A lo largo de la historia han surgido numerosas sociedades secretas, algunas de las cuales obtuvieron cierta relevancia, pero que en todo caso se caracterizan por ser unas organizaciones, en la mayoría de los casos, que exigen a sus miembros que oculten información sobre sus objetivos, actividades y ritos.
En este post vamos a saber algo sobre una de esas organizaciones, la de “los carbonarios, sociedad secreta”.
Antecedentes históricos que explican la aparición de los Carbonarios
Para entender porque se formó la sociedad secreta de los carbonarios, hay que conocer los antecedentes históricos que facilitaron su aparición.
El origen exacto de los Carbonari es motivo de debate entre los historiadores, así según muchos autores, en Italia, donde surgen como un movimiento revolucionario y secreto que jugó un relevante papel en la lucha por la independencia y la unificación de Italia en el siglo XIX. Pensemos que en aquella época el territorio italiano estaba fragmentado en diversos estados, bajo el dominio de Austria, Francia y otros países.
Aparecerían también en Francia, donde jugó un importante papel durante la Revolución Francesa, y posteriormente en países como Portugal o España.
Aunque no se tiene la certeza, algunos autores defienden que esta sociedad podría tener sus orígenes varios siglos atrás, pues en algunos de sus documentos habla del rey Francisco I como un protector de la misma.
En toco caso, naciese en Italia, Francia u otro lugar, los carbonarios adquirieron una poderosa posición en las primeras décadas del siglo XI en el reino de Nápoles y en los Estados de la Iglesia.
¿Quiénes son los Carbonarios?
Los Carbonari o Carbonarios eran en su mayoría, parte de la burguesía patriota que buscaba, basándose en influencias liberarles de la Revolución francesa, librar a la península de Italia de la influencia ejercida por potencias extranjeras.
Buscaban además derrocar el absolutismo monárquico, implantar los principios del liberalismo y la elaboración de una Constitución.
Reciben el nombre por su pertenencia a la sociedad secreta denominada “Carbonería”.
Su nombre, como es fácil deducir, proviene del gremio de los trabajadores del carbón, los carboneros. Una forma similar a como los masones se inspiraban en los trabajadores del gremio de la construcción.
El carbón era el símbolo de la Carbonería. El carbón purificaría el aire, y cuando ardía en las habitaciones alejaba de la misma a las bestias feroces.
La organización estaba formada por diferentes grupos y células o núcleos básicos, llamados barracones o barracas (baracca, en italiano), que se agrupaban en las ventas (vendita), aglomeraciones más grandes, y estas dependían a su vez, de las ventas madre y de las altas ventas.
Los miembros de la Carbonería solían pertenecer a clases sociales elevadas. Estaban divididos en dos sectores. Uno civil, orientado hacia la protesta pacífica y la propaganda y, otro militar, destinado a la lucha armada.
Cada barraca tenía su propia estructura y jerarquía. Los miembros se identificaban entre sí mediante símbolos y contraseñas secretas y se comprometían a mantener la discreción absoluta sobre sus actividades.
Como en cualquier otra sociedad secreta, quién se inscribía no podía conocer todos los objetivos de la sociedad en el momento de su entrada. Cuando eran iniciados, pasaban una época en la que eran llamados apprendisti (aprendices) y ya con el tiempo, pasaban a ser maestri (maestros), aunque nunca, antes de seis meses.
La admisión del candidato se hace por sufragio, y bastan tres bolas negras para rechazarlo; éste debe contar con un mínimo de edad 33 años y 3 meses, a la que se creía que había muerto Jesús. Las instrucciones que recibe el candidato dan a entender que el objetivo es político y busca conseguir la independencia y unificación de todo el territorio italiano. A cada individuo se le señala la misión que tendrá que desempeñar en la lucha que se avecina.
Había juramentos de fidelidad y todo bajo el más estricto secreto, que si se vulneraba se pagaba con la vida. Este juramento imponía la obligación de no conocer a los individuos de las demás ventas. Para identificarse usaban un lenguaje de signos secretos en los apretones de manos. También había signos relacionados con la jerarquía: los maestros llevaban un hacha y los aprendices un haz de leña en la solapa.
La traición se pagaba con la muerte.
Los iniciados en la Carbonería pagaban por estar en la organización, tanto por derechos de admisión, que podían ser de unos cinco francos, y un franco mensualmente.
