Hablar del Carnaval es referirse a una celebración extraordinariamente extendida y con muchos siglos de antigüedad. Se trata sin duda de una de las fiestas más populares y que se celebra en un gran número de lugares del planeta.
A fin de conocer algo más sobre los orígenes del Carnaval, creamos esta publicación en la que intentamos hacer un repaso sobre su historia, evolución, significados posibles y formas de celebración a lo largo del tiempo y en diferentes lugares del mundo.
Aunque hay diferentes teorías sobre el origen del término Carnaval, en esta publicación vamos a recoger las, posiblemente, más difundidas y aceptadas.
La palabra carnaval podría proceder del latín “carnevale” (carnis=carne, y levare=dejar fuera), por lo que su significado sería: despedirse de la carne, ya que durante la Cuaresma cristiana, los cuarenta días siguientes, no se podrá comer carne. Durante ese tiempo la Iglesia obligaba al ayuno en memoria de los cuarenta días que Jesús ayunó en el desierto. Por lo tanto, durante los tres días previos a dar inicio a la Cuaresma tenían lugar las celebraciones a modo de despedida a la carne.
De la voz italiana surgió la castellana “carnaval”. En castellano antiguo se hablaba del antruejo: del latín introitum= entrada, porque el carnaval da inicio a la Cuaresma.
El término carnaval se impuso en el Renacimiento por el prestigio que cobró el carnaval italiano. Es, como hemos dicho, un concepto íntimamente ligado al de Cuaresma, a su vez procedente del latín cuadragésima, en alusión a los cuarenta días que transcurren desde su inicio hasta Pascua de Resurrección.
Se conoce también a la versión que dice que los pueblos agrícolas debían consumir los alimentos del invierno que conservaban gracias al frío, antes de la llegada de la primavera y las temperaturas más altas, cuando los alimentos corrían el riesgo de echarse a perder. Entonces celebraban una gran fiesta para comer todos los productos animales y perecederos para luego ayunar hasta el equinoccio de primavera del 21 de marzo (en el hemisferio norte) donde tendrían acceso a los productos de la nueva temporada.
En todo caso, la palabra Carnaval tendría su origen en el concepto cristiano de la fiesta, esto es, de la validez de la carne ante la Cuaresma. Así, encontraríamos dos grupos:
- las Carnestolendas, que sería un tiempo en el que habría privación del consumo de carne y la obligación de practicar el ayuno. Esta palabra ya era usada por los mozárabes y por los cortesanos castellanos del siglo XIII. A lo largo del siglo XVI iría evolucionando hacia el término Carnaval.
- el Entroido, que sería el tiempo previo a la Cuaresma, período por tanto en el que estaría permitido el consumo de carne. Esta forma, de origen medieval, todavía se conserva en Galicia con esa expresión de Entroido, mientras que en Asturias sería Antroxo y en algunas zonas de las provincias de León y Zamora recibiría el nombre de Antroido. En la vecina Portugal el término sería
En cuanto al origen de la celebración de fiestas durante el Carnaval, no hay certezas absolutas. Posiblemente la única sea que su origen es pagano. Si se han constatado similitudes con algunas fiestas paganas protohistóricas y otras que tendrían lugar en la Antigua Roma así como en la Edad Media, momento en el que se incorpora al ciclo litúrgico cristiano, pese a lo cual todavía conviven manifestaciones de origen pagano.
Muchos paganos realizaron grandes celebraciones alrededor del equinoccio de primavera. Los festivales siempre se celebran al final del invierno para celebrar la llegada de la primavera y la renovación de la fertilidad. El carnaval se ve principalmente como un viaje espiritual de la oscuridad a la luz, del invierno al verano. En Europa, los paganos creían que los espíritus malignos gobernaban el mundo durante el invierno y que tenían que ser expulsados en verano para regresar. Muchos paganos también celebraron el final de una abundante cosecha, como preparación para el invierno y como una forma de agradecer a los espíritus.
Hay numerosas teorías, desde un posible origen sumerio y/o egipcio, en la batalla entre el bien y el mal, o su identificación con el culto a Momo, el dios griego de la burla, el sarcasmo, las bromas irónicas y la sátira
Y en Grecia, tenían lugar unas fiestas parecidas: las bacanales y las Dionisias, en éstas últimas tenían lugar grandes procesiones y representaciones de teatro que reunían a toda la población.
De lo que no cabría duda es que si tendría relación con las Lupercales y la Saturnales romanas, fiestas que tenían lugar durante los ciclos festivos de invierno. Se trataría de una forma pasar del solsticio de invierno al equinoccio de la primavera, momento en el que el sol gana su batalla frente a la oscuridad, el calor al frío y la fertilidad de los campos a la sequía y la esterilidad.
