Cuando nos referimos al lobis home, u hombres lobo, realmente lo que estamos haciendo mención al personaje que sufre un proceso de transformación, ya sea un hombre, o una mujer, en un lobo.
Y es que desde una época ancestral, en tierras gallegas perviven relatos y leyendas que nos hablan de seres mitológicos, encantados, mágicos o malditos. En todo caso siempre son casos con un misterio real asociado a un simbolismo de profundas raíces.
Aun no tratándose de un tema estrictamente histórico, lo incluimos entre nuestras publicaciones, por forma parte del cúmulo de leyendas e historias que conforman parte de la historia cultural del mundo occidental.
Cuando se habla de relatos como los del lobis home es habitual utilizar la expresión mitología popular, que tiene que ver en algunos casos con la necesidad de no recurrir a expresiones alternativas como supersticiones, que tiene una carga negativa muy fuerte, como folklore, que remite a contenidos en gran medida descontextualizados, o a las muy indefinidas palabras creencias o leyendas.
Origen de los lobis home
El origen del hombre lobo se remonta a la mitología proto-indoeuropea, donde la licantropía se reconstruye como un aspecto de la iniciación de la clase guerrera según el paganismo germánico en la Edad del Hierro de Europa. En la tradición “culta”, podría situarse su arranque incluso en la epopeya mesopotámica de Gilgamesh, donde Ishtar transforma en lobo a un pastor que había sido su amante.
El término lobis home se ha utilizado para denominar una realidad que también encontramos en la mitología europea. Así en una obra noruega “el espejo de los Reyes” escrita aproximadamente en el año 1250, nos habla de un hecho provocado por San Patricio quien tras maldecir a los paganos de Irlanda, los convierte en hombres lobo por un período de siete años. En tierras escandinavas a los hombres lobo se les conoce como Varulv o Varulf. En Italia reciben el nombre de Lupo Menare y en los países eslavos se les denomina Volkodlak, en la Alta Bretaña Bisclavert, en el caso de Portugal se conocen como el Lobisomen, Loup Garou en Francia, y en Normandían Garolf, por citar algunos ejemplos.
En el caso portugués, el lobisón, lobisomen o lobarras adquiere la forma de lobo mediante una transformación que se denomina “correr o fado”. Recupera su forma humana al ser herido pero también en el caso de que una mujer lo amamante de su propio seno, mientras mantiene su forma de lobo.
En el caso de tierras hispanas, si nos fijamos en las más próximas a Galicia, encontramos en Asturias el Home llobu, o en el País vasco del Gizosto.
La creencia europea en este personaje mítico tiene un origen común, a pesar de las pequeñas variantes, que podemos encontrar en la mitología griega. Baste recordar un rey, de nombre Lycaon, que reinaba en Arcadia y que ofrecía sacrificios humanos para contentar a sus dioses paganos. Este rey se convertiría en lobo por Zeus por realizar esas prácticas, o también pudo serlo por la diosa Hera, en venganza por los amores de Zeus con Calixto, hija de ese rey. De aquí deriva, no sólo el término licantropía y licántropo, sino los principales atributos que fundamentan el mito del hombre-lobo como entidad maléfica y como expresión de una maldición o posesión del ser humano.
Hay que tener presente que desde muy antiguo, se atribuyeron al lobo algunos aspectos negativos asociados al mal, como su voracidad, su actividad cazadora nocturna aprovechando la oscuridad (frente a la luz de Cristo), y un supuesto comportamiento lujurioso de las lobas. Estos elementos crearon una imagen maléfica del lobo.
Algunos autores parecen señalar una tradición céltico-germánica, que ya hablaba de extrañas criaturas de la noche, chamanes capaces de convertirse en feroces seres de fuerza sobrehumana, lobos invencibles que recorren la oscuridad y que ni la fuerza de cien hombres puede detener.