En la Carbonería no había comunicaciones escritas, no podían dejar rastros. Las órdenes se trasmitirían verbalmente por delegados especiales de la venta suprema. Los carbonarios se comprometían a obedecer sin discusión los acuerdos de la venta suprema y a sacrificar su fortuna y su vida en pro de la libertad y de la patria. Todo carbonario debía tener dispuesto un fusil con su bayoneta y veinticinco cartuchos.
El lugar donde se reunión recibía el nombre de baracca (cabaña), su interior vendita (lugar de venta del carbón), que solía ser de madera, en forma de granero, con el piso de ladrillos a imitación de las logias masónicas, y asientos con respaldo. Los alrededores se denominaban foresta (bosque). Los miembros de la sociedad se llamaban entre sí buen cugino (buen primo) y a los que no pertenecían a la sociedad se les denominaba pagani (paganos).
Cada jefe de venta superior y central tenía media tarjeta irregularmente cortada, y la otra media la presentaba el delegado para darse a conocer. Tenían, además, palabras de paso y de orden, y signos especiales de reconocimiento.
Los miembros se conocían unos a otros por signos secretos en los apretones de manos. Los signos no eran los mismos para los aprendices que para los maestros. El símbolo maestro era una pequeña hacha y el de los aprendices un haz de leña que se llevaba en el ojal.
Uno de los principios de la sociedad era que la “buena hermandad” debía basarse en la religión y la virtud, entendiendo por ello una concepción de la religión puramente natural, estando además prohibida cualquier mención a la religión. En realidad, la asociación era opuesta a la Iglesia. Sin embargo, veneraban a San Teobaldo como patrón.
La vendita o logia está establecida en un lugar secreto y apartado, sólo conocido por los grandes Maestres, iniciados ya en el grado: es triangular y truncada en su extremo oriental.
Durante las reuniones el gran maestre tenía en la mesa un crucifijo con las velas encendidas, y con distintos objetos simbólicos: un paño blanco de hilo, recipientes con agua, sal, una cruz, hojas, palos, fuego, tierra, una corona de espinas blanca, una escalera de mano, una pelota de hilo y tres cintas de color azul, rojo y blanco. Para alumbrar la sala había un triángulo iluminado con las iniciales del segundo grado grabadas en su centro. A la izquierda había otro triángulo con las armas de la logia grabadas. A la derecha triángulos transparentes, cada uno con las iniciales de las palabras sagradas del primer grado.
No obstante, el movimiento carbonario también tuvo sus limitaciones. La falta de una ideología política clara y la diversidad de intereses dentro del grupo generaron divisiones internas y dificultaron la consecución de sus objetivos. Además, la represión por parte de los poderes establecidos fue feroz, lo que llevó a la desarticulación de muchos núcleos carbonarios.
Los Carbonarios en Italia
Parece que su difusión, entre 1806 y 1811, en el reino de Nápoles, deba atribuirse a algunos oficiales y funcionarios franceses e italianos al servicio de José Bonaparte y de Murat, los cuales habían formado parte de la secta de los Filadelfos, formada en los primeros años del siglo XII en el Franco Condado por exjacobinos y oficiales subalternos fieles al ideal republicano.
Otros autores sin embargo opinan que la organización nació como forma de oposición a la política filonapoleónica de Joaquín Murat.
Murat
Dirigieron su lucha contra el rey Fernando I de las Dos Sicilias, que tras ser repuesto en el trono gobernaba como un monarca absoluto, sin responder a las expectativas que los carbonarios habían puesto en una posible moderación del rey exiliado. El número de los carbonarios napolitanos crecía, en respuesta al descontento de la burguesía urbana de artesanos y comerciantes, perjudicados por la política borbónica, favorable a los grandes terratenientes.
La Carboneria se difundió también por el norte de Italia, sobre todo en Lombardía y Emilia-Romagna, gracias al esfuerzo de Filippo Buonarroti (aunque no era carbonario, se identificó con el movimiento). Tras el Congreso de Viena de 1815 el movimiento asumió también un carácter patriótico y marcadamente anti-austriaco.
Sus ideales combinaban el liberalismo con el nacionalismo. Su modelo de organización y sus procedimientos conspirativos e insurreccionales marcaron los inicios de los procesos revolucionarios liberales en Italia hasta 1830. También hubo carbonarios en Francia (Charbonnerie), en Portugal (Carbonária) y en España, gracias a los italianos emigrados o exiliados.