- Las Lupercales eran fiestas romanas de purificación. Tenían lugar el 15 de febrero en honor del dios Lupercio, una divinidad que se relacionaba con el lobo y el dios Fauno. En esa celebración un sacerdote (luperco) procedía a sacrificar un macho cabrío o una cabra y con su sangre, todos los presentes en el acto debían untarse la frente. Con la piel del animal se hacían unos látigos, con los que ataviados con pieles de animales, recorrían las calles de Roma golpeando a cuantos encontraban a su paso. En esta costumbre pervivía una creencia según la cual las mujeres sin descendencia buscaban ser azotadas pues era una forma de alcanzar la ansiada fertilidad. Pasado este período de fiestas llegaba el mes de febrero (febraure=purificar) en el que procedían a su purificación.
Estas fiestas pervivirían durante el Imperio Romano, hasta que en el siglo V fueron sustituidas por la purificación de la Virgen, lo que conocemos hoy como Candelaria.
- En cuanto a las Saturnalias, podría ser también un antecedente, si bien esta celebración tenía lugar en el mes de Diciembre, un período en el que no estaba permitido ejercer ningún oficio. Durante la celebración se hacía una comida comunal en símbolo de la igualdad entre todos los hombres. Se elegía un rey (habitualmente el considerado más tonto) cuyo reinado duraría tan solo lo que duraban las celebraciones, pudiendo hacer cuanto desease. Finalizadas las fiestas se procedía a sacrificarlo, parece ser que al principio de manera literal, pero luego consistía en un sacrificio simbólico.
Otros posibles antecedentes podrían estar en la Matronalia y en las Calendas de Enero, en la Brumalia y en las fiestas dedicadas al Dios Dionisios.
Todas estas festividades tenían en común la época de su celebración: febrero, una época de transición del invierno a la primavera y en la que tenían lugar ritos de purificación, coincidiendo con los últimos días del letargo invernal de la naturaleza, ya que se creía que el dios Saturno, vagaba por la tierra todo el invierno y que necesitaban los rituales y ofrendas para llevarlo al inframundo para comenzar la cosecha de verano. Por ello, con banquetes, bailes y vestidos con ropas y máscaras que personificaban a este dios, celebraban la abundancia de la tierra dejando a un lado las obligaciones y las jerarquías, para establecer durante unos días y después volver al orden.
Incluso encontramos estudiosos que creen que el término Carnaval podría proceder de “carrus navalis”, la representación que en las Calendas de Marzo se celebraban en los circos romanos en honor a la diosa Isis, y que consistía fundamentalmente en procesiones, disfraces y exhibiciones de barcos.
En un contexto de grandes banquetes de alimentos, un consumo enorme de alcohol e incluso de excesos sexuales, los historiadores apuntan a la aparición de las máscaras, un elemento característico del Carnaval. En esas fiestas, uno de los objetivos era mantener el anonimato para que nadie supiera exactamente quién estaba cometiendo determinados excesos.
Durante la Edad Media, la cultura popular era poderosa, mientras la oficial y las religiosas eran más débiles, por eso con fines casi propagandísticos la Iglesia hacia coincidir sus fiestas con las paganas, con la finalidad de cristianizarlas. Con la expansión del cristianismo, algunas festividades de origen pagano fueron evangelizadas, y una de ellas fue el Carnaval. La religión cristiana moduló y adaptó esta celebración a fin de que el pueblo disfrutase los últimos tres días previos antes de iniciar la Cuaresma. No en vano, Julio Caro Baroja, uno de los más clásicos estudiosos del Carnaval, lo define como «un hijo del cristianismo».
Las fiestas populares en las que la risa, la burla o la pantomima, eran elementos esenciales, fueron consideradas como cosa demoníaca, proveniente del infierno; mientras que el rezo, el recogimiento y la oración eran considerados como provenientes de Dios. Estas premisas, marcaron la concepción filosófica de los primeros tiempos de la iglesia medieval, en cuanto se comenzó a considerarlas como una segunda naturaleza humana, como manifestaciones de desahogo, lo que supuso que el estamento religioso lo asumiera en el entorno de su propio ritual. Se permitían estos excesos en determinadas fechas del año con el fin de erradicarlo poco a poco. De esta forma la Iglesia consciente de su papel transformador contribuyó a su expansión bajo nuevas formas. Así se recrearon versiones jocosas de pasajes bíblicos y de libros religiosos, siempre justificándolo bajo la premisa de la segunda naturaleza humana. En la liturgia, en los funerales, en los bautizos y otras ceremonias comienzan a aparecer manifestaciones divertidas y lúdicas: La Risa Paschalis, con comentarios jocosos en los púlpitos; las Coena Cypriani o los Charitas Vini, cantares ceremoniales de consagración; las fiestas de San Juan o San Blas, la Liturgia de los Borrachos o el Testamento del asno nos remiten a los Testamentos y entierros de la sardina de nuestros actuales carnavales aunque en muchos sitios se hallan perdido.
A partir del Renacimiento con la nueva concepción filosófica del mundo y de la vida la fiesta del Carnaval fue más un recuerdo, un adiós a otra época que finaliza. En muchos casos fue así pero en otros la concepción vital medievalista perduró, por diversas razones socioeconómicas hasta nuestros días. En el rural a través de las gentes y en las ciudades a través de los gremios que mostraban sus espectáculos, invenciones, danzas y mascaradas hasta su conversión en cofradías y en las actuales peñas.