Ya en la Edad Media aparecen recogidas en varias publicaciones la creencia de que los brujos y hechiceros solían transformarse en lobos para acudir a los Sabbat (reuniones clandestinas en las que se realizaban todo tipo magias), y esto explicaría algunos encarnizados procesos que llevó a cabo la Inquisición contra supuestos hombres-lobo.
En territorio francés, encontramos los meneurs de loups, o encantadores de lobos, que no eran otra cosa que ermitaños o flautistas nómadas que siempre iban acompañados lobos.
Así desde el comienzo de la humanidad lobos y hombres han protagonizado un elenco de leyendas, mitos o realidades siempre envueltas en el misterio y apoyadas en la tradición oral, que ha permitido desarrollar las claves de la licantropía, las razones y los antídotos.
En todo caso, en un contexto cultural diferente al actual y que incluso con el cristianismo consideraba la transformación de un humano en un lobo como un hecho debido a una maldición o una posesión diabólica, lo cierto es que para los antiguos europeos ese mismo proceso era una don en las sociedades guerreras, que veían en el lobo las condiciones de fuerza y ferocidad que deseaban poseer.
¿Cómo eran los lobis home?
No hay una descripción uniforme. Se comentan que hay casos de licantropía, los que están más próximos al propio canibalismo, que las personas conservan su forma humana. Éstos en algunos casos están emparentados, si así puede decirse, con el vampiro. También se lo asocia a fantasía o alucinación del licántropo. En otros casos la descripción es la del propio lobo. Es decir, el cuerpo de la persona se queda vacío y su espíritu entra en el del animal o se transforma en lobo, usando en ocasiones una piel de lobo para ello. En otros casos, el tamaño es mucho mayor al del lobo y la fisionomía conserva más similitudes a la humana.
¿Qué capacidades y poderes tenían los lobis home?
A este respecto encontramos capacidades similares en diferentes mitologías, aunque con matices diferenciales. Por ejemplo, en la mitología nórdica, los hombres lobo tienen conjuntamente las habilidades propias de los hombres y de los animales.
Sin embargo, en la mitología gallega los hombres lobo tienen la capacidad de mandar a los lobos. Son capaces de dirigir grandes manadas para lograr sus intereses e incluso son capaces controlarlos al volver a su forma humana.
En todo caso, los licántropos, hombres-lobos y lobis homes, pueden ser heridos, e incluso morir, mientras se presentan como lobos. Aunque según las mitologías francesa y nórdica los hombres lobo recuperan su estado habitual tras ser heridos o al acabar con la vida. No todas los mitologías comparten esta transformación a la forma original al ser heridos. Lo que sí se puede intuir de alguna de las historias es que estas criaturas tienen una gran capacidad a aguantar los golpes e incluso a los disparos.
Si nos referimos a la forma en que los hombres lobo abordan a sus víctimas, nuevamente encontramos diferentes versiones. En primer lugar en cuanto al momento de los ataques, aunque tradicionalmente las obras literarias y el cine suelen situarlos en las horas nocturnas, los ataques podrían ser también del día.
En cuanto a los sujetos de los ataques, los destinatarios serían ovejas, vacas, perros e incluso personas. Los ataques serían siempre de forma individual, aunque también podrían hacerlo de manera conjunta, en grande manadas de lobos, lideradas por el lobo “da xente”, el licántropo. Presos de rabia y con exhibición de una enorme fuerza, los hombres lobos atacan a sus víctimas de manera despiadada, utilizando sus uñas para desgarrar la carne de sus víctimas y los dientes para devorarlas.
El proceso de transformación de los lobis home
El proceso de transformación en lobo suele tener su origen en una maldición paterna hacia su propio hijo. El motivo también puede responder a que el o la joven saltase la prohibición cuaresmal de consumo de carne o bien por no querer trabajar para ir a cortejar.
Pero también puede deberse a haber nacido el día 24 de Diciembre (fecha de nacimiento de Jesús), ser el séptimo varón (en algunas versiones se dice que ser el noveno). Otros motivos podrían ser la envidia, brujería o mal de ojo. Pero también encontramos el caso que se refiere a que cuando un matrimonio tiene siete hijas y ningún hijo, debe entregar a una hija que se transformará en lobera de los lobos.
