Desde hace siglos, las cartas han sido una herramienta fundamental en el entretenimiento y en la comunicación entre personas de todo el mundo. A través de las cartas, las personas han podido expresar sus sentimientos, pensamientos y opiniones, y han mantenido contacto con seres queridos que se encuentran lejos. Además, las cartas también han sido utilizadas con fines comerciales, políticos y diplomáticos.
Ahora que vivimos en una sociedad marcada por la inmediatez, fruto sin duda de la omnipresencia de las comunicaciones digitales, a muchos les resultará curioso saber la importancia de las cartas y su protagonismo a lo largo de la historia, hemos decidido investigar algo más y hoy os lo contamos en este post sobre “el origen de la carta escrita”.
La carta escrita
Se suele denominar carta a una forma de comunicación consistente en la transmisión de información de una persona o entidad a otra, tradicionalmente a través de una hoja de papel escrita.
El término carta, si bien proviene del latín charta (papel, o papiro), tiene su origen realmente en un concepto griego: χάρτης, chartés. Este se empleaba para señalar un mapa; es por tal motivo que términos como “cartografía” significan representación gráfica o dibujo de mapas.
Con el tiempo, y los avances técnicos y tecnológicos, las primeras cartas darían lugar a una cumplimentación mediante sistemas mecánicos y posteriormente electrónicos y digitales.
La epístola (sinónimo de carta) es uno de los subgéneros más importantes del género didáctico, dado que su intención primordial es la de tejer una comunicación entre quien escribe la carta, que se convierte en el remitente, y a quien va dirigida, que sería el destinatario. El contenido de la carta es muy variado, todo dependerá de lo que quiera comunicar el emisor.
El término epístola, proviene del latín epistŏla, y este, a su vez, del griego epistolḗ, que hace referencia a -carta-. Mientras que epístola está formada por el prefijo epi, que hace referencia a “sobre” y del lexema “stole”, que significa –colocar-.
Origen de la carta escrita
A lo largo de la historia, las cartas han sido una forma de transmisión de mensajes o información, compartir sentimientos y emociones, acordar encuentros o negocios,…
Durante mucho tiempo se pensó que la escritura se había inventado en una sola civilización, una teoría llamada “monogénesis”. Los eruditos creían que toda la escritura se originó en la antigua Sumer (en Mesopotamia) y se extendió por el mundo desde allí a través de un proceso de difusión cultural. De hecho, en torno al 2.400 a.C. se utilizaban tablillas de arcilla para escribir mensajes en Mesopotamia.
Su origen se remonta a la antigua China, donde se utilizaban cartas de papel para enviar mensajes a larga distancia. Estas cartas eran transportadas por mensajeros a caballo y eran consideradas una forma de arte.
Diferentes contenidos para una forma de comunicación que tiene su origen, en Europa y proximidades, en las civilizaciones de la Antigüedad.
En las civilizaciones egipcia, asiria, y babilónica, entre otras culturas mesopotámicas encontramos la transmisión de mensajes en diferentes soportes, normalmente tabletas de arcilla.
Se ha encontrado un papiro, escrito en el 2200 a.C, por el faraón egipcio Pepi II, época en la que parece que ya habría una red de mensajeros postales que cubriría el territorio de Egipto.
En 1887, unas excavaciones ilegales sacaron a la luz en Amarna, la antigua capital del faraón hereje Akhenatón, un archivo con cientos de tablillas escritas en escritura cuneiforme. El hallazgo de este maravilloso archivo ha revelado cómo eran las relaciones diplomáticas que mantenían los faraones egipcios con otros monarcas vecinos y con algunos estados vasallos del Próximo Oriente.
De acuerdo con el testimonio del historiador antiguo Hellanicus la primera letra escrita a mano grabado (epístola) fue escrita por Atossa, reina persa alrededor del 500 a.C. De hecho, ha sido citada como la carta más importante de todos los tiempos por el profesor de historia y humanidades Bríd McGrath, del Trinity College de Dublín.
