Como la mayoría sabréis, el llamado Roscón de Reyes es un dulce muy popular que se come en España la noche y el día de Reyes Magos.
Con esta entrada os vamos a contar algo sobre el origen de esta tradición, que se materializa en el consumo, durante esta festividad, de más de 30 millones de unidades solo en España.
Si tuviéramos que definirlo, podríamos decir que el roscón de Reyes es un bollo con forma redonda, elaborado con masa dulce y adornado con rodajas de fruta escarchada y azúcar. En su interior se coloca una «sorpresa» y una haba, de manera que la tradición cuenta que a quien le toque ésta última deberá pagarlo.
Esta es la definición del roscón tradicional, porque en realidad lo común es partirlo por la mitad y rellenarlo de nata, crema, cabello de ángel, turrón, chocolate, crema catalana,… Los roscones llevan fruta escarchada, que simboliza las joyas de una corona real. A día de hoy se fabrica con harina, levadura, leche huevos, agua de azahar, margarina, azúcar y sal (aunque algunos les añaden otros ingredientes, al gusto). Eso sí, ya no tenemos dentro habas o monedas; ahora los roscones tienen sorpresas en su interior, que por razones higiénicas han de ir envueltas en plástico resistente al calor y que suelen ser fabricadas en porcelana o cerámica.
Para algunos historiadores, el origen de este dulce lo encontramos en las fiestas saturnales que se celebraban en la antigua Roma, fiestas que tenían como motivo honrar al dios Saturno (Cronos para los griegos), procurando así obtener a cambio días más largos tras el solsticio de invierno. La fiesta se acompañaba con una especie de tortas, de forma redonda que contenían dulces como la miel, los higos y los dátiles. Estas tortas se repartían entre plebeyos y patricios. Esta torta escondía en su interior un haba seca y quien la encontraba se convertía en “rey de reyes” o “rey de la fiesta” y gobernaba durante uno o varios días. Esta coronación y mandato tenían un carácter burlesco y festivo.
Si nos vamos hasta el siglo III, encontramos que la Iglesia tiende a institucionalizar la festividad de los Reyes Magos. A partir de esos momentos, era común que, durante esta festividad, se repartieran postres dulces a los pobres como la torta de miel, dátiles y higos, en la que posteriormente se introdujo un haba seca. Y, precisamente, uno de los más habituales era una torta o roscón (llamado en Francia gâteau de la fève, donde se hizo muy popular) que contenía una haba en su interior. Según parece, quien se encontraba esa haba se le nombraba Rey del Haba (Roi de la Fève, en francés), y si era un niño se le colmaba de regalos, siendo objeto de grandes atenciones.
De hecho, en el momento en el que se comenzó a introducir el haba seca empezó la tradición de que, a quien le tocara, era nombrado rey de reyes durante un periodo de tiempo corto.
El dulce también llegó a Al-Ándalus, donde se cambió el haba seca por una moneda.
Otros historiadores, sin embargo, confirman que parte de la culpa de que se extendiese la tradición por gran parte de Europa la tuvo el rey Luis XV de Francia, en el siglo XVIII, que al parecer quedó encantado con unos roscones que probó en la Provenza y quiso extenderlo entre la aristocracia europea, siendo de ese modo como llegó a España, de mano de Felipe V y la Casa Borbón.
En el libro “La cocina española clásica”, de Dionisio Pérez, Post-Thebussen, hay un capítulo dedicado a este dulce navideño en el que se alude al gran banquete que tradicionalmente se celebraba en el día de la Epifanía en el Palacio Real de Madrid, al que se invitaba al cuerpo diplomático. El cronista no duda en atribuir a la esposa de Felipe V, María Luisa de Saboya, la popularidad en la Corte de lo que en Francia se conocía como “Gauteau de Rois”, cuyo origen se remonta al reinado de Enrique III y seguramente sea anterior.
Uno de los camareros del francés Luis XIII, Dubois, en sus “Memorias”, relata cómo por la Epifanía se confeccionaba un enorme roscón, en cuyo interior se escondía un haba. Luego, finalizada la comida, los invitados cortaba un pedazo de ese roscón proclamándose rey o reina aquél en cuyo trozo de roscón apareciese el haba. Y podía dar órdenes a todos mientras corría el vino por las mesas y los comensales no se cansaban de hacerle reverencias y dar gritos.
En México, la representación de la Natividad se incorpora a la rosca de reyes, y se incrustan en el pan uno o más muñequitos que representan al niño Jesús, lo que simboliza que el niño dios tuvo que ser escondido y protegido de Herodes.
En cuanto a su forma circular, parece ser que el motivo es asemejar una corona, a fin de simbolizar la eternidad y la que supuestamente le entregaron los Reyes Magos en su viaje de adoración al Niño Jesús.
Aunque la tradición española del Roscón de Reyes no es tan conocida, y existen dudas acerca de su origen, ya en el siglo XII parecen existir testimonios relacionados con el Rey de la Faba o el propio Roscón de Reyes. El primero de los testimonios, recogido por Julio Caro Baroja en su obra El Carnaval, dataría del año 1361 correspondiente al Reino de Navarra, en el que se designaría ‘Rey del Faba’ al niño que encontraba el haba en el dulce.
El segundo de los testimonios correspondería a un poeta andalusí llamado Ben Quzman, que en su Cancionero describiría una tradición parecida que tendría como protagonista a un hallón o hallullo (torta), que se disfrutaba en año nuevo y que contenía una moneda en su interior.
No obstante, se cuenta que el rey Luis XV quedó maravillado con el roscón, y con el fin de propagar este dulce con una moneda en su interior como sorpresa empezó a introducirlo entre la aristocracia francesa y europea. Fue así como precisamente llegó a nuestro país, de la mano de la Casa de los Borbones.
Poco a poco, con el paso de los años, la costumbre fue pasando de nobles hasta llegar al pueblo, donde adquirió gran importancia entre los ciudadanos de Madrid y Sevilla, donde se convirtió en importantes baluartes de esta maravillosa obra de la repostería.
Para algunos autores, con la forma del roscón, ese círculo evoca la eternidad, el retorno sin fin, que aparece también en las coronas y en la formación de las brujas. Con esa haba, que en el fondo es una semilla y nos remonta al tiempo de las creencias en las que guardar el primer grano de la cosecha y hacer con él la harina del pan de Navidad, bendecido, incluso, en la Misa del Gallo traería dicha y salud.
En todo caso, independientemente del carácter anecdótico que tiene esta entrada, os animamos a que disfrutéis de este excelente dulce. Por eso, y para que os animéis, seguidamente os dejo una receta de nuestra querida amiga Fabrisa:
https://lacocinadefrabisa.lavozdegalicia.es/roscon-de-reyes-casero/
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