En el caso de la tradición que señala que el séptimo hijo de una sucesión consecutiva de varones, está predestinado a convertirse en lobo al llegar a edad adulta, vemos que esta historia se repite con frecuencia en relatos orales y está asociado a la creencia en el destino irreversible de algunas personas. Recogemos las consideraciones del profesor en antropología social de la Universidad de Santiago Xosé Mariño Ferro, quien considera que esta creencia sustenta en las connotaciones mágicas del número 7 desde tiempos remotos. Así, el séptimo hijo varón o mujer, era considerado especial por la familia, y su sino podía ser el de convertirse en sanador, bruja o lobis home. Cuando el niño que cumplía dicha cifra daba sus primeros llantos, era costumbre mirarle debajo de la lengua: si se advertía una cruz de Caravaca o la llamada “rueda de santa Catalina”, el niño estaba destinado a convertirse en sanador. De no verse tales señales, estaría sin duda predeterminado a ser un lobis home, si bien podría librarse si el hermano mayor lo bautizaba, preferentemente con los nombres de Bartolomé, Benito o Antonio, según las zonas, y rezando responsos a los santos del mismo nombre. No es casual que los gallegos dirigieran sus ruegos a estas santidades; así por ejemplo, sabemos que a San Antonio Abad se le consideraba protector de quienes sufrían enfermedades de la piel, en base sin duda a la labor que realizaba la orden de San Antón en la Edad Media con los enfermos de lepra, sarna o ergotismo.
En el fondo lo que sucede es que en la sociedad gallega tradicional prevalecían los lazos de sangre como base del desarrollo de la comunidad.
La transformación en lobo, lobis home, hombre-lobo o como quiera llamarse cambia en función de las fuentes mitológicas de las que se beba. Pero siempre es un fenómeno que escapa al control de quien lo sufre, pero del que se es plenamente consciente.
Lo más frecuente es que el período de transformación del lobis home es algo que también varía según las fuentes, lo habitual es que solo se convierta en lobo por temporadas, o por la noche o durante ciertos días, y el hechizo puede durar más o menos años. En algunos casos sufren la transformación cada luna llena. En otros casos, la transformación sucede durante la luna menguante, durando ésta entre una o dos horas. La duración del maleficio varía de un lugar a otro; en Portugal se asegura que el lobisón debía recorrer de 12 a 2 de la madrugada hasta 7 cementerios, 7 aldeas, 7 encrucijadas, etc. (otra vez el número mágico, que para ciertos autores es un símbolo del dolor en mitologías antiguas). En algunas tradiciones gallegas también aparece el 7 como el tiempo de duración del maleficio, lo que las equipara a la leyenda irlandesa de San Patricio, que condenó a todo un clan a convertirse en lobo transcurridos esos años. En la mitología polaca, la ira del lobis home surge dos veces al año: a mitad de verano y en Navidades. Segundo relata el francés Jean Grenier, la frecuencia de la transformación es diaria.
El proceso de transformación se inicia de noche, y el primer síntoma de la enfermada sería la presencia de melancolía. Más adelante, un día, normalmente un viernes, a las doce de la noche tiene lugar la transformación. En todo caso, las transformaciones se relacionan con el hecho de revolcarse en los barrizales o en el agua del rocío que ha caído sobre la hierba. En algunos casos de la mitología gallega, el afectado por licantropía se saca la ropa antes de revolcarse en el suelo. Otra forma de transformarse en la mitología gallega, y que comparte con la mitología nórdica entre otras, es mediante el uso de pieles de lobo. Es en esta última mitología donde no se limita este poder a los lobos, sino que también se extiende a otros animales como puede ser el oso, cuya transformación consiste en ponerse estas pieles por encima.