Con el paso de los años, la carta se fue popularizando en diferentes civilizaciones alrededor del mundo. En las antiguas Grecia y Roma, el papiro era una de las bases para escribir mensajes y comunicarse con diferentes motivos. Los filósofos y poetas utilizaban cartas como medio de comunicación y también para difundir sus ideas y conocimientos. Es así que reunirá una gran cantidad de epístolas creadas, entonces, por escritores y filósofos de gran importancia para el desarrollo literario y cultural como Platón, Epicuro, Filóstrato, Juliano, San Pablo, Séneca, entre otros. De otro lado, los Santos Padres griegos también serán escritores de grandes números de epístolas, entre los cuales se encuentra San Juan Crisóstomo, San Gregorio Nacianceno, San Basilia, San Gregorio de Nisa, entre otros.
En lugar de pergaminos, los griegos solían doblar sus documentos de papiro en hojas, atarlos con un cordel y sellarlos para asegurarse de que solo los leyera el destinatario. Las plumas solían ser de caña y se mojaban en tinta, pero para escribir en tablillas de cera o arcilla se utilizaba un puntero. Los lápices de plomo se utilizaron en la antigua Grecia, pero sólo como un marcador temporal para ser frotado más tarde.
La práctica de la escritura de cartas sin duda no es lineal: se la menciona por ejemplo en la Ilíada pero no, curiosamente, en la Odisea. Al parecer, Ulises perdido en el Mediterráneo no sintió necesidad alguna de escribir a su casa.
El emperador romano Claudio desarrolló un nuevo tipo más fuerte de papiro en capas que no era dañada por el uso del cálamo (caña). El papiro se hizo tan popular como material para escritura que se produjo una escasez de papiro en el Oeste que dio lugar a la introducción de nuevos materiales para escribir como el pergamino.
El estilo (pluma) utilizado en la antigüedad estaba hecho de madera, metal o hueso en forma de un punto. La caña se utilizó en el papiro y el pergamino mojado en tinta china, hecho de la secreción de sepia. El siglo V vio el uso de plumas de ganso en la Inglaterra sajona.
El intercambio epistolar, ayer como hoy, tenía sus códigos: Cicerón se quejaba de haber recibido de Bruto una carta de solo tres líneas, algo seguramente considerado descortés.
Durante la Edad Media las cartas adquieren un mayor protagonismo, no solo entre los gobernantes, sino también entre los comerciantes y en las relaciones de todos ellos con los demás ciudadanos. . Los monarcas y nobles a menudo se comunicaban a través de cartas para discutir alianzas, declaración de guerra y otros asuntos de importancia. Estas cartas a menudo eran escritas por escribanos especializados, ya que requerían un lenguaje formal y diplomático.
Los monjes copistas fueron los encargados de escribir y enviar las cartas. Estas cartas se redactaban en latín y se enviaban a través de mensajeros a pie o a caballo.
Fue en el siglo XI cuando apareció la forma más antigua de la carta que conocemos hoy en día. Durante la Edad Media, los viajeros y los mercaderes transportaban cartas entre ciudades y países. Estas cartas eran escritas en papel y enrolladas, y a menudo se sellaban para garantizar su privacidad y seguridad.
En muchos casos, las cartas escritas a mano eran una forma común de comunicación entre las clases nobles y la realeza. Estas cartas a menudo estaban decoradas con hermosas ilustraciones y sellos de cera, lo que Sobre el siglo X desde el Lejano Oriente a Occidente llegó papel de algodón, que era de uso común durante el siglo XII.
Muchos documentos oficiales y legales, como los contratos y las actas de matrimonio, eran redactados en forma de carta y sellados con cera para garantizar su autenticidad.
No fue hasta el siglo XIV que los lápices hechos de un material compuesto de plomo se hizo popular y de uso común como un instrumento de escritura.
En Europa las cartas adquirieron una mayor difusión
Con la llegada del Renacimiento, en el siglo XV, aparece la imprenta, y una de sus consecuencias es el incremento de popularidad y uso de las cartas como forma de comunicación, ya que se volvieron más accesibles para las personas comunes. La primera carta impresa fue el “Tarocco”, en Italia, en el siglo XV.
Las cartas impresas se distribuían a través de servicios de correo y permitían a las personas comunicarse con familiares y amigos que vivían lejos. Este avance revolucionó la forma en que las personas se conectaban y permitió el intercambio de noticias y conocimientos a una escala más amplia.
Conforme nos acercamos a la Edad Moderna, las cartas van evolucionando para adaptarse a las necesidades de la sociedad.
