictos y guerras civiles, que erosionaron la autoridad del Senado.
Uno de los puntos de inflexión fue la serie de reformas de los hermanos Graco y la dictadura de Lucio Cornelio Sila. Este último implementó medidas en las que el Senado recuperaba autoridad, pero sus acciones solo sirvieron para aumentar la fragmentación de Roma.
Lucio Cornelio Sila
Las guerras civiles posteriores, protagonizadas por figuras como Julio César, Pompeyo y Octavio, llevaron a la concentración del poder en manos de un solo individuo.
Julio César
El Senado en el Imperio
Nos referimos al período comprendido entre los años 27 a.C. y 476 d.C.)
Con el asesinato de Julio César en el 44 a.C., Roma se vio sumida en una última guerra civil. Octavio (posteriormente conocido como Augusto), logró imponerse y reorganizó la estructura política, inaugurando el periodo del Imperio. Aunque formalmente mantuvo las instituciones republicanas, incluido el Senado, su poder era en realidad absoluto.
Augusto redefinió el papel del Senado, manteniéndolo como una asamblea consultiva y administrativa. Le otorgó autoridad sobre las provincias senatoriales y lo integró en la administración del imperio, pero en asuntos clave, como la política militar y la gestión de las provincias fronterizas, el emperador y sus consejeros tenían la última palabra.
A medida que el Imperio romano se adentraba en su fase de decadencia, el Senado fue perdiendo progresivamente relevancia. Durante el periodo de la llamada “crisis del siglo III”, cuando Roma enfrentó invasiones bárbaras, usurpaciones internas y un colapso económico, la centralización del poder en los emperadores fue cada vez más evidente.
En el siglo IV, con el traslado de la capital a Constantinopla, el Senado en Roma quedó aún más relegado. A pesar de los intentos de emperadores como Diocleciano y Constantino de revitalizar esta institución y establecer un Senado también en Constantinopla, su papel político fue en gran parte nominal.
Diocleciano
Características del Senado romano
Como recopilación y resumen de lo comentado, podemos decir que las competencias y atribuciones del Senado en la Roma Antigua eran:
Poderes legislativos
En el ámbito legislativo, el Senado era la asamblea responsable de decidir las propuestas de ley que iban a ser presentadas en los comicios, y aprobar, por otra parte, los principios fundamentales del derecho.
Poderes ejecutivos (política interna)
En el ámbito ejecutivo, el Senado tenía las siguientes potestades:
- Declarar el estado de emergencia.
- Otorgar poderes extraordinarios a un cónsul (nombrándole dictador).
- Prorrogar el periodo de gobierno de un dictador.
- Distribuir las provincias entre los procónsules.
- Conferir el triunfo a los generales victoriosos.
- Establecer un sistema de impuestos en cada una de las regiones conquistadas.
Poderes ejecutivos (política externa)
En el ámbito ejecutivo, desde una perspectiva de política externa, era competencia del Senado lo siguiente:
- Declarar la guerra.
- Ratificar los acuerdos de paz.
- Recibir a los embajadores extranjeros.
- Enviar a los embajadores de Roma.
- Ratificar la organización de las regiones conquistadas previamente establecida por otras magistraturas.
Poderes de orden religioso y cultural
En el ámbito cultural y religioso, el Senado era responsable de establecer (o vetar) las ceremonias y sacrificios pertinentes a cada deidad del panteón romano.
Siglos después, tras la instauración del Principado, era competencia del Senado decretar la divinización del emperador (Princeps senatus).
El orden senatorial
Solo los patricios eran miembros en el período inicial, pero los plebeyos también fueron admitidos al poco tiempo, aunque se les negaron las magistraturas superiores durante un período más largo.
La designación de las vacantes del Senado, designadas primero por los cónsules, pasó a los censores. Su funcionamiento fue regulado por la Ley Ovinia.
Las promociones al orden quedaron abiertas a todos los ciudadanos que hubieran sido antes edil curul, pretor o cónsul. El censor estaba obligado a incluir en la lista de nuevos senadores a los cónsules que habían dejado el cargo, salvo que por precepto legal pudieran proclamar su exclusión motivada.
Como los ciudadanos que podían ocupar un puesto en el Senado no eran suficientes para cubrir las bajas que se producían por fallecimiento o exclusión y el número de senadores no podía bajar de trescientos, los censores podían elegir libremente entre aquellos que no habían ejercido una magistratura de las citadas.
Los designados debían haberse distinguido por su valor, haber matado a un jefe enemigo o salvar a un ciudadano romano. A estos senadores se les llamaba subalternos y tenían derecho a voto pero no participaban en la discusión.
Los senadores tenían derecho a usar una toga y un anillo de hierro (más tarde de oro). Su vestimenta estaba compuesta por:
- Una pesada toga de lana, de unos 370-430 x 150 centímetros aproximadamente.
- Una túnica (latus clavus) de lana con dos franjas verticales y delgadas (de unos cuatro dedos de anchura) de color purpura que bajaban desde los hombros hasta las rodillas.
- Un par de zapatos de color rojo o negro (calcei senatorii) con una hebilla de plata en forma de media luna.
- Si bien no formaba parte de su vestimenta oficial, generalmente los senadores lucían anillos de oros.
La Curia
La palabra Curia proviene de una combinación de términos latinos, que alude a “asamblea de hombres”. En esencia, la Curia era el edificio en el que se reunía el Senado romano. Este no era solo un lugar de encuentros esporádicos, sino un espacio donde los senadores debatían leyes, decidían asuntos de guerra y paz, y, en suma, definían el rumbo de Roma.