El lobis home lleva a cabo todas las maldades y crímenes, en especial con los seres humanos. Recorre los caminos y no es infrecuente encontrarlo en las encrucijadas, lugares donde se produce el cruce de dos o más caminos. Y es que no en vano, en las creencias populares, las encrucijadas aparecen como lugares malditos en los que moran o circulan personajes malditos o condenados en el infierno.
El tiempo que dura la transformación desde una hora hasta los doce días, pero hay relatos que hablan de años. Este tipo de transformación depende de la mitología e incluso dentro de la misma mitología puede variar de una historia a otra. Hay casos en los que la transformación dura toda la noche y otros, por la contra, que la transformación es durante el día. Estos últimos, de historias que provienen de la mitología nórdica, sólo pueden recuperar su forma original durante la noche. En la Edad Media se comentaba que una multitud de personas se transformaban lobos en distintos lugares de Europa durante la noche de la festividad de la Natividad, y atacaban al ganado y a cualquier persona que se encontrasen.
Frente a la imagen truculenta y estereotipada que nos ofrece la literatura y el cine, la transformación en lobis home aparece como un fenómeno reversible y asociado directamente a un fenómeno muy arraigado: la maldición. Tras la transformación inversa, al volverse humano, muchos de los hombres lobo se sienten indispuestos durante días, víctimas del agotamiento.
En el caso de Galicia encontramos numerosas referencias al lobis home en tierras lucenses de Cervantes y de los montes del Cebrerio, o en localidades ourensanas, como en el caso de Viana, Queixa o San Mamede.
En el caso de Doiras, un lugar de la parroquia de Vilarrello, en el ayuntamiento de Cervantes, en las tierras lucenses de los Ancares, se sitúan dos leyendas relacionadas con la transformación de personas en animales, una nos habla del paso de una mujer a Cierva, y la otra, a que nos atañe en este caso, la de un hombre en lobo. En esta última encontramos que la leyenda narra que en Doiras vivían un padre y su hijo, y un día de celebración de una feria en la localidad cercana, Pedrafita do Cebreiro, ambos discuten pues el hijo quería ir a la feria y el padre no, pues había hecho una queimada en su casa. Como finalmente es el hijo quien se sale con la suya, su padre le impone una maldición diciéndole que ya que le gustaban tanto las mujeres, cual lobo siguiese a todas las lobas del lugar. Y la maldición del pueblo por los ataques que el ganado sufría a manos de un extraño ser, identificado con el joven protagonista de esta historia, el padre sospecha que podría tratarse de su hijo, por lo que recurre a una meiga a fin de obtener una forma de revertir la transformación. La meiga le indica que la forma de hacerlo es causarle una herida, leve. Así actúa el padre, y parece ser que el joven recupera su aspecto humano. Lo más interesante de estos encantamientos, es que siempre se relacionan con algún aspecto moral que pretende reprobarse. En este caso, la vida lujuriosa del joven. La finalidad moralizante de estos cuentos puede constatarse en otros relatos, como el de la joven del valle de Conso, esta vez maldecida por su madre por idéntico motivo.
Como sucede con tantas otras creencias arraigadas en tierras hispanas, el lobis home llegó a América por mor de la emigración a aquellas tierras, extendiéndose sobre todo por tierras brasileñas, por Río Grande do Sul, y también en la cuenca del Uruguay y las costas de Argentina
En todo caso, uno de los lobis home más conocidos es Manuel Blanco Romasanta, el hombre lobo de Allariz. Podéis ampliar información en este post que publicamos hace unos meses: Romasanta, la leyenda del hombre lobo.
Por último señalar que, desde un punto de vista médico, la figura del lobis home podría estar relacionada con una enfermedad mental mental llamada kynanthropos o nuestros lykanthropos, estudiada ya por el médico de la época de Adriano, Marcelo de Side.
¿Cómo protegerse de los lobis home?