A medida que la organización social evoluciona, avanza con ella la escritura de todo tipo de epístolas y documentos de valor público, semipúblico y privado. Se puede sostener legítimamente que Europa, después de siglos de abstinencia epistolar, “aprendió a volver a escribirse” justamente cuando descubrió que sus diversas lenguas vernáculas habladas también podían escribirse libremente y que, por lo tanto, se podían redactar y expedir cartas en francés, en español, en italiano, en inglés y en otras lenguas, sin intermediarios de ningún tipo.
En 1635 se crea el servicio postal en Inglaterra, lo que permite el envío de cartas a larga distancia.
Durante el Siglo de Oro, la carta se convierte en un recurso frecuente entre los escritores, como Garcilaso de la Vega, sin embargo, logra mantenerse cultivado por otros autores como Voltaire, donde poco a poco tendrá mucha más importancia por las posibilidades de expresión que permite, esto pese a que en la actualidad su uso se haya reducido sustancialmente.
Se sabe que durante el siglo XVIII hubo un boom de novelas epistolares: Jean Jacques Rousseau escribió Julia, o la nueva Eloísa, que en un principio iba a llamarse Cartas a los alemanes, habitantes de una pequeña ciudad a pies de los Alpes. Como buena parte de la obra de Rousseau, fue vehículo de las nuevas ideas, en este caso morales, que culminaron en la Revolución Francesa.
También por esa época el escocés James Boswell se valió del género epistolar para construir la primera biografía moderna, Vida de Samuel Johnson, que mezclaba diarios, investigación y cartas.
En el siglo XIX, las cartas se convirtieron en un medio de comunicación masivo gracias a los sellos postales y a la mejora en los sistemas de transporte.
Antes de 1840 cartas eran entregadas por el mensajero, entrenador o jinete. El receptor de la carta tenía que pagar en su recepción y el costo depende de la cantidad de páginas y la distancia recorrida. Para evitar que el contenido de la carta de fuera leído por otras personas eran selladas usando una cera de color con el escudo o emblema de la persona que enviaba la carta.
Es en 1840 también, cuando se crea el primer sello postal en Inglaterra, lo que permite el pago del envío de cartas, de manera más eficiente.
La carta sellada que hoy conocemos, nació en el reinado de la reina Victoria en 1840. Antes de esta fecha cartas las cartas no tienen sellos o sobres y el receptor de la carta tenía que pagar a su recepción. Las cartas eran plegadas y selladas con cera.
En mayo de 1840 Gran Bretaña introdujo el primer servicio de entrega postal en todo el país sello de prepago, con el sello de Penny Negro (retrato de la joven reina Victoria). Esto fue seguido por otros países que han establecido sistemas similares.
Los primeros sellos que se emitieron en España datan del año 1850 y presentaban la efigie de la reina Isabel I.
En el año 1860 se crea el telégrafo, lo que permite enviar mensajes a larga distancia de manera más rápida que el correo.
Y en 1876, el invento del teléfono, permite la comunicación verbal a larga distancia.
Ya en el siglo XX, concretamente en al año 1971 se envía el primer correo electrónico, marcando así el inicio de la era digital.
Con la llegada de la era digital en el siglo XXI, las cartas físicas han perdido popularidad en favor de las comunicaciones electrónicas. Baste citar la creación de gmail en el año 2004
Las cartas escritas han sido una forma de comunicación crucial a lo largo de la historia humana. Desde la antigüedad, las personas han utilizado cartas para transmitir mensajes importantes, compartir noticias, expresar sentimientos y mantener conexiones emocionales.
Tipos de cartas
Además de no ser un objetivo de esta publicación, hay tantos tipos de cartas que sería un trabajo incompleto cualquiera que quisiésemos abordar. No obstante, vamos a echar un vistazo a aquellos tipos de cartas y comunicaciones que creemos podrían tener más interés.
Las cartas de amor
No cabe duda de que las cartas han sido un magnífico vehículo para expresar sentimiento como el amor íntimo y romántico, así como la pasión. Así, vemos que a lo largo de los siglos, los poetas, amantes, personajes, históricos, personas reconocidas y personas anónimas nos han dejado testimonios de una forma de comunicar sus sentimientos más profundos.
