Si quisiésemos elegir uno de los pintores más controvertidos, el Greco sería un buen candidato. Este pintor, griego de cuna, formación italiana y éxito en tierras hispanas es, sin duda, uno de los pintores más originales del siglo XVI.
¿Quién fue el Greco?
Su nombre completo era Doménikos Theotokópoulos, nacido en Candía (hoy en día: Heraclión, capital de la isla de Creta, en Grecia), en el año 1541, falleciendo el 7 de abril de 1614 en la ciudad de Toledo (España). Era por tanto natural de la isla de Creta en una época en que la misma formaba parte de la República de Venecia.Creció en el seno de una familia griega, pero probablemente de religión católica más que ortodoxa, y cuyos miembros trabajaban como colaboradores del poder colonia.
El Greco murió en Toledo, sin dictar testamento el 7 de abril de 1614, a la edad de 73 años, de acuerdo con la partida de defunción que se custodia en la parroquia de Santo Tomé.
Acerca del entierro del pintor existen incógnitas. Se sabe que fue enterrado en la iglesia del convento de Santo Domingo el Antiguo en un altar cedido en 1612 por las monjas “para siempre jamás” a cambio de 32.000 reales condonados por un monumento para la Semana Santa y por el compromiso de decorar el altar – para ello realizó la Adoración de los pastores que hoy guarda el Museo del Prado.
Trayectoria artística del Greco
Se inició artísticamente en el oficio de pintor, creando iconos, siguiendo los dictados de la tradición artística tardobizantina, y asimilando parcialmente gracias al uso de grabados italianos, algunas de las fórmulas del renacimiento italiano, que incorporó de manera aislada. En el arte de los iconos alcanzó la maestría con apenas 22 años.
A los 25 años iría a Venecia con la intención de complementar su formación, donde tuvo la oportunidad de conocer el arte de Tiziano. Tuvo además la oportunidad de conocer la obra de Tintoretto, ambos forman parte de la Escuela de Venecia del cinquecento, que se encuentra en pleno esplendor. Estos dos pintores venecianos junto a Miguel Ángel, influirían fuertemente en su estilo pictórico. También pudo conocer la obra de Jacopo Bassano y Veronés, magníficos miembros de la escuela pictórica veneciana. Así frente a la pintura romana, dependiente del influjo de Miguel Ángel e interesada sobre todo en valores lineales y plásticos, los pintores de Venecia, aunque acogiendo inquietudes manieristas de cuño romano, mantenían como característica principal la primacía del color.
En Venecia se afianzó lentamente en el dominio del arte occidental del renacimiento véneto, en su empleo del color, la perspectiva, la anatomía y la técnica del óleo, aunque no abandonara por completo sus usos tradicionales. El impacto de la cultura pictórica veneciana fue decisivo para la conformación del estilo del Greco.
Los primeros cuadros de atribución indiscutida que se sitúan en la época veneciana (“Estigmatización de San Francisco”, “Huida a Egipto”, “Cristo curando al cielo”, “Expulsión de los mercaderes del templo”, “La adoración de los pastores”) manifiestan ya una personalidad singular, en la que se reconocen la inconfundible libertad de fantasía y las extraordinarias dotes pictóricas que irán madurando en su producción posterior.
Tras un viaje de estudios por Italia (Padua, Vicenza, Verona, Parma, Florencia), se instaló en Roma, donde permaneció hasta 1576-1577, en contacto con el círculo intelectual del cardenal Alejandro Farnesio, que frecuentaban diversos religiosos y hombres de letras españoles, e inicialmente estuvo alojado en el ático de su palacio.
Una carta del miniaturista Giulio Clovio, el primer documento que ofrece una apreciación crítica sobre el Greco, le conceptúa ya en este momento el pintor excepcional y menciona un autorretrato que había asombrado a los pintores romanos.
En 1572 fue expulsado de la servidumbre del cardenal Farnesio e ingresó, con derecho a abrir su propio taller, en la asociación gremial romana, la Academia de San Lucas, trabajando preferentemente desde entonces como retratista y en pequeñas obras religiosas para clientes particulares, en un estilo mucho más italianizado y avanzado; no obstante, no debió de conseguir éxitos de envergadura, por lo que decidiría emigrar.
Su posterior destino fueron las tierras hispanas, en la procura del mecenazgo del entonces todo poderoso rey, Felipe II, merced que no alcanzó, por lo que decidió instalarse en Toledo, por invitación del canónigo Diego de Castilla, haciendo diversos trabajos para distintos En Toledo contrataría también con la catedral y el monasterio de Santo Domingo el Antiguo los primeros lienzos aquí documentados, “el expolio” para aquélla y tres retablos para éste, de los que dos lienzos se conservan en el Prado.