El Senado se reunía en varios lugares de Roma o de sus alrededores, a menos de una milla del límite de la ciudad, pero el lugar debía ser sagrado, es decir, un templum. El candidato obvio era un templo, pero lo más habitual era que el Senado se reuniera en la Curia, un edificio público de Roma.
El primero fue la Curia Hostilia, utilizada en los primeros tiempos del reino, luego la Curia Cornelia, construida por Sulla, y finalmente la Curia Julia, construida por César, terminada por Augusto y utilizada a partir de entonces.
Si bien las reuniones del Senado podían tener lugar dentro o fuera de los límites formales de la ciudad (el pomerium), ninguna reunión podía tener lugar a más de una milla (1 km) fuera de ella. El Senado operó bajo varias restricciones religiosas. Por ejemplo, antes de que pudiera comenzar cualquier reunión, se hacía un sacrificio a los dioses y se buscaban presagios divinos (los auspicios). El senado solo podía reunirse en lugares dedicados a los dioses.
Las reuniones solían comenzar al amanecer, y un magistrado que deseaba convocar al Senado tenía que emitir una orden compulsiva. Las sesiones estaban abiertas al público con una política literal de puertas abiertas que permitía a la gente sentarse fuera y escuchar si lo deseaban.
Los senadores tenían varias otras formas en las que podían influir (o frustrar) a un magistrado presidente. Por ejemplo, a todos los senadores se les permitía hablar antes de que se pudiera realizar una votación, y dado que todas las reuniones tenían que terminar al anochecer, un grupo dedicado o incluso un solo senador podía hablar de una propuesta hasta la saciedad (un filibustero o diem consumere). Cuando llegaba el momento de convocar una votación, el magistrado presidente podía presentar las propuestas que deseara, y cada voto era entre una propuesta y su negativa.
Para entender la importancia de la Curia, es crucial situarla en el contexto del Foro Romano. Este era el centro neurálgico de Roma, una plaza rodeada de templos, basílicas y otros edificios públicos donde se realizaban juicios, ceremonias religiosas y, por supuesto, reuniones políticas. La ubicación de la Curia en el Foro subraya su importancia para la vida pública de Roma.
Declive y desaparición del Senado romano
Con el paso del tiempo, el poder del Senado fue disminuyendo. Durante el Imperio, las relaciones entre el emperador y el Senado solían ser tensas, y los emperadores persiguieron a aquellos senadores que no compartían sus ideas políticas.
Con la dinastía militar Severa, el Senado perdió poder en favor del orden ecuestre y de la burocracia imperial. Finalmente, durante el Bajo Imperio (siglos IV-VI d.C.), el Senado perdió competencias hasta desaparecer por completo.
No se sabe exactamente cuándo desapareció el senado romano en Occidente, pero parece haber sido a principios del siglo VII. Está atestiguado por última vez en 603, cuando el registro gregoriano registra que aclamó nuevas estatuas del emperador Focas y la emperatriz Leontia, y en 630 la Curia Julia fue convertida en iglesia (Sant’Adriano al Foro) por el Papa Honorio I, lo que sugiere que el Senado había dejado de reunirse allí algún tiempo antes.
El título de senador siguió utilizándose en la Alta Edad Media, y en su forma femenina senatrix), pero en este período parece haber sido considerado como un título de nobleza y ya no indicaba la pertenencia a un órgano de gobierno organizado.
El senado continuó existiendo en Constantinopla, aunque evolucionó hasta convertirse en una institución que difería en algunas formas fundamentales de su predecesor. Designado en griego como synkletos, o asamblea, el Senado de Constantinopla estaba compuesto por todos los titulares actuales o anteriores de altos rangos y cargos oficiales, además de sus descendientes. En su apogeo durante los siglos VI y VII, el Senado representaba la riqueza y el poder colectivos del Imperio, en ocasiones nombrando y dominando emperadores individuales.
El legado del Senado romano
El Senado de Roma dejó un legado institucional duradero que influyó en muchas estructuras políticas posteriores. La tradición de una asamblea legislativa, la distinción entre el poder ejecutivo y el consultivo, y la idea de una clase senatorial o de notables influyentes en la política se convirtieron en elementos básicos de las futuras repúblicas y monarquías europeas.
Si bien el Senado romano no siempre fue un órgano democrático, representó un intento de limitar el poder centralizado y promover el debate y la experiencia en la toma de decisiones, valores que se convirtieron en la base de muchas democracias modernas.
Y rematamos esta publicación, confiando en que, pese a su larga extensión, haya resultado de vuestro interés, y en ese caso nos gustaría que nos lo hicieseis saber pulsando en el botón “Me gusta”. Además, te animamos a aportar algún comentario, y si tienes interés, suscribirte gratuitamente a la Newsletter del Blog para mantenerte siempre informado sobre las nuevas publicaciones del Blog.
Por último, si os ha gustado lo suficiente como para compartirlo en vuestras redes sociales, estaríamos realmente encantados de que así lo hicieseis.
Referencias
Historia de la Roma Antigua. De Bravo, G.
Instituciones políticas de la República romana. De Roldán Hervás, J.M.
https://www.anabasisproject.com/2024/11/07/el-senado-romano-de-la-republica-al-imperio/
https://muchahistoria.com/senado-romano/
https://www.worldhistory.org/trans/es/1-15522/senado-romano/