Si pensamos en los druidas, a la mayoría de nosotros el primer nombre que recordamos es el de Panoramix, el druida que aparece en las historias de la serie de cómic Astérix. Un personaje que resulta atractivo por su sabiduría y habilidades. Pero la historia nos cuenta que los auténticos druidas de la época poco se parecían a él.
En primer lugar cabe asociar a los druidas con las culturas celtas (población de origen indo europea de la antigüedad) en las que aparecen, según los textos mitológicos irlandeses, las figuras de los druidas junto con:
- los “amdaurs” (aspirantes a druidas), reconocibles por utilizar túnicas de color amarillo;
- los “vates” (faith en Irlanda), que utilizaban túnicas de color rojo, y eran los encargados de compilar todas las tradiciones, creencias y conocimientos y que también practicaban la profecía;
- los “bardos” (filid en Irlanda), con su túnica de color azul, se dedicaban a la poesía y la literatura, y cuyo papel consistía en amenizar fiestas y celebraciones recitando y cantando las proezas de dioses y guerreros.
En todo caso, el rango superior lo ocupaban los druidas, quienes utilizaban túnicas de color blanco y se encargaban principalmente de realizar los sacrificios rituales y familiares y, sobre todo, eran los jueces supremos e inapelables. Era tal el respeto hacia ellos que no necesitaban usar armas para recorrer territorios pertenecientes a varios clanes.
Los primeros registros que se tienen de ellos provienen desde el ya lejano siglo III a.C. por medio de Julio César, quien habló sobre la capacidad y autoridad de los druidas para ejercer justicia y dictar sanciones en juicios públicos y privados. Julio César, en su obra, “La guerra de las Galias”, manifiesta que “querían persuadir a sus discípulos de que las almas no mueren, fijando que semejante doctrina, seguida de sus corolarios, conduce a la virtud por el desprecio de la muerte”. Según César “Los druidas enseñan la doctrina según la cual el alma no muere, sino que después de la muerte pasa de uno a otro”. Según esto, la religión de los druidas estaba basada en la transmigración de las almas. Esto demuestra sin lugar a dudas la preocupación por el alma en la sociedad celta. El origen del alma, su destino y sobre todo la transformación de ésta tras la muerte y en el más allá.
Además de esta particular apreciación, César proclamó el exterminio de esta religión a la que calificó de “bárbara e inhumana”. Hay que tener en cuenta que los druidas eran quienes podían haber convertido y animado a estos pueblos a constituirse en una unidad política que, evidentemente, hubiese contrariado las ambiciones del famoso conquistador romano.
Plinio afirmaba que los druidas eran quienes poseían los conocimientos médicos y mágicos tradicionales debido a que eran los que detentaban el papel de sanadores. De este mismo modo, estaban capacitados tanto para el uso de hierbas como para la cirugía.
Otros autores que manifestaron un evidente interés hacia ellos fueron Cicerón, Pomponio Mela o Suetonio.
Los druidas eran mucho más que los sacerdotes de la religión celta. Eran los encargados de los temas referentes a la religión, la justicia, la educación y todo lo referente a la política. Su presencia era indispensable para numerosos actos políticos y sociales. De una indudable elocuencia y sabiduría, estos hombres de roble mantenían su conocimiento a buen resguardo bajo un alto secreto y transmitido solamente de forma oral.
Las fuentes de información sobre los druidas son escasas y en muchos casos, mezcladas con buenas dosis de fantasía. Las dos fuentes fidedignas con las que podemos contar son los textos mitológicos irlandeses y las de los escritores clásicos.
A los integrantes de la clase sacerdotal se los llamara druidas, palabra que para algunos autores, caso de Plinio, tiene raíz céltica -“derb” y “dru” quieren decir roble- y significa “conocedores del roble”. En todo caso Aristóteles, en el siglo IV a.C., es el primer autor en denominar druidas a los sacerdotes celtas.
Sabían leer y escribir griego y latín. Transmitían sus historias de manera oral, utilizando en muchos casos la poesía como recurso para fijar detalles. El hecho de no dejar textos ha ocasionado que su historia, roles y costumbres no fuesen recogidos hasta siglos más tarde.
Su relación con los bosques tiene su base en que éstos, al ser considerados moradas de los dioses por las tribus célticas, provocaban tanto adoración como. Allí celebraban asambleas, sentados en troncos sagrados, desde donde administraban justicia y decidían la paz y la guerra. Por otro lado es una antigua costumbre celta tocar madera ante el anuncio de un hecho ingrato, superstición que tiene su explicación en los robles azotados por los rayos y centellas en las tormentas, que como resultado indujeron a creer que estos árboles debían ser la morada de los dioses, de ahí el ritual de tocarlos cuando el peligro acechaba.
Para convertirse en druida era necesario atravesar un entrenamiento cercano a los 20 años, en los que los jóvenes recibían una esmerada instrucción en todas las áreas del conocimiento de mano de los sabios. Entre los conocimientos y funciones de los sabios druidas, están la magia, el uso de hierbas y aguas medicinales, la astronomía, la geografía, y todo lo concerniente a la naturaleza.