Con el paso del tiempo, la fiesta adoptó un carácter laico y se popularizó en muchos países. Cada estado ha adoptado sus propias costumbres y tradiciones en el marco de la celebración del Carnaval.
De lo que no hay duda es que las formas actuales del Carnaval son fruto de la convivencia de las manifestaciones paganas y cristianas de esta celebración.
Como en todas las tradiciones que tienen su origen en la antigüedad, resulta complicado localizar su significado. En todo caso, mientras el hombre creyó que su ritmo vital estaba sometido a fuerzas sobrenaturales el Carnaval fue posible. Y aún fue posible en cierta medida a partir del momento en que ese ritmo vital se vio reordenado por el establecimiento del año cristiano confiriendo a esta fiesta un contenido social y religioso. Es esta una fiesta en la cual los ritos y las ceremonias se mezclan: vestir máscara y disfraces, correr los toros, comer cerdo, echar ceniza y harina a los viandantes, gastar bromas etc. Lo cual cambia nuestro carácter durante unos días u horas, invirtiendo los papeles sexuales, igualando socialmente a todos, etc.
En estos días está permitido hacer cosas que no lo están el resto del año e incluso parecerían de mal gusto. El carnaval es en definitiva el mundo al revés, la contradicción de la vida cotidiana y la búsqueda de la inversión total de valores.
Inconscientemente en estas fechas el pueblo busca un equilibrio en el exceso, frente al desequilibrio que supone el respeto a la penitencia cuaresmal. Todos los preceptos normas y usos legales del tiempo ordinario, son cambiados por las leyes que rigen este tiempo extraordinario. Vecinos e incluso autoridades deben plegarse ante faltas y desordenes que en otros días tendrían que castigar, cediendo ante este derecho extraordinario propiciado por los rituales de origen primitivo.
La crítica social muchas veces, la parodia, lo grotesco y lo burlesco, son modos de ridiculizar inconscientemente los hechos de la vida cotidiana, los oficios, los cargos públicos, la vida de los vecinos y otras manifestaciones de tipos social o profesional. La literatura también se ve representada en las coplas y canciones populares de este tiempo.
Existe una estrecha relación entre la fecha en la que cae la Semana Santa y los días en los que se celebrará el carnaval ese mismo año, aunque esta sea una fiesta pagana y se realice con anterioridad a la celebración religiosa. Conociendo cuándo es Semana Santa un año podremos saber qué día empieza el carnaval. Entre ambas fechas pasan exactamente cuarenta días, que es el periodo conocido popularmente como “Cuaresma”. Para saber por qué es así, voy a hacer un poco de historia…
Como anticipábamos en párrafos anteriores, el hecho de disfrazarse y celebrar una fiesta a lo largo de varios días, es una continuidad de los antiguos Saturnales, los festejos romanos que se realizaban en honor al Dios Saturno.
Fue a partir del siglo IV, durante la decadencia del Imperio Romano, cuando la Iglesia católica tomó el control de la mayor parte de las celebraciones paganas que se realizaban, anulándolas y/o reconvirtiéndolas en fiestas religiosas (entre ellas las mencionadas Saturnales y las del “Sol Invictus” del 25 de diciembre, las cuales reconvirtieron en lo que hoy en día conocemos como Navidad o incluso el Día de San Valentín). Con ello también vino el reubicar en el calendario otra de las grandes fiestas de la Iglesia: la Semana Santa, como conmemoración de la “última cena” celebrada por Jesucristo con sus apóstoles, su captura, crucifixión y resurrección, pero también otra celebración muy vinculada con los orígenes del cristianismo: la Pascua judía, que se celebraba el 14 de Nisán.
Para especificar la fecha el emperador romano Constantino el Grande estableció, en el primer Concilio de Nicea (año 325 d.C.), una fórmula por la cual se determinaría cuándo caería la celebración de la Semana Santa y ésta sería siempre en el domingo siguiente a la primera luna llena tras la entrada de la primavera (Domingo de resurrección).
Durante la Edad Media, el carnaval duraba casi todo el período comprendido entre Navidad y el comienzo de la Cuaresma, era una salida para que las personas se sintieran más libres en sus preocupaciones diarias.
En el año 743 d.C., el Sínodo de Leptines, ubicado cerca de Binche en Bélgica, escribió sobre los excesos observados en el mes de febrero. Hay libros de los años 800 que contienen mucha información sobre cómo las personas se disfrazaban o se vestían como animales, y que hacerlo era un pecado.
En España, San Isidoro de Sevilla se quejó en sus escritos en el siglo VII de que la gente se vestía y se dirigía a las calles disfrazada en muchos casos del género opuesto o de animales, aunque hacerlo fuera un pecado.
