La construcción de las viviendas ha evolucionado muchísimo a lo largo de los siglos, no solo por el desarrollo de las técnicas y uso de nuevos materiales, sino también por su adaptación a las posibilidades y necesidades que se han ido creando. Hoy dedicamos esta entrada a conocer como era la vivienda en la Edad Media.
La ciudad medieval
Durante la Edad Media se produce un importante desarrollo en materia urbanística. Se intenta la ordenación urbana que, en el caso de la forma urbana, se concreta en una estructura amurallada y con una vivienda típica, la casa gótica.
Así encontramos que la ciudad medieval se constituye como un espacio cerrado, utilizado como fortaleza defensiva y refugio de los habitantes y campesinos de su entorno. Adicionalmente, se constituye como lugar de mercado del área de influencia.
La ciudad medieval encuentra su máximo desarrollo como consecuencia de la expansión agrícola iniciada en el siglo XII que generó prosperidad económica. A las ciudades acudían los campesinos a vender sus excedentes (cereales, frutas, carne, etc), a la vez que compraban artículos de uso cotidiano elaborados por los artesanos (herramientas, cerámica, ropa, etc). Por ello el comercio ha sido caracterizado como su función principal, y por ese motivo se requirió que hubiera disposición de plazas o espacios públicos para poder realizar tareas de mercado.
Como decíamos antes, las ciudades medievales estaban rodeadas de altas murallas para su protección y algunas contaban con una fortaleza construida dentro del recinto de la ciudad conocida como ciudadela. Las puertas de la ciudad se cerraban de noche.
El movimiento económico que se producía en el interior de las ciudades se aprovechó por parte de las autoridades para cobrar impuestos sobre las mercancías que entraban en las mismas.
En su estructura interna, la ciudad se dividía en barrios, cada uno con su propia parroquia. Disponían de un gran espacio abierto, la plaza del mercado, donde los comerciantes y campesinos instalaban sus tenderetes y en el que tenían lugar los principales acontecimientos de la ciudad: las representaciones de los artistas, las celebraciones festivas y los ajusticiamientos. El resto del espacio estaba ocupado por un enjambre de viviendas que propiciaban calles estrechas y tortuosas, tras las cuales, se encontraban pequeños huertos y corrales.
En todo caso, la aparición de la ciudad medieval se debió a una serie de condicionantes:
- El feudalismo: los miembros de la sociedad feudal se agrupan de forma jerárquica. Para mantener la protección tanto económica y social como militar en las pequeñas industrias agrícolas de los señores feudales se establecen pequeños núcleos urbanos.
- La Iglesia: las ciudades medievales se agruparán también en torno a sedes episcopales y monasterios. No lo harán con una planimetría definida, sino que dependerá de la importancia del asentamiento religioso.
- El comercio: con el resurgimiento del comercio, sobre todo en el norte de Italia (Florencia, Pisa, Siena…) y en la Liga Hanseática, resurgirá también la vida urbana. Aparecerán también ciudades en la costa mediterránea debido a las rutas comerciales con Oriente, y en Centroeuropa. Con la aparición de las rutas comerciales, se crean ciudades-peaje donde la burguesía comercial podía desarrollar su labor, separadas entre sí, no más de un día de viaje para estar comunicadas.
Por otro lado, el progresivo desarrollo urbano y el incremento del número de personas que habitaban en las ciudades durante la Edad Media, trajo consigo graves consecuencias, siendo la más importante de ellas la rápida propagación de las enfermedades y derivado de ella la sensible elevación de las tasas de mortalidad. Si a ello sumamos la necesidad de resolver al cuestión de cómo acoger a los numerosos habitantes que llegaban desde el campo, se entiende que hubo que recurrir a diversas fórmulas:
- La construcción de viviendas adosadas, mediante las cuales se tiende a suprimir el espacio existente entre las mismas, como forma para economizar el espacio urbano existente. En realidad, esta tradición había sido empleada en tierras de la Península itálica desde tiempos del Imperio Romano, aunque a partir del Siglo XII se consolida y se extiende por zonas como la Renania alemana o Francia.