Su vida transcurre sin pasar por episodios señalados si descontamos sus nueve pleitos documentados, incoados por él mismo o por algunos de sus clientes, ya fuera a causa del valor y precio por el que se tasaban sus lienzos o por las quejas, de orden técnico o por razones iconográficas, que levantaron algunos de ellos, como el propio “Expolio” o “la Virgen de la Caridad de Illescas” (Toledo), al inicio y final de su carrera.
Hay muchas curiosidades de El Greco de sobra conocidas; que si era astigmático, que si buscaba a sus modelos en los manicomios… Su extravagancia produjo rechazo en muchos nobles y poderosos, como el rey, ya que Felipe II le encomendó una obra para el monasterio de El Escorial; pero “El martirio de san Mauricio” no gustó al soberano español, quien ya nunca volvió a contar con el artista. Ello supuso una decepción enorme para El Greco, ya que aspiraba a convertirse en pintor de corte, pero no entorpeció su carrera, puesto que era ya un pintor solicitadísimo tanto por los aristócratas como por los eclesiásticos toledanos. No es de extrañar, por tanto, que su obra sea extraordinariamente fecunda.
El Greco amplió su taller, iniciando la producción de retablos, no solo de lienzos, para conventos y parroquias de la ciudad y del arzobispado toledano, así como de cuadros de dimensiones reducidas para una clientela de carácter privado más que institucional. Naturalmente, sus principales trabajos consistieron en la ejecución global de retablos para monasterios, parroquias y capillas.
En algunas de estas últimas obras, El Greco tendió a proyectar de forma innovadora conjuntos artísticos plurales, en los que se combinaban las esculturas, la arquitectura de los retablos con sus lienzos y otras telas empotradas en muros o bóvedas, concibiéndolos como complejos sistemas formales y visuales que debieron producir, hoy es difícil encontrar alguno en su estado original, efectos fascinantes. Proyectó, por lo tanto, obras de escultura y de arquitectura, disciplina ésta que le interesó vivamente a lo largo de su carrera española y en la que, a pesar de no diseñar ningún edificio, adoptó una postura de franca oposición a los postulados locales contemporáneos, marcados desde la corte por el arquitecto real Juan de Herrera y, en Toledo, por sus fieles seguidores.
Entre las muchas curiosidades de El Greco hay dos que quizá no sean demasiado conocidas: su faceta como arquitecto y su pasión por los libros. Ambas comenzaron antes de que se instalara en Toledo pero florecieron en esta ciudad. En Toledo, El Greco hizo sus pinitos en la arquitectura al diseñar el Palacio de la Buenavista para el Arzobispo Sandoval y Rojas. Los escudos que se conservan en muchos rincones del edificio y de su jardín dejan patente esa relación eclesiástica y el motivo del nombre de este palacio toledano del siglo XVI, que se asoma sobre la ciudad de Toledo, un paisaje para unos ojos privilegiados. Actualmente, el Palacio de Buenavista de Toledo es uno de los hoteles con encanto de Toledo más especiales.
En cuanto a su pasión por los libros. Empezó a formar su biblioteca particular cuando estuvo en Italia, donde aprendió que la lectura es una buena fuente de inspiración y formación.
Evolución del estilo pictórico del Greco
Aunque El Greco estuvo expuesto a varias escuelas de arte, también estaba decidido a forjar su propio camino. En consecuencia, su estilo expresivo y dramático se destaca de sus contemporáneos por ser único. Por esta razón, muchos historiadores dudan en asociarlo con una sola escuela.
La pintura del periodo italiano del Greco se mueve en torno a una serie de temáticas:
- Historia Sagrada donde tiene como protagonista al Cristo hombre, víctima de las pasiones humanas. Su obra Curación del ciego.
- Pintura de género. Tiene un sustrato literario.
- Retrato
Se conocen algunas de sus creaciones anteriores a su llegada a España, lo cual permite afirmar que El Greco creó su peculiar estilo después de su establecimiento en Toledo, seguramente influido por el fervoroso ambiente religioso de la ciudad. Sus figuras alargadas, pintadas con pincelada fluida, parecen criaturas inmateriales, carentes de solidez física e imbuidas de una intensa espiritualidad. A ello hay que añadir su paleta originalísima, de colores fríos, que consigue efectos sorprendentes con los rojos, los azules y en particular los blancos, de una rara intensidad y nitidez.
Su estilo va depurándose y haciéndose más personal. Las figuras se van alargando y el tratamiento de la luz les da un carácter más etéreo y de transfiguración. Sus obras más tardías suponen un ejercicio cercano al Expresionismo y ha servido de inspiración para las pinturas de este movimiento artístico. Su modernidad se apoya en el intelecto y el espíritu en lugar de las apariencias.
Aunque pintó sobre todo obras religiosas, se le deben también importantes retratos (“Félix Paravicino”