El carnaval continuó evolucionando y se convirtió en una manifestación de la cultura popular europea. Algunas de las tradiciones de carnaval más conocidas, incluidos los desfiles de carnaval y los bailes de máscaras, se registraron por primera vez en la Italia medieval.
Hoy en día el Carnaval es realmente un fenómeno global que se celebra en más de 50 países. El carnaval ha evolucionado y actualmente es una celebración de carácter lúdico donde abundan los juegos, la música, banquetes, bailes y diversión en general. Se llama así, por similitud, a cualquier otra celebración del tipo donde prevalecen el descontrol y la permisividad característica de esta fiesta en su origen.
En España los bailes de máscaras se introdujeron durante el reinado de Carlos II.
El Martes de Carnaval es la principal celebración, el día previo al Miércoles de Ceniza, que marca el inicio de la Cuaresma.
Ya en tiempos de Cervantes, el carnaval se había convertido en ocasión casi blasfema. En 1585 se buscó su prohibición y en Madrid casi desapareció.
Felipe V lo prohibió, pero volvió a legalizarlo Carlos III, en cuyo reinado se introdujeron los bailes de máscaras en casi todos los teatros españoles y americanos.
Fernando VII prohibió las celebraciones callejeras y permitió el carnaval sólo en lugares cerrados. Pero durante la regencia de María Cristina volvió a las calles. Eso de volver a las calles tenía su gracia en algunos casos.
Cuando en 1909 Barcelona vivía una oleada de reivindicaciones obreras muchos aconsejaron al gobernador civil Ángel Osorio que prohibiera aquel año el carnaval, pero no quiso hacerlo. Lo que hizo fue situar durante los festejos, a lo largo de Las Ramblas, cientos de policías disfrazados de pierrots portadores cada uno de sendas estacas parecidas al as de bastos. Se corrió la noticia y cayó en gracia, sobre todo cuando la gente se dio cuenta de que al paso del gobernador todos aquellos pierrots saludaban presentando armas, en esto caso las garrotas, como si de fusiles se tratara: aquel año el carnaval fue pacífico.
A Santiago Rusiñol, reconocido pintor, escritor y dramaturgo español, nacido en el año 1861, y entusiasta de esta fiesta, el carnaval de 1931 le cogió en Aranjuez, en su lecho de muerte: pero deseoso de cumplir con el rito carnavalesco hizo un turbante con la toalla, colocó unas enormes narices de cartón en su cara y recibió al médico diciendo: “Hay que cumplir con la tradición”.
En España hay una gran tradición carnavalesca. La festividad dura casi una semana, desde el Jueves Lardero hasta el Miércoles de Ceniza. Las fechas cambian cada anualidad, puesto que también son distintas las fechas en las que se celebra la Semana Santa. Entre Carnaval y Semana Santa, hay más de un mes de diferencia, debido a la Cuaresma.
Uno de los carnavales más antiguos de España es el de Bielsa (Huesca), durante el que jóvenes de la localidad se visten de curiosos personajes como las “trangas” (mitad hombre, mitad macho cabrío) o las “madamas”. El final de la celebración la marca la “condena” y posterior quema de Cornelio Zorrilla, un muñeco hecho de paja que se cuelga de la plaza del Ayuntamiento.
Hay muchas fiestas de carnaval por toda España y todas tienen algo único y especial, pero si hay que destacar ciertos carnavales serían los de Cádiz, Santa Cruz de Tenerife y Águilas (Murcia), que han sido distinguidos como Fiestas de Interés Turísticos Internacional.
En el caso del Carnaval de Cádiz, encontramos peculiaridades tomadas del carnaval italiano, debido a la influencia, fundamentalmente genovesa que tuvo la ciudad desde el siglo XV, donde los genoveses se asentaron para sus proyectos comerciales, desplazados hacia el Oeste por el avance de los turcos. Así, encontramos elementos como las máscaras o caretas, los antifaces o los caramelos arrojadizos, también habituales en los carnavales italianos.
Un elemento sumamente relevante y conocido del Carnaval de Cádiz son las comparsas, grupos de amigos que se organizan para uniformarse, componer y cantar un repertorio. En sus coplas incorporan: chascarrillos, crítica política, satírica social, etc.
Este carnaval fue declarado Fiesta de Interés Turístico en mayo del año 1965.
Algunas fuentes aseguran que el Carnaval de Santa Cruz de Tenerife se celebra desde 1600 y la costumbre era que las mujeres se vistieran de hombre y viceversa. Actualmente es una de las fiestas más populares de la isla, ya que llena de color y ritmo sus calles, atrayendo numerosos turistas que no quieren perderse las comparsas, murgas y disfraces.
En el siglo XVIII, según los cronistas de la época, el carnaval ya era tan popular que lo disfrutaban tanto las clases pudientes, con bailes y fastuosas fiestas; como el pueblo, con bulliciosas celebraciones.
En 1925 se crea el primer Programa del Carnaval de Tenerife de la mano del Ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife, que, desde ese momento, será el encargado de organizar el evento. Es en este momento donde surge una eclosión y comienzan a formarse murgas, comparsas, rondallas y diferentes agrupaciones al mismo tiempo y cuando evolucionan los disfraces, cada vez más complejos y elaborados.