- Estrechando la parte de fachada que daba a la calle. Así, las casas poseían cierta longitud, pero no anchura, hecho que influirá lógicamente en la iluminación de las viviendas y en su falta de ventilación, factor negativo, por otro lado, en cuanto a salubridad se refiere.
- Añadiendo más plantas a las casas. Así, en numerosas ciudades son frecuentes las casas con dos o más plantas, que cuentan, como contrapartida a lo expuesto en el anterior apartado, con ventanas, para poder aprovechar lo máximo posible la luz.
También hay que significar un tema capital al aumentar el tamaño de las ciudades, y que será el suministro de agua. Los romanos habían creado numerosos sistemas de canalización y suministro, pero, tras la caída del Imperio, la mayor parte de estas infraestructuras habían caído en desuso. Así, lo más habitual en las ciudades medievales para abastecerse de agua, era recurrir a los pozos que se encontraban en sus proximidades, de los que se obtenía el líquido elemento mediante unas norias generalmente movidas por animales de tiro.
También fue muy frecuente utilizar el agua de los ríos, aunque como norma general la mayor parte de ellos en su discurrir por el casco de una ciudad se encontraban contaminados por los vertidos de aguas residuales en su cauce. De este modo, la consecuencia más evidente de ello fue, el elevado número de enfermedades infecciosas (cólera, disentería) que debió soportar la población de las ciudades en la Edad Media.
En cuanto al saneamiento, la situación era diferente según la ciudad tuviese o no letrinas. Así, baste como ejemplo, el hecho que, en la Londres medieval existían 16 letrinas públicas para una población entre los 35.000 y 40.000 habitantes.
Existían también numerosos pozos negros particulares situados en la parte trasera de las viviendas, que son revestidos de piedra o mimbre, limpiándolos escasamente y vertiendo su contenido en los ríos o campos colindantes a las ciudades.
En cuanto a la distribución social dentro de la ciudad, hay que decir que las personas acomodadas residían, generalmente, en el centro de la ciudad, y conforme descendemos en la escala social, las viviendas se alejan del centro de la urbe.
También tienen su zona de residencia los sectores urbanos segregados, tales como judíos, musulmanes y las capas más bajas de la sociedad dedicadas a oficios poco licenciosos.
Las viviendas en las ciudades
Las condiciones materiales de existencia para los hombres y las mujeres medievales eran bastante precarias a causa de su dependencia del medio natural. No obstante, estas condiciones variaban según el estatus social de los individuos.
Las casas desempeñaban diversas funciones: eran un refugio ante las inclemencias naturales, eran la residencia familiar y, en algunos casos, el centro de las actividades productivas.
Las viviendas se agrupan en extensas manzanas de casas estrechas alineadas, entre medianeras y con un huerto hacia atrás. Así, estas grandes manzanas cuentan con enormes huecos interiores dedicados a cultivos hortícolas. Habitualmente, las huertas tienen acceso a un camino de servicio que transcurre por el interior de la manzana en paralelo a las calles que la delimitan.
La parcela típica será la parcela gótica, que se caracteriza por su estrechez (de 3 a 5 metros), debida al sistema constructivo de la vivienda tradicional: las vigas, de madera, no permitían alcanzar grandes luces, por lo que los muros de carga no pueden estar muy separados entre sí.
La casa medieval era, como los hogares modernos, el centro de la vida familiar para todas las clases de la sociedad europea. Sin embargo, en contraste con el hogar de hoy en día, consistía en muchos más individuos que la familia nuclear. Desde la casa del rey hasta la más humilde vivienda campesina, parientes más o menos lejanos y un número variable de sirvientes y dependientes cohabitaban con el amo de la casa y su familia inmediata. La estructura de la casa medieval se disolvió en gran parte por el advenimiento de la privacidad en la Europa moderna temprana.
Otro tipo de viviendas urbanas eran los corrales castellanos donde la gente de condición modesta edificaba sus casas alrededor de un patio, donde se encontraba el pozo comunitario. Las viviendas eran muy pequeñas y las letrinas eran de uso comunitario.