En este mundo de creencias había lugar también para asumir formas de protegerse de los ataques de un lobis home. En principio, las fórmulas serían las mismas que se utilizaban para estar a salvo de demonios y brujas, esto es, recurriendo a amuletos y bendiciones, fundamentalmente.
Si lo que se pretendía era intentar acabar con el maleficio y de esa forma que el hombre lobo volviese a atacar, la fórmula elegida podía ser aprovechar el momento en que aquél recuperaba su forma humana, para quémale la piel de lobo que lo recubría, pues con las llamas, el hombre quedaría purificado. Una alternativa, pasaría por hacerle un corte en alguna parte del cuerpo del animal, lo que provocaría que este sangrase y de esta forma purificarse.
En la Europa medieval podemos encontrar tres posibles remedios para intentar curar a las personas que sufrían su transformación en lobos. Uno de ellos sería utilizando la medicina, elaborada especialmente con acónito (una planta de alta toxicidad). Otro método sería mediante la realización de una intervención quirúrgica, y por último se podría recurrir a practicar un exorcismo.
En las tierras bajas alemanas un hombre lobo podría curarse si el hombre lobo se digería a el mismo tres veces.
En la cultura árabe se cree que un hombre lobo puede curarse golpeándolo en la frente o el cuero cabelludo con un cuchillo. Otra creencia de la misma cultura sostiene que perforar las manos del hombre lobo con uñas, cura la licantropía.
El lobis home en la literatura
La enciclopedia Gallega explica el fenómeno del hombre-lobo con detalle…
“Para ser lobishome- según creencia popular- se necesita que alguien (puede ser el padre, la madre, un familiar o una persona con rasgos de brujería) le eche una maldición al individuo, directamente, o bien a los padres. Esta maldición impone siempre una “fada” sobre aquellos matrimonios que no tienen más que hijos varones o hembras en un número de siete o nueve, ya que sólo el séptimo o noveno de los descendientes puede nacer con la fada de transformarse en lobo al llegar a una edad determinada. Para evitar que esto se cumpla debe ser padrino de los hijos afectados por la fada, el hermano o hermana mayores, según se trate de hombres o mujeres”.
“El lobishome realiza su transformación por la noche y en despoblado: desnudo se revuelca en los lugares donde lo hacen los lobos y se convierte en uno de ellos, pero mucho más feroz y resistente…”
En la obra “O lobo da xente”, del escritor gallego Vicente Risco, encontramos el relato de una mujer lobo a la que su vecino pudo salvar quemando la piel que la cubría y acabando así con la maldición que venía sufriendo irremediablemente.
Este mismo autor, en su discurso de ingreso en la Academia Gallega el 23 de febrero de 1929, hace referencia a un caso de licantropía. Se trataba de la curiosa historia del anteriormente citado, Manuel Blanco Romasanta, al que allá por 1854, la justicia gallega condenó a la pena capital por haberse declarado culpable de diversos asesinatos bajo los efectos de una maldición que, según él, le transformaba en lobo.
Pero si miramos mucho tiempo atrás, encontramos referencias al hombre lobo en diferentes épocas.
Así, en la antigüedad clásica, encontramos su presencia en la literatura y mitología griega. Veamos algunos casos:
El historiador y geógrafo griego Herodoto, ya en el siglo V a.C., entre sus escritos menciona a los “neuri“, un pueblo del norte de Europa, que tenía fama de contar con numerosos brujos y hechiceros, y entre los que encontramos también a hombres que supuestamente se transformaban en lobos, para pasado un tiempo recuperar su aspecto normal.
Publio Virgilio Marón, el poeta romano, autor de la Eneida, que vivió entre los años 70 y 19 a.C., en su obra “Églogas” nos habla de un personaje, Moreis, quien recurrió al uso de hieras y venenos para convertirse en lobo.
El poeta romano Ovidio, que vivió entre los años 43 a.C. y 17 d.C., nos relata en su obra “Metamorfosis”, una historia relativa al rey Licaón, de Arcadia, del que ya hablamos en párrafos anteriores.