En 1967 recibe la distinción de Fiesta de Interés Turístico Nacional, y en el año 1980 se eleva este reconocimiento a Fiesta de Interés Turístico Internacional.
Hay una enorme tradición en tierras gallegas a la hora de celebrar los carnavales. Hay, salvo error por nuestra parte, siete carnavales o entroidos gallegos que lucen la distinción de Fiesta de interés Turístico, y se puede cifrar en más de 170 los municipios gallegos que para la celebración del carnaval establecen como festivos los lunes y martes de Carnaval y también el Miércoles de Ceniza.
Históricamente hay datos de que en el siglo XVIII se celebraban los “Entroidos” en diferentes localidades gallegas, pero con una especial preponderancia en tierras ourensanas.
Como en tantas otras ocasiones una fiesta en Galicia, en este caso el Entroido, tiene enlaces con fiestas de exaltación gastronómica. Así, por ejemplo, encontramos que en municipio ourensano de Viana do Bolo, el Entroido recibe el nombre de “Festa da Androlla e do Entroido”, tratándose de uno de los carnavales más antiguos de Europa.
Sin ánimo de ser exhaustivo en la enumeración de celebraciones, a continuación hacemos una pequeña reserva de algunos de los más conocidos:
En el municipio de Laza hablamos de un carnaval de suma elegancia, con un famoso desfile en el que se deja bien patente el estatus social de los asistentes con trajes en los que, sólo el sombrero de las Madamas (7 kg de parafernalia) puede llevar hasta un mes de confección. Destaca en este Entroido el personaje de los Peliqueiros y las diferentes batallas campales que podemos contemplar, como A Farrapada, en la que se utilizan trapos untados de barro.
En Verín también encontramos unos carnavales con personajes y trajes tradicionales, como los Cigarrones, cuya vestimenta y equipo puede alcanzar los 25 kg de peso.
En todo caso, en el Entroido lo único que no está permitido es no participar en la fiesta. Y para ello encontramos un gran número de personajes que protagonizan estas fechas y que además de los antes citados, cabe nombrar a: las Pantallas, en el municipio de Xinzo, El Boteiro y los Folións, en Viana, las Madamas y los Galáns, en Cobres y los Xenerais y Correos, e A Ulla.
Las víctimas del Entroido son los transeúntes no imbuidos del espíritu del carnaval. Traviesos sátiros persiguen a las mujeres para bailar a su alrededor, y a los hombres que osan salir sin disfraz a la calle se los lleva a hombros hasta el bar más cercano para que paguen un vino.
Y en el caso de los espíritus, a los que se ahuyenta con los ruidos de las charangas y comparsas, para tal fin, se aparca el agua bendita y se usan “armas instrumentales” hechas de las vejigas de animales, tambores, o instrumentos de labranza.
Tal vez cabría hablar de dos tipos de carnaval, cuando nos referimos a los que tienen lugar en tierras catalanas: los que tiene influencia del carnaval brasileño, con preponderancia de la música, los bailes y los disfraces; y los más tradicionales que ponen mayor énfasis en la sátira. Ejemplo del primer caso sería el carnaval de Sitges, y el segundo los de Vilanova i la Geltrú y Solsona.
No obstante, tanto en los carnavales satíricos como los de lucimiento, aparece la presencia de un personaje conocido como el “rey Carnestoltes”, que recibe distintos nombres según el pueblo. Éste es quien rige el municipio durante los días que dura esta celebración.
El Carnaval se difundió por Europa de la mano de los navegantes que llegaban a los puertos italianos. Especialmente al de Venecia. También fue durante estos años cuando se generalizó el uso de máscaras entre los participantes, utilizándolas como símbolo de los vicios y las virtudes humanas. De aquí nace el origen de las máscaras venecianas. Las famosísimas Pulcinellas.
En Alemania
Encontramos uno de los carnavales más antiguos del mundo. Nos referimos al carnaval de Colonia, que según defienden ellos mismos, se viene celebrando desde hace unos dos mil años, aunque admiten que el primer desfile de carnaval organizado, tuvo lugar en el año 1823. El desfile, punto álgido de la fiesta, se desarrolla en el “lunes de las rosas” (Rosenmontg’), y es habitual que en él se proceda a ridiculizar figuras políticas, mientras la ciudad se llena de color, risas y disfraces.
En Francia
Uno de los carnavales menos conocidos, pero sin embargo de los más grandes e importantes, es el que se celebra en la ciudad de Niza, en la Costa Azul.
En Inglaterra
Concretamente con el carnaval de Notting Hill encontramos algo curioso y es que este gran barrio de Londres celebra el Carnaval a finales del mes de agosto en conmemoración a unos graves altercados contra los residentes del barrio, mayoritariamente caribeños, que tuvieron lugar entre el 29 de agosto y el 5 de septiembre de 1958.