Los druidas estaban convencidos de que todo tenía un alma (eran partidarios del animismo) por ello es que su estudio y respeto por la naturaleza era absoluto. Practicaban el culto a los antepasados, no temían a la muerte ya que creían en la transmigración del alma, y –a pesar de que llevaban a cabo sacrificios humanos- predicaban el valor supremo del “bien”.
Tenían altares en el interior de sus moradas en los robles, en las partes más profundas de los bosques o en grutas donde celebraban asambleas y reuniones de estudio para discutir hechos sociales y filosóficos de gran trascendencia.
Sus santuarios eran de piedra, organizados en forma circular y sin techo, para ver el firmamento y aún se conservan algunos al sur de Inglaterra, los templos o Dólmenes de Avebury y de Stonehenge, cerca de donde –según la leyenda- fue enterrado el rey Arturo.
Se les adjudicaba una gran capacidad mágica; prueba de ello es que los guerreros celtas acudían a éstos para recibir consejos, bendiciones y amuletos que los protegerían en las batallas y los volverían invulnerables gracias a la magia de los druidas. Su capacidad de vaticinar el futuro se debía a la práctica de leer el futuro en las entrañas de las víctimas de sacrificio, en los graznidos de un cuervo o en la capacidad de entablar conversación con los muertos, llamada nigromancia. Estrabón y Diodoro Sículo decían que los druidas leían el futuro a través de las agonías finales de víctimas humanas, relatando el primero que “golpeaban, por ejemplo, en la espalda con una espada a un hombre elegido ritualmente como víctima y practicaban la adivinación a partir de sus convulsiones”
Las leyendas les han adjudicado también algunos poderes sobrehumanos como la capacidad de alterar el tiempo, volverse invisibles, predecir el futuro y convertirse en animales. Hay un aspecto aún más oscuro acerca de esta casta de sacerdotes que resulta más siniestra que lo que se relataba al inicio de este texto: se ha especulado con la posibilidad de que también sometieran a los bebés a sacrificios, aunque en su mayor parte eran los ladrones o enfermos los que morían en los rituales. El toro fue uno de los animales que también formaba parte de estas ceremonias.
Esto entraba en relación al ser considerados tanto como los máximos exponentes de la magia como quienes guardaban los secretos y también la escritura ogámica, la lengua dada por el dios Ogma (dios de la sabiduría). Su uso, además de hacerse en piedras casi siempre funerarias, se atribuye a los druidas. El ogam era considerado una puerta de acceso a profundos secretos y reservado a los sabios druidas.
Los sacrificios humanos eran, al igual que para los nórdicos “necesarios” en algunas situaciones. Gracias a César sabemos que los celtas, antes de enfrentarse a una batalla en la que podrían perder la vida o ante el peligro de morir por una enfermedad grave, realizaban un sacrificio. Para evitar la muerte tenían que llevar a cabo dicho sacrificio, donde daban una vida a cambio de la suya. Este sacrificio era llevado a cabo por un druida, como es obvio. En los casos donde el sacrificio fuera realizado en honor a un dios, mataban a la víctima asestándole un golpe en la espalda con una espada. Otras veces les clavaban flechas o les crucificaban en un templo.
Estrabón afirmaba que nunca se procedía a llevar a cabo un sacrificio humano si no había un druida presente. Este, realizaba adivinaciones mientras observaba como moría la víctima. También podían realizar augurios consultando sus entrañas (y la manera en que caían). Otra forma de sacrificio consistía en introducir a seres humanos y animales en un gran hombre de paja.
Otro de los sacrificios llevados a cabo por los druidas era el que narra Plinio sobre el ritual de recogida de muérdago. Después de cortar la planta, la llevaban en procesión en actitud de gran solemnidad con dos toros blancos a los que sacrificaban a continuación en calidad de ofrenda. Los druidas cortaban el muérdago con una hoz de oro consagrada, de una forma ceremonial y mística. Para ellos, esta planta parásita, simboliza el sacrificio divino, el descenso del espíritu hacia la materia.
Merlín es posiblemente el druida más famoso de la mitología celta. Gracias a las leyendas artúricas y posteriormente a las adaptaciones al cine todo el mundo ha oído hablar de personajes tan emblemáticos como Merlín, Arturo, Morgana, Lancelot, Ginebra y Perceval provenientes del folklore medieval. En sus historias se mezcla las leyendas de caballería, la búsqueda del Grial y los antiguos mitos celtas.
Como magos, chamanes, videntes, los druidas han sido vistos de muchas formas y para el cristianismo, fue sobre todo una amenaza. El fin de los druidas vino con la llegada del cristianismo a la Galia en el Siglo IV. En Gales se disiparon rápidamente aunque sobrevivieron hasta bien entrada la Edad Media los bardos, dedicando su arte a las cortes principescas. En cuanto a Irlanda, ya sabes que el cristianismo penetró de forma tardía, por lo que los druidas de la isla esmeralda existieron hasta la mitad del siglo V. De esta manera, el druidismo desapareció por completo, lamentablemente.