Pocas declaraciones de amor han sido tan trascendentes como la de Pablo de Tarso a los corintios.
Desde la antigua China, hasta los griegos y los romanos, siempre ha estado presente. A partir del siglo I después de Cristo, con la llegada del imperio romano, las cartas de amor empezaron a escribirse en latín. El soporte más popular eran delgadas tablillas de aliso, abedul y roble. La mayoría se doblaba en forma de sobre, tal como hoy en día. Las más valiosas eran transcritas en un papiro para su preservación. La más popular con las cartas que Plinio le escribía a Calpurnia, su esposa, a quien destinaba apasionadas declaraciones. Por otro lado estaban las de Frontón y Marco Aurelio, con expresiones como “muero de amor por ti”.
De hecho, los romanos fueron los primeros en escribir todo tipo de cartas. Para nuestro pesar, muy pocas han sido conservadas, entre ellas, hay dos series que destacan.
Encontramos cartas con la escrita por el poeta francés Víctor Hugo a su amante Juliette Drouet. En ella, Hugo expresa su amor eterno y su deseo de estar juntos hasta el final de sus días. Esta carta es un ejemplo perfecto de la intensidad y la pasión que se pueden transmitir a través de las palabras escritas.
Igualmente encontramos en la correspondencia entre el famoso filósofo y matemático René Descartes y su amante, Helena Jans van der Strom, como el primero expresa su admiración por Helena y su deseo de pasar el resto de su vida a su lado.
El inmortal clásico de la música clásica. Ludwing Vaan Beethoven también tuvo un amor desbordante. A su eterna amada le dedicaba líneas que trascendieron la historia:
“Sólo puedo pensar en ti, mi amor inmortal; sólo puedo vivir del todo contigo o de ningún modo. Tranquila, mi vida, mi amor, sólo pensando en nuestra existencia conseguiremos nuestro objetivo que es vivir juntos. Sigue, oh, amándome, nunca juzgues mal el corazón de tu fiel enamorado”.
Las cartas que el padre del psicoanálisis, Sigmund Freud, dedicaba a su amada Martha Bernays no se quedan atrás:
“No apetezco sino lo que tú ambicionas para ambos porque me doy cuenta de la insignificancia de otros deseos comparados con el hecho de que seas mía. Estoy adormilado y muy triste al pensar que tengo que conformarme con escribirte en vez de besar tus dulces labios”.
Frida Khalo dedicó a Diego Rivera muchas de las más de 80 cartas que envió a amigos, enemigos y familiares. Entre ellas destacan las de Frida Khalo cuando, en el año 1929, inicia su ajetreada vida matrimonial con Diego Rivera. A pesar de estar marcada por infidelidades y peleas, siempre hubo mucha pasión. Entre las líneas más famosas de sus cartas se puede leer:
“Mi niño, hoy hace diez años que nos casamos, tú seguramente ni siquiera recordarás ni el día ni la fecha ni nada. Yo sí. Ahí le mando esas flores, y en cada una un montón de besos y el mismo cariño de toda la vida”.
Pablo Neruda le escribió decenas a Matilde Urrutia. Las más de 1500 que Henry Miller le escribió a la joven actriz Brenda Venus están recogidas en uno de los libros más vendidos.
La Biblioteca Nacional de España (BNE) dedicó un episodio de su “Memoria sonora” al género epistolar, el “proceso reflexivo, de interiorización y con licencia a la expansión emocional” de escribir una carta personal. Citando a Virginia Woolf, el locutor recuerda que escribir cartas es perder “el arte más humano, ya que hunde sus raíces en el amor a los amigos”.
Hay que indicar que con la llegada de la modernidad, aparece el sello de lacre. Más específicamente, se popularizó entre los siglos XVI y XVII para asegurarse de que los documentos eran totalmente privados. Cuando el lacre se enfría, se vuelve rígido, y una vez que se rompe, ya no hay vuelta atrás. Por ello sirvió como garantía de que las más desenfrenadas cartas de amor llegaran a su destino con total confidencialidad.
El típico sello color rojo que abunda en la literatura estaba compuesto por distintos ingredientes: goma laca, colofonia, trementina y un pigmento que le aporta su característico color. Sin embargo, no fue el único. A lo largo del mundo abundaron los sellos de lacre con colores de lo más variados.