Se trata de un gran desfile organizado por la comunidad caribeña pero que llega a congregar a unos dos millones de personas disfrazadas y bailando al ritmo de la música.
Pero es en Italia donde encontramos el Carnaval más célebre de cuantos tienen lugar en Europa. Nos referimos al que se celebra en la ciudad de Venecia.
Su historia se remonta al año 1094, y cuenta la leyenda que todo comenzó cuando unas mujeres de la entonces pueblerina Venecia fueron raptadas por unos forasteros. Al ser rescatadas sanas y salvas celebraron unas fiestas que se denominaron las Marías. Se hizo costumbre a festejar cada aniversario el evento hasta que con el tiempo se convirtieron en el Carnaval de Venecia.
Otras versiones sitúan su origen en el año 1162, cuando la república de Venecia salió victoriosa contra el Patriarca de Aquileia, Ulrico di Treven. Desde este momento se empezó a celebrar esta festividad. Sin embargo, fue oficializada más de un siglo después, en 1296. El objetivo era que no hubiese una brecha entre las clases altas y las bajas, entre otros motivos.
El Carnaval de Venecia aunque estuvo prohibido por Napoleón, fue para los ciudadanos una forma de evadirse de los problemas y del gobierno por unos días y en su época también le sirvió a la nobleza para mezclarse con el resto del pueblo, de ahí que las máscaras cobren especial importancia en Venecia.
El Carnaval de Venecia fue el carnaval más famoso, abolido por Napoleón en 1797, por temor a posibles conspiraciones amparándose en el anonimato que otorgaban los disfraces. Tras la caída del emperador francés, el carnaval retornó, pero sin alcanzar de nuevo su esplendor hasta que se readaptó a los nuevos tiempos, a partir del año 1979.
Como curiosidad cabe decir que los venecianos solían usar máscaras a lo largo del año, en numerosas ocasiones, como un simple complemento a su vestimenta. Como los visitantes las asociaban sobre todo al carnaval, se llevaban la impresión de que los venecianos estaban de fiesta durante la mitad del año.
En Venecia los carnavales se celebran durante 10 días, y muestran al mundo una espectacular mezcla de tradición y modernidad en cada uno de sus desfiles, pasacalles y entretenidas actuaciones que duran hasta altas horas de la madrugada.
Algo muy característico del Carnaval de Venecia son sus disfraces y máscaras tan llamativas y creativas. Se dice que las máscaras garantizaban el anonimato total, una especie de nivelación de las divisiones sociales como hemos comentado anteriormente.
El carnaval no sólo se extendió por Europa, sino que también llegó a América, llevado allí por los conquistadores primero, y por los colonos europeos después. Los europeos también descubrieron que los nativos también tenían sus propias celebraciones llenas de canciones y bailes.
Muchas de estas celebraciones iban de adorar a sus dioses y a la tierra para asegurar una buena cosecha para el año siguiente. Una vez más, la iglesia católica en lugar de obligar a los nativos a renunciar a sus celebraciones simplemente les permitió celebrarlos con significados cristianos. Muchas celebraciones todavía tienen lugar hoy día.
En Estados Unidos de América
Muy conocido es el Carnaval de Nueva Orleáns. Coincidiendo con nuestro día de Reyes, los ciudadanos de este estado, celebran el Mardi Gras, que es el equivalente al Carnaval. Organizan un desfile de carrozas y todos los participantes van ataviados con lucidos disfraces y vestimentas y con sus rostros cubiertos con máscaras.
En Brasil
Encontramos la celebración de carnaval de Río de Janeiro es la que atrae a más visitantes cada año, motivo por el cual está incluido en el libro Guinness: a pesar de que el famoso Sambódromo sólo tiene capacidad para 72.000 espectadores, el carnaval carioca recibe a unos dos millones de visitantes por día, unos 400.000 de ellos extranjeros.
En México
Ésta tradición llegó a México de la mano de los españoles, que celebraban el carnaval solo con fines sociales. En él se podían ver diferentes bailes a los que se acudía con trajes y vestidos excesivos y elaborados con muchos colores y todo tipo de fantasías.
Estas fiestas solo las podían celebrar los miembros de la alta sociedad y los criollos. Estaban prohibidas severamente a los indígenas. Por este motivo, los nativos decidieron imitar estas celebraciones en tono irreverente y de burla.
Se fabricaban sus propias máscaras a imagen de personas con piel muy blanca, con barba y bigote, narices afiladas y chapeadas. Recordando de este modo a la fisionomía y rasgos de los. Naciendo así el auténtico origen del carnaval mexicano, con la aparición de “Chinacos” y “Chinelos”.
Los Chinacos son los antecesores de los Charros. Se trataba de unos jinetes vestidos con ropas rotas y viejas. Pero en su modo de festejar el carnaval empleaban los mismos elegantes trajes y máscaras de estilo europeo. Siendo estos trajes los que hoy en día se conoce como el tradicional traje de Charro.
Por su parte los Chinelos se originaron en el estado mexicano de Morelos. Sus vestimentas cuentan con multitud de vistosos colores y decoraciones representativas de la cultura y mitología Mexicana.