En 1820, la Carbonería plasmó por primera vez pasar de las palabras a los hechos, pues tuvo un destacado protagonismo en la Revolución napolitana de ese año. La influencia del ejemplo de sublevación liberal de Riego en España fue evidente. Michele Morelli y Giusseppe Silvati, dos oficiales, y el general Gugliemo Pepe marcharon, a principios de julio, desde Nola hacia Nápoles, al frente de varios regimientos de caballería. El rey Fernando I aceptó conceder una constitución y el establecimiento de un parlamento, como había hecho Fernando VII en España. El éxito alentó a los carbonarios piamonteses. En marzo de 1821 consiguieron el establecimiento de un sistema constitucional en Turín. Pero el sistema de la Restauración no iba a dejar que en el sur de Europa -España, Portugal y parte de Italia- triunfasen sistemas políticos liberales. En febrero de 1821, un ejército derrotó a los insurrectos napolitanos. En el norte, el rey Carlos Alberto de Saboya pidió la intervención de Austria. En el mes de abril un ejército austriaco derrotó a los insurrectos piamonteses. A continuación, se desató la represión contra los carbonarios.
Los carbonarios italianos se levantaron también en Módena y los Estados Pontificios.
Su modelo de organización y sus procedimientos conspirativos e insurreccionales marcaron los inicios de los procesos revolucionarios liberales en Italia hasta 1830. En los Estados Pontificios, la revuelta comenzó en febrero de 1831. En las ciudades de Bolonia, Reggio Emilia, Imola, Faenza, Ancona, Ferrara y Parma estallaron sublevaciones populares lideradas por los carbonarios, que establecieron un gobierno provisional bajo la bandera tricolor que simbolizaba la unidad de Italia. Un cuerpo de milicia voluntario, que habría tenido el objetivo de marchar hacia Roma, fue masacrado por las tropas austríacas llamadas por el papa Gregorio XVI, que repusieron su autoridad en estos territorios.
Esta derrota hizo entender a muchos carbonarios que militarmente, sobre todo solos, no podían imponerse contra Austria, una de las grandes potencias del Viejo Continente. La estrategia para conseguir sus objetivos debía cambiar. Mazzini decidió crear otra organización, la “Joven Italia”, en la que ingresaron muchos antiguos carbonarios. La Carbonería siguió existiendo, pero sin casi actividad, hasta su final en 1848.
Apenas había durado un cuarto de siglo (50 años, según otros autores), pero la influencia de los Carbonari permaneció viva y sería el germen perfecto para el movimiento llamado “Risorgimiento” que desembocaría en la unificación definitiva italiana. En marzo de 1861, Víctor Manuel II de Saboya se convertía en rey de Italia, aunque hasta 1870 no lograría convertir Roma en su capital. El Papa no reconoció la nueva situación en la llamada ”cuestión romana” que fue resuelta en 1929 con el Pacto de Letrán entre el Papa Pío XI y Mussolini.
Víctor Manuel II de Saboya
Muchas personalidades de la Italia del Risorgimento se adhirieron al movimiento, de manera explícita o implícita, como Silvio Pellico, Antonio Panizzi, Giuseppe Mazzini, Ciro Menotti, Piero Maroncelli, Carlo Bianco di San Jorioz o Federico Confalonieri.
Los Carbonarios en Francia
La Carbonería francesa comprendía “círculos” o “ventas”. Encontramos:
- Particulares de veinte “primos”. En Masonería los miembros son hermanos. Cada venta particular tenía un presidente, un secretario y un diputado.
- Los diputados de veinte ventas particulares formaban una venta central, que tenía también su diputado, único primo que estaba en relación directa con la venta superior, que a su vez nombraba también un delegado que la representase en la venta suprema
En el París de la segunda década de principios del siglo XIX pudo haber cientos de ventas, con nombres como Washington, Victoriosa, Belisario, Sincera o Amigos de la Verdad.
Los Carbonarios en Portugal
La Carbonaria Portuguesa era una organización secreta anticlerical y revolucionaria, sin relación con la masonería portuguesa o cualquier otra obediencia masónica, aunque esta organización haya servido de algunas estructuras del Gran Oriente Lusitano Unido para alojar sus órganos superiores y colaboró oficialmente con esta obediencia para la implantación de la República el 5 de octubre de 1910.