Las variaciones fueron inmensas en todo un continente y un lapso de tiempo de unos 1000 años. Sin embargo, todavía es posible hablar de un modelo clásico de la casa medieval, particularmente cómo evolucionó en la Francia carolingia y desde allí se extendió por grandes partes de Europa.
Evolución de la vivienda en la Edad Media
A lo largo de este amplio periodo que abarca casi 800 años observamos dos tendencias de larga duración en tomo a la caracterización de la vivienda. Entre una y otra, el punto de inflexión parece estar próximo al cambio de milenio.
En Europa, sobre el 800 d.C. la diferencia entre las clases sociales y los nuevos ricos que iban emergiendo, en su mayoría comerciantes, nobles y banqueros, desencadenaba una gran diferencia en la edificación de sus viviendas, estos construían increíbles casas de piedra, mientras que el pueblo, más pobre, vivían en viviendas fabricadas en su mayoría de madera, utilizando barro como aislante y cubiertas de paja.
Durante este período, hasta el año 1000 aproximadamente, se utilizaban técnicas constructivas rudimentarias: muros de mampostería asentada en seco, materiales apenas desbastados y ausencia de cimentaciones.
A partir del siglo X se observa un conjunto de constantes que si en determinados aspectos continúan las características del periodo anterior, en otros modifican la imagen de la vivienda, lo que no es sino el reflejo de los cambios profundos que en los dos primeros siglos del II milenio experimentó la sociedad:
- Entre las permanencias se ha de señalar el empleo de sistemas constructivos rudimentarios: piedras apenas desbastadas, muros irregulares e inestables, ausencia de zanjas de cimentación y de argamasa.
- La novedad más destacada es tal vez la simplificación de las plantas que, independientemente de su contextualización en una aldea de poblamiento agrupado o disperso, responden al modelo de la denominada casa elemental característica de amplias zonas de Europa Occidental en la Edad Media. De dimensiones que raramente superaban los 50m2, organizaban el espacio interior en dos mitades: la delantera ocupando dos tercios de la planta dedicada a hogar y vivienda y la trasera a dormitorio y ocasionalmente a almacén.
En el caso de viviendas en el campo, se constata que delante de la casa dispusieron de otros recintos, definidos por cercados de piedra apenas amontonada, reservados para los animales. Esta delimitación de ámbitos, al favorecer el aprovechamiento económico de los recursos ganaderos, constituye un síntoma de la tendencia a imbricar en la explotación campesina la actividad agrícola y pecuaria, lo que a su vez es reflejo de la expansión productiva, motivada por la modificación de los sistemas de cultivo, cada vez más intensivos y necesitados de abonos orgánicos.
El crecimiento económico creó a su vez la necesidad de almacenar la producción en espacios destinados a ese fin. En la documentación escrita aparecen los horreos o las cellas; en la arqueológica los silos excavados en los suelos de las casas o en los alrededores. Muchos de ellos, de capacidad limitada, se amortizaron a lo largo del siglo XII, probablemente debido a que el triunfo y consolidación de la aristocracia señorial los haría innecesarios, puesto que fue esta clase la única beneficiaria de los cambios experimentados en los sistemas sociales de producción, al captar los excedentes productivos a través de la expansión de la renta feudal.
A partir del siglo XII, en el caso de las viviendas en el campo, encontramos una serie de trasformaciones tendentes a mejorar la habitabilidad:
- Ampliación del espacio de las viviendas y el aumento del número de habitaciones utilizadas como taller, almacén, bodega, cocina, comedor, sala y dormitorio.
- También, incluso en núcleos de poblamiento disperso o no muy compacto se aprecia que los animales fueron alejados de las habitaciones de la familia, creando cobertizos, corrales y construcciones nuevas que podían estar organizadas en torno a un patio o ser exentas, con áreas vacías en su alrededor.
- Apareció también la casa de pisos, que triunfó entre los campesinos enriquecidos, quienes reprodujeron algunos aspectos formales de las casas torres señoriales con el objeto de demostrar su prestigio social. Pese a ello no tuvieron carácter defensivo, ya que fueron tan sólo casas de labranza en las que los animales quedaron segregados al piso bajo, en tanto que en el primero se dispuso la sala, hogar y dormitorios.