En Colombia
Las fiestas de carnaval de Barranquilla tienen referencias cercanas a las celebraciones que se hacían en Cartagena de Indias en la época colonial como festividad de los esclavos.
El más colorido y vistoso de todos es sin duda es el carnaval de Barranquilla. Sin embargo, los historiadores aseguran que ya en el siglo XVIII existían celebraciones denominadas carnaval no solo en la villa de Mompox y en la ciudad de Cartagena, también en algunos pueblos como Magangué y otras regiones cercanas al río Magdalena en el tramo de llanura Caribe.
Pese a que el Carnaval urbano en Barranquilla se inició de manera oficial en el año 1876, ya existían ciertas celebraciones años antes. En aquella época, reflejaban los patrones migratorios desde las pobres zonas rurales hasta las grandes ciudades.
Es el caso de las danzas de indios, de los negros y de “bailes de fauna”, todos ellos componentes en la actualidad del carnaval barranquillero, continúan teniendo vigencia en áreas rurales del interior.
En Argentina
En el año 1771, Juan José Vertiz (Gobernador de Buenos Aires), instauró bailes de carnaval que realizaban dentro de en locales cerrados. Era típico que la gente dentro de sus casas rompiera huevos. Pero llegó un punto que los altercados, el exceso y los daños ocasionados al mobiliario provocó que en febrero del año 1795 el virrey Arredondo prohibiese “los juegos con harina, huevos, y agua”.
Más tarde, se convirtió en tradición lanzarse agua entre las mujeres utilizando cualquier tipo de recipiente. Incluso se tiraban huevos llenos de agua de rosas o todo lo contrario, huevos podridos.
Al principio solo se realizaban estas celebraciones de carnaval en las casas adineradas y de la alta sociedad, como en la casa del Virrey Cisneros, la casa de Margarita Sánchez de Thompson o la casa de “La Perichona”.
En las casas de los barrios más pobres, formados por pequeñas comunidades negras de origen africano, también querían ser partícipes de estas fiestas y celebraban el Candombe.
También existía la costumbre de quemar un muñeco elaborado con paja. Tradición que actualmente se sigue practicando en algunas ciudades argentinas. Esta práctica se llamaba “día del entierro” y proviene de la época de Rosas. Básicamente se trataba de que los vecinos de cada barrio fabricaban un muñeco de paja, al que llamaban Judas, lo colgaban en un sitio público y posteriormente lo quemaban celebrando una gran fiesta.
Comenzaron a florecer las famosas comparsas, pero se debía informar a las autoridades de todos sus integrantes. Del mismo modo todas aquellas personas que portaran caretas o máscaras tenían que solicitar un permiso especial.
Desde el año 1870 en las calles Rivadavia, Victoria y Florida comenzaron a desfilar en los corsos los carruajes. Más tarde se ampliarían los desfiles de carrozas a otras calles y barrios. Eran muy vistosos y alegres, los adornos y disfraces cada vez eran más elaborados y lujosos.
Se hacían bailes de carnaval en clubes barriales, ya sea en la Capital como en el Gran Buenos Aires. Se practicaban luego de los corsos en algunas instituciones sociales, teatros, residencias particulares y hoteles. Normalmente eran de disfraces, y se bailaban valses, polcas, etc.
Con el paso de los años, los ciudadanos de la alta sociedad se distanció dejó de participar en las fiestas populares, ahora solo participaban en algunos bailes o en algunos carruajes durante los corsos más representativos. También dejó de haber la hermandad entre blancos y negros. Ya no se mezclaban pequeños y grandes, pobres y ricos… Con el devenir de los años, el carnaval fue perdiendo su especial encanto. Tanto, que de nuevo se producían altercados y peleas, hasta que en 1909 se volvieron a prohibir los corsos.
Después de 1915, poco a poco las comparsas fueron desapareciendo. Se remplazaron por las murgas. Los corsos perdieron su esplendor, se poblaban de carros, carritos de lechero y chatas.
Ya en la década de los años 20 del siglo pasado, muy pocos eran ya los corsos que seguían existiendo, y eran mucho menos divertidos y alegres.
Pero indudablemente, los carnavales como fiesta pública siguieron existiendo. Los organizaban las diferentes entidades de los barrios (sistema que en la actualidad todavía perdura).
En los años de Perón se eliminaron los días feriados del carnaval, aunque sí se permitían todos los festejos y celebraciones típicos.
Durante la dictadura militar del 1976, nuevamente se prohibió el carnaval. El cuál volvió a ser legal en 1983 con el regreso de la democracia en Argentina. Durante la presidencia de Cristina Fernández de Kirchner se volvieron a instaurar los días feriados de carnaval.
En Uruguay
Podemos ubicar el carnaval más largo, pues si bien lo habitual es que se celebre durante una semana, entre finales de febrero y principios de marzo, tampoco es raro que pueda llegar a durar hasta cuarenta días.