En el siglo I de nuestra era, Plinio el Viejo, menciona que, en Arcadia, una vez al año, un hombre era elegido por sorteo del clan Anthus. El hombre elegido fue escoltado a un pantano de la zona donde colgó su ropa en un roble, nado a través del pantano y se transformó en un lobo, uniéndose a una manada durante nueve años. El hombre se abstuvo de probar la carne humana y regresó al mismo pantano, cruzó de regreso y recuperó su forma humana con nueve años añadidos a su apariencia.
Y también en el siglo I, Agustín de Hipona, el primer filósofo importante de la era cristiana escribe sobre ciertos hechizos de brujas con los que convierten a hombres en lobos.
En el caso del político y escritor romano Cayo Petronio Árbitro, encontramos que en su obra “El Satiricón” uno de los personajes, Niceros, quien narra la historia de un banquete en el que un amigo que se convirtió en lobo.
Otro historiador y geógrafo griego Pausanias, que vivió en el siglo II, nos cuenta de nuevo la historia del rey Licaón de Arcadia, y también de un hombre llamado Damarco de Parrasia, una región de Arcadia, y que se había transformado en lobo tras haber comido la carne de un niño sacrificado en honor del dios Zeus en las fiestas de las Liceas, permaneciendo en ese estado durante diez años, y una vez rota la transformación llegaría a ser campeón en los juegos olímpicos en los deportes pugilísticos.
Ya en la Edad Media encontramos numerosas evidencias de la creencia generalizada en todo el territorio europeo en la existencia de hombres lobo, en muchos casos motivados por la difusión e influencia que tuvieron las obras de Agustín de Hipona.
Encontramos referencias a la conversión de hombres en lobo en escritos de autores como son los casos del historiador y también obispo de Cremona, Liutprando, el jurista, político y escritor inglés Gaervasio de Tilbury, la poetisa María de Francia, o el monje y escritor benedictino alemán Conrado de Hirsau. En el ámbito legal, la mención a los hombres lobo aparece también en los códigos de leyes medievales dictados por el rey Cnut, que gobernó Dinamarca, Inglaterra, Noruega y Suecia.
En la Edad Moderna, encontramos que las acusaciones de licantropía aparecen como una de las acusaciones en los juicios contra las brujas europeas. Se encuentran referencias a ellas en varios tratados en Francia y en territorios del Sacro Imperio Romano Germánico.
Ya en la Época Contemporánea, las creencias en torno a los hombres lobo pervivieron hasta no hace muchos años. Sirva como ejemplo, el ates citado, caso de Manuel Blanco Romasanta.
Conclusiones
El lobis home habría que entenderlo como una manifestación de la primacía de los instintos más primarios del hombre, del lado oculto que llevamos dentro.
En los relatos que se localizan en Galicia, no aparece la enfermedad mental como explicación de las metamorfosis, tampoco parece haber ninguna relación con los relatos de las tradiciones nórdicas que relacionan la transformación en lobo con el furor guerrero. La brujería o la acción del demonio tampoco aparecen de forma clara en las metamorfosis gallegas, aunque sí existe ese componente diabólico que se asigna al propio lobo. En Galicia tendríamos que concluir que la transformación sería motivada por una maldición.
En tierras gallegas encontraríamos lobis homes y las lobis mulleres, y curiosamente las mujeres no parecen tener especiales problemas una vez que se les acaba la fada (maldición) o son “desencantadas”, con procedimientos que a veces son similares al cuento maravilloso o a las historias de mouras, por ejemplo.
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Lectura recomendada
Referencias
Mitología galega. De Álvarez Peña, A.
Mitoloxía de Galiza. Lendas, tradicións, máxias, santos e milagres. De Vaqueiro, V.
Guía de campo da Galicia encantada. De Reigosa, A.
Guía de los seres mágicos de España. De Callejo, J.
Diccionario de los seres míticos gallegos. De Cuba, X.R., Reigosa, A. y Miranda, X.
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