Se fundó entre finales de 1898 y antes de 1900. En aquella época, las cuatro logias que pertenecían a la Masonería Académica como eran Independência, Justiça, Pátria y Futuro, pasaron a ser choças y sus miembros fueron divididos en grupos de veinte. Cada uno de estos nuevos grupos adoptó un nombre de forma libre.
El ABC publicó parte del supuesto ritual de iniciación:
“Está terminantemente prohibido pertenecer a cualquier otra organización política de carácter más o menos secreto, salvo la Masonería; citar nombre de asociaciones, indicar casas donde se efectúan las reuniones o las indicaciones y la forma en la que se hacen; enseñar las palabras de la Orden y divulgar a propios o a extraños lo que pasa en la Asociación. La pena prevista para el iniciado que no cumpla estas reglas es la expulsión o, en casos graves, la muerte”.
Había cuatro grados: Rajador, Aspirante o Carbonero, Maestro y Maestro Sublime.
El simbolismo de la Carbonaria portuguesa era singular. Cabe destacar elementos como la estrella de cinco puntas encima del globo terrestre, representa la figura masculina de un bom primo, de pie con las piernas abiertas, los brazos abiertos y la cabeza erguida como diciendo: “Listo siempre para luchar contra todas las tiranías”.
Tras la revolución del 5 de octubre de 1910, en la que tuvo un papel importante en la movilización contra las incursiones monárquicas de 1911 y 1912, una vez que se consiguió su objetivo principal, la Carbonaria portuguesa desapareció.
Los Carbonarios en España
Como vemos, el Carbonarismo se extendió a Francia y Portugal, pero también a España. En nuestro país fue introducida por inmigrantes italianos y franceses. En España fue fundada en 1820 en Cádiz, durante el trienio liberal, y su objetivo era el de luchar contra el absolutismo y la monarquía.
Se establecieron venditas en Madrid, Cataluña, Valencia y Málaga. Fue en Cataluña donde tuvieron más seguidores, si bien nunca consiguieron tomar el poder. Llegó a tener alrededor de 30.000 miembros en su apogeo. Se reunían clandestinamente en las llamadas “cuevas” y utilizaban símbolos como el carbón y el hacha para reconocerse entre ellos.
La organización tenía una estructura jerárquica y estaba dividida en diferentes grados. Los miembros más jóvenes y menos experimentados se encontraban en el grado de “carbonerillo”, mientras que los más experimentados y comprometidos pertenecían al grado de “carbonero mayor”.
La Carbonería no solo luchaba contra el poder establecido, sino que también promovía ideas de libertad y democracia. Sin embargo, su carácter secreto y su tendencia a la conspiración hizo que fuera perseguida por las autoridades y, finalmente fue disuelta durante la Década Ominosa (1823-1833), bajo Fernando VII, en la que sufrieron una cruel persecución y represión.
El último y efímero líder que tuvo el Carbonarismo en España fue Nicolás María Rivero, de ideales republicanos, a mediados del siglo XIX.
En la actualidad también existen pequeñas comunidades carbonarias en algunos países de Sudamérica.
Los Carbonarios en la literatura
Los carbonarios aparecen en la literatura de la época. La principal obra es, sin lugar a dudas, Vanina Vanini de Stendhal. Se trata de una novela corta que relata la historia de amor de la princesa Vanina y un miembro de los carbonarios.
Por otro lado, el canonista e historiador Vicente de la Fuente escribió, en el año 1871, una Historia de las sociedades secretas antiguas y modernas en España, donde explica la Carbonería española, desde una perspectiva claramente negativa.
En 1923 en la Revista Blanc, en la sección “Curiosidasdes históricas y científicas”, firmado por “El Bachiller de Salamanca”, se tratan aspectos organizativos que pudieran tener alguna connotación con la Masonería, a pesar de que no se debe de confundir con la Carbonaria, ya que poseen fines, objetivos y naturalezas distintas.
Una visión historiográfica, también para el caso español, en la monografía de Iris Zavala, Masones, comuneros y carbonarios, Madrid, 1971.
Y aunque se trate de una obra de ficción, al hacer referencias a los carbonarios portugueses y su presencia en Galicia, os recomendamos la lectura de una novela, a nuestro parecer, muy buena, y no es otra que “El caso Salgueiro”, escrito por Oscar Reboiras
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Referencias
https://elobrero.es/historalia/60199-aspectos-simbolicos-y-organizativos-de-los-carbonarios.html