Fueron los africanos quienes más contribuyeron a muchas tradiciones modernas de carnaval. Los africanos fueron llevados a las Américas, originalmente como hombres libres y luego como esclavos. Muchas tradiciones africanas se fusionaron con las celebraciones europeas.
Aportaron los colores brillantes que se ven en muchos disfraces de carnaval, así como los sonidos y la música que son características clave del carnaval en las Américas. Las plumas y otros objetos naturales se usaron para crear disfraces y máscaras debido a la creencia de que aportaban fuerza espiritual al portador.
Una tradición africana era la gente que desfilaba por el pueblo, rodeándolo con máscaras y trajes de colores brillantes, mientras cantaban y bailaban para traer suerte al pueblo, significaba ahuyentar a los espíritus de los parientes muertos enojados, razón por la cual muchos desfiles de carnaval presentan símbolos de muerte.
Otras tradiciones eran caminar sobre zancos y llevar títeres. Pero lo más importante fueron los africanos que trajeron instrumentos musicales muy alegres, ritmos de baile y estilos de canto.
Respecto a los disfraces
Para la mayoría de personas el término carnaval va asociado con el hecho de disfrazarse y pasar unos días de fiesta y jolgorio, pero esta celebración que lleva tantísimos siglos realizándose no siempre estuvo vinculada al hecho de ponerse un disfraz sino que es el resultado de una mezcolanza de fiestas y tradiciones, provenientes de distintas culturas, que en un punto de la Historia fueron unificándose para acabar siendo el festejo que hoy en día conocemos.
En cuanto a los disfraces, hay que decir que parece que la palabra disfraz procede de la voz freza= huella, pista y la partícula negativa /dis/=borrar, esto es, su significado sería: quitar huellas.
Es decir, el disfraz oculta el rostro de quien lo lleva: ésa es la naturaleza de la fiesta a la que sirve. Sería como un sinónimo de camuflar, enmascarar, ocultar, encubrir y, claro está, disfrazar.
Al caer el sol el disfraz era pieza importante, los esclavos imitaban así el atuendo de sus señores mientras éstos se disfrazaban de esclavos.
Era el mundo al revés en el que predominaba la extravagancia, la licencia y la locura. Era natural que la autoridad tendiera siempre a abolir estos desmadres tanto en el antiguo Egipto como en la historia reciente.
De acuerdo con la historia del carnaval, las máscaras representan los vicios y las virtudes de los hombres. Se dice que algunas de estas máscaras tienen un origen y un valor demoníaco, representados, por ejemplo, por la máscara negra en la cara de Arlequín y el blanco y negro de las máscaras venecianas Pulcinella.
¿Por qué se entierra la sardina?
En la celebración del Carnaval en tierras de España y de América Latina hay un “rito”, que el denominado entierro de la sardina. Es algo diferencia, pues en otros países como en Italia, se hace con un monigote; en Alemania, un pez de madera o cartón; en las zonas del Báltico, un animal. La cuestión era quemar, porque el fuego es expiación y fin brusco de las cosas.
Se hace además, precisamente en el momento en que comienza la prohibición de comer carne, es decir: el inicio canónico de la Cuaresma. Podría por tanto entenderse como un acto de protesta, propio de quienes ven que se acaba la fiesta. Se acataba lo dispuesto por la liturgia a regañadientes: a los cristianos les esperaban muchos días de castigo gastronómico.
De todas formas, al principio no se enterraba sino que se quemaba, práctica campesina que hunde sus raíces en el mundo antiguo como rito de una primavera que se adivina cercana.
Conclusiones
Como decíamos en párrafos anteriores, el Carnaval, en palabras de Julio Caro Baroja, es, quiérase o no, un hijo, aunque sea un hijo pródigo, del cristianismo.
El carnaval ha sido objeto de disputa entre defensores y detractores, tanto desde ópticas paganas como religiosas. Pero lo cierto es que de los antiguos carnavales, con sus ceremonias, hoy total y acertadamente reprobable, como eran las corridas de gallos, tirarse huevos fétidos, quemar pieles, etc, en un ambiente de desorden y alegría en las calles, ha dejado paso a una celebración más adaptada a las ansias de hedonismo que nuestra sociedad cada vez propicia en mayor medida. Y no está mal, disfrutar y evadirse, reírse, respetando a los demás.
Pero afortunadamente las celebraciones del Carnaval, en muchas localidades, regiones, países e incluso continentes, nos muestran vestigios de un pasado más simple, pero también más complejo, donde uno zarandeaba durante unos días sus miedos y sus hábitos cotidianos para dedicarse de pleno a ser feliz.
Y nada más por hoy. Confiamos que la lectura de esta publicación os haya resultado cuanto menos amenas, y si fuese instructiva, mejor que mejor.
Referencias:
Carnaval. Historia e Identidade. De Guardado da Silva, C.
El Carnaval. De Caro Baroja, J.
https://curiosfera-historia.com/origen-del-carnaval/
https://www.galiciaunica.es/historia-del-carnaval-gallego/