Cada sello solía tener una estampa representativa de cada casa, firma o familia. De esta forma, la persona que recibía la carta de amor podía saber de antemano quién era el remitente.
Por último, decir que Verona, la ciudad de Romeo y Julieta, alberga el libro más antiguo para aprender a escribir cartas de amor, un códice del siglo XII escrito por un clérigo llamado Guido. El texto, llamado “Modi dictaminum”, está en escrito en latín y sobre pergamino, y contiene consejos para todo tipo de cartas, entre ellas las de amor, que ocupan todo el cuarto capítulo.
Dichas recomendaciones van desde alabar la belleza de la amada comparándola con piedras preciosas hasta hacer referencia a versiones mitológicas de la pareja de enamorados, como Paris y Helena de Troya.
Se enseña de esta forma tanto la manera en que la mujer debe escribir al marido como el modo en que deben hacerlo los amantes, cómo presentarse a la amada y cómo despedirse. El autor aconseja también figuras retóricas que indiquen la incapacidad para expresar lo que se siente, como: “cuán profundamente te amo no podría expresarlo con palabras, ni aunque todos los miembros de mi cuerpo pudieran hablar”.
Las cartas que nos permiten reconstruir biografías
La correspondencia personal de Rosalía de Castro, las de Emilia Pardo Bazán, Miguel de Unamuno o Roberto Bolaño se conservan en la Biblioteca Nacional y son documentos valiosísimos para construir los perfiles de esos personajes. “Mi biografía son mis cartas”, decía el propio Unamuno.
Los historiadores que quieran trabajar con nuestra Historia encuentran en las cartas son un material muy rico, porque es la propia persona la que cuenta sus vivencias.
Las cartas de la guerra
Numerosos testimonios que nos han dejado aquellos que, desgraciadamente sufrieron experiencias únicas y dramáticas en períodos de guerra.
Estas comunicaciones conmueven al lector, al describir los horrores de la guerra, pero también la resiliencia y la humanidad que pese, a los duros momentos que provocan los conflictos bélicos, permanecen y prevalecen igualmente.
Las huellas que deja en el espíritu de las personas las guerras, todas injustas e innecesarias, encuentran en la correspondencia escrita un punto de reflejo, de recuerdo para futuras generaciones, para conocer las esperanzas, la angustia, los miedos, el impacto, en definitiva que supone para la inmensa de la mayoría de las personas.
Las cartas y tarjetas de Navidad
Aunque la gente lleva siglos escribiendo cartas, no fue hasta después de una serie de innovaciones cuando las postales de Navidad se hicieron realmente populares.
La primera tarjeta de Navidad impresa, encargada por Sir Henry Cole (1808-1882) y diseñada por John Callcott Horsley (1817-1903) en 1843. Según el Victoria & Albert Museum de Londres, se imprimieron mil copias de la tarjeta.
Esta idea trascendió a los años posteriores, y se inició el intercambio de tarjetas navideñas, que creció en la Inglaterra victoriana (1837-1901) y luego se extendió a todo el mundo.
La moda recibió un impulso adicional cuando fue adoptada por la familia real británica de la época. Los miembros más jóvenes de la monarquía se entusiasmaron con la idea de enviarse tarjetas de felicitación hechas a mano en Navidad y Año Nuevo.
La Reina Victoria habría entonces “aprobado la idea” y comenzó a utilizarla para enviar mensajes navideños a personajes públicos, contribuyendo a popularizar aún más el hábito, comenta la plataforma. En 1893 la Reina Victoria encargó 1.000 tarjetas a una imprenta británica.
Esta expansión fue posible gracias a la mejora de las técnicas de impresión, que provocaron que se abarataran, así como el uso de los sellos, haciendo que el envío por correo fuera una opción accesible para un mayor número de personas.
Fueron los ilustradores victorianos quienes crearon en el imaginario colectivo cómo debía ser la Navidad (en este caso, la europea), creando escenas de árboles llenos de regalos y cubiertos de nieve y adornos de colores.
Al principio, las tarjetas solían pintarse a mano y litografiarse. También se utilizaban materiales como cintas de raso, seda y brocado antes de que apareciera la impresión en masa.