- Se continuó utilizando piedra de procedencia local, pero se regularizó y ordenó en hiladas unidas con argamasa. Irrumpieron también en el paisaje nuevos materiales como la teja curva, las baldosas de arcilla cocida y los ladrillos, que se emplearon en todas las partes de la casa: suelos, paredes -rellenando entramados de madera- y tejados.
- Las condiciones de habitabilidad mejoraron también al construir fogones, hornos de pan, hogares adosados a las paredes -que permitieron la apertura de chimeneas en los muros-, alacenas, ventanas … Incluso el mobiliario que, hasta la Baja Edad Media era muy reducido y poco variado, limitado a algunas ollas cerámicas destinadas a la cocción de alimentos, se diversificó: aparecieron entonces platos, jarras, escudillas, fuentes y una vajilla más completa destinada a cubrir un número mayor de usos.
Dependiendo de los materiales que tenían a su disposición, los campesinos podían construir sus casas de adobe, madera o piedra. Pero lo más común es que dispusieran de una gran estancia, con techo de paja, en la que encendían un fuego como centro de la misma. Esta casa, era el hogar de toda la familia y en muchas ocasiones también se utilizaba como establo o granero.
Respecto a la distribución, la mesa era el centro de la vivienda, donde toda la familia se juntaba a su alrededor, por lo que realmente era el objeto esencial del mobiliario. De este modo, se prescindía de todo lo demás, cosas como las camas, no eran esenciales, en aquella época dormían en el suelo, por norma general sobre paja y no disponían de armarios, todos los objetos y posesiones se colgaban de ganchos en las paredes de la vivienda.
En el caso de las ciudades, la aportación de la burguesía a la transformación de la vivienda consistió principalmente en la utilización de la misma como lugar de trabajo. En la planta baja se solía ubicar la tienda (o taller en caso de tratarse de un artesano), donde se ejercía el oficio al mismo tiempo que se atenía a la clientela; en el primer piso había por lo general una sola estancia, donde se desarrollaban las diferentes actividades cotidianas. A esto solía sumarse un pequeño patio en la parte trasera de la casa, donde disponían de un corral para las gallinas, un huerto, un pozo y una letrina muy básica. En la casa vivían el burgués y su familia, los aprendices del oficio y la servidumbre; todos ellos compartían la vivienda. En este caso, es bastante evidente la falta de intimidad.
Todas y cada una estas tipologías residenciales desaparecieron en Europa a lo largo de la alta Edad Media, coincidiendo con la crisis demográfica del continente. Si bien bastante gente vivía bajo la protección de los feudos y los enormes castillos, otros muchos se hacinaban en pequeños habitáculos ubicados en las murallas de las pequeñas y no tan pequeñas urbes, debido principalmente a que el campo era inseguro.
Las prósperas granjas de la antigüedad desaparecieron, hasta el momento en que poquito a poco las condiciones mejoraron a la sombra de los monasterios y de los núcleos urbanos en expansión. Apareció entonces una próspera clase mercantil que empezó a construirse grandes casas señoriales en las urbes y feudos rurales. Cara el final del medievo las casas señoriales evolucionaron hasta transformarse en palacios.
Estas nuevas construcciones consistían en complejas residencias para la nobleza eclesiástica y mercantil, o bien para las familias gobernantes, que ocupaban un edificio entero y contenían estancias rituales, aposentos para los señores y habitaciones para un elevado número de sirvientes y cortesanos de todo género.
¿Cómo eran las viviendas en la Edad Media?
Como es lógico, la vivienda durante la Edad Media tenía una estructura, distribución y uso de materiales de acuerdo con el nivel socio-económico de sus ocupantes.
Pero el condicionante también estaba conformado por la disponibilidad de materiales y en función del clima del lugar. Así, en un primer momento, podemos decir que en el norte de la Península Ibérica, las viviendas solían ser de piedra, mientras que en el sur, el material más utilizado era el barro. En cambio, en los Pirineos recurrían a la madera.
Para la construcción las opciones no eran muchas. Por lo general, los tabiques se fabricaban a base de paja, pelo de vaca, estiércol y barro húmedo sobre una estructura de madera. La madera se acababa pudriendo con el tiempo por la humedad.