Las cartas a los Reyes Magos
El origen de la carta a los Reyes Magos nació en el siglo XIX. Se conoce como la tradición de la Epifanía a los Reyes Magos y se realiza en la fecha de la noche del 5 al 6 de enero. Es un homenaje a San Nicolás (Nicolás de Bari).
Las cartas a los Reyes Magos representan una tradición religiosa, por lo que tiene un valor simbólico muy poderoso.
Este tipo de cartas parece ser que nacieron en el siglo XIX.
En esos primeros años, la carta a sus majestades reales se escribía en la tarde del día 5 de enero, a fin de que mantuviera la magia durante ese día. Estas cartas se colocaban dentro de los zapatos en los que los Reyes dejarían sus presentes.
Con el tiempo esta costumbre iría evolucionando, enviándola con anticipación por correo postal, o entregándosela personalmente a alguno de los pajes reales que hiciesen acto de presencia durante los días previos al día de Reyes.
En una localidad española, concretamente en Alcoy, provincia de Alicante, en el año 1886 tuvo lugar la primera cabalgata de los Reyes Magos.
Algunas cartas famosas
Una carta de Charles Darwin, fechada el 1 de ferbero de 1871, dirigida al naturalistas Joselph Dalto Hooker, en tan sólo cuatro párrafos, Darwin, esboza los inicios de una hipótesis sobre la evolución de las especies.
Una carta escrita por Adolf Hitler, en el año 1919, cuando tenía 30 años de edad, escrita a máquina pero firmada de puño y letra del propio líder del Tercer Reich. Al tener como destinatario Adolf Geimlich, se le denomina “Carta Geimlich”, y es considerada por los historiadores como uno de los documentos clave para explicar la historia del siglo XX, que revela el espíritu del líder del nazismo de manera más acabada que su libro fundacional, “Mi lucha”, publicado seis años más tarde. Es su primer escrito político contando cuáles eran sus planes para los judíos. Es difícil que exista un documento más relevante para comprender la segunda Guerra Mundial: expone cuáles fueron las razones para llevar adelante esa guerra desde la cabeza misma de quien la impulsó, Adolf Hitler. En la carta establece que “el antisemitismo es fácilmente caracterizado como un fenómeno emocional. Pero esto es incorrecto. El antisemitismo como un movimiento político no puede y no debe ser definido por impulsos emocionales sino por el reconocimiento de hechos”. Esos hechos, dice, son postulados irrefutables, como que “el judaísmo es absolutamente una raza y no una asociación religiosa” o que los judíos responden al estereotipo de “acumuladores de riqueza” como un paso hacia la conquista del mundo a través del dinero.
La carta enviada por Albert Einstein al presidente de los Estados Unidos, Franklin D. Roosevelt, conocida como la “Carta de Einstein-Szilárd”. En esta carta, Einstein advierte sobre la posibilidad de que los nazis desarrollen armas nucleares y propone que los Estados Unidos tomen medidas para investigar y desarrollar su propia bomba atómica. Esta carta, que tuvo un impacto decisivo en el desarrollo del Proyecto Manhattan, marca un hito crucial en la historia de la ciencia y la tecnología.
La “Carta desde la prisión de Birmingham” escrita por el activista de los derechos civiles Martin Luther King Jr. en 1963. En esta carta, King defiende la desobediencia civil como una forma legítima de lucha contra la injusticia y el racismo. Su mensaje poderoso y su estilo persuasivo han convertido esta carta en un símbolo de la lucha por la igualdad y la justicia en todo el mundo.
Conclusiones
A lo largo de los siglos, la carta ha evolucionado y se ha adaptado a las necesidades cambiantes de la humanidad. Con la invención de la impresión y la masificación del papel, la carta se volvió más asequible y accesible para el público en general.
Aunque las cartas físicas han sido en gran parte reemplazadas por las comunicaciones digitales en la era moderna, su legado perdura. Las cartas representan un tesoro invaluable en la historia de la comunicación.
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Referencias
Revistas National Geographic
https://curiosaweb.com/la-historia-de-las-cartas-escritas/?damemas_lectura=1
https://historia.nationalgeographic.com.es/a/cartas-amarna-archivo-diplomatico-egipto_19965
https://theamabelletters.com/la-fascinante-historia-de-las-cartas-de-amor/