Los armazones solían construirse en el taller de un carpintero y, una vez acabados, se transportaban hasta el lugar donde tenía que erigirse la nueva vivienda.
Las viviendas más humildes, las de los campesinos, solo tenían una estancia, la cual hacía al mismo tiempo las veces de salón, cocina y habitación. Un único habitáculo en el que se almacenaban además los útiles del campo y la cosecha.
Cuando utilizaban madera, no aguardaban a que ésta se secara, sino que la usaban cuando estaba todavía verde pues así resultaba más maleable y se ceñía mejor a sus necesidades. Los tabiques de las viviendas se levantaban con paja, pelaje de vaca, estiércol y barro húmedo.
Obviamente, el uso de materiales como los citados provocaba que en numerosas ocasiones se produjesen incendios en las viviendas, bien por negligencia o descuido con el uso de las velas o en los fuegos de las cocinas.
La cocina suponía el espacio más importante de cualquier hogar principalmente por la presencia de la chimenea que además de aportar calor iluminaba la casa. Las casas con más recursos económicos contaban con todo tipo de cacharros como recipientes de barro, de estaño, cobre o hierro además de manteles y paños.
As casas das persoas de clases máis podentes eran as únicas con dúas plantas ou máis. Eran vivendas máis refinadas e amplas. O piso inferior estaba destinado a recibir as visitas, e estaba composto por un patio interior e varias estancias á súa ao redor. As habitacións da familia situábanse na planta superior.
El mobiliario y el ajuar en las viviendas durante la Edad Media
Otro aspecto destacable es el mobiliario y el ajuar. En el interior de esta sala había pocos muebles, distribuidos según las necesidades del momento; así, según fuera de día o de noche, el espacio se transformaba de una manera o de otra. El mobiliario solía ser móvil o desmontable, característica que ha pervivido hasta nuestros días en algunas piezas como sillones, camas, mesas, sillas, etc.
Entre los muebles fundamentales hayamos la presencia de una mesa grande y algunos bancos. También armarios de fabricación rústica para guardar sus pocos enseres. No usaban camas y dormían en el piso o sobre un montón de paja.
Dado que una misma habitación servía para todo, por la noche desplegaban los jergones de paja para dormir y por la mañana los enrollaban. Contaban, asimismo, con baúles en los que guardaban la ropa, y ganchos o huecos en los muros para guardar los utensilios de cocina.
En algunos casos, y sobre todo con el paso de los siglos, la cama pasó a cobrar suma importancia, era de gran tamaño ya que la familia solía dormir conjuntamente. Las familias más pobres empleaban bancos o tablas sobre los que colocaban las mantas para dormir. En las casas nobles, la cama era una estructura estable que se adornaba con un dosel. Los colchones de los humildes, como dijimos antes, solían estar elaborados con paja, mientras que los de las clases más pudientes se elaboraban con plumas. La ropa de cama también variaba en función de la condición social.
Dentro de las casas también se podían encontrar braseros, candiles, alfombras, esteras, espejos, cubas, jarras, tinajas, etc.
En el caso de las casas de clases más pudientes, en algunos casos, las paredes de la habitación se decoran con tapices o con el blasón (escudo) familiar.
En cuanto a los sistemas de calefacción y alumbrado hemos de indicar que aunque son escasos en la época, aunque también como es lógico, serán los estamentos superiores de la sociedad los que gocen de una coyuntura más favorable. Así, nobles, clérigos de alta condición e individuos que a pesar de pertenecer al estado llano gozan de una buena situación económica, suelen utilizar lámparas, candelabros, linternas, que se colocan en las dependencias principales de la casa, con una clara preeminencia en el salón, donde también se sitúa la chimenea que será la principal fuente de calor de la casa.
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Recomendación
Referencias
Vivir en la Edad Media. De Aznra Vallejo. Ed. Arcos libros
La sociedad rural en la España Medieval. De García de Cortázar, J.A. Ed. Siglo XXI
Organización social del espacio en la España medieval. La corona de’ Castilla en los siglos VIII a XV. De García de Cortázar, J.A. Ed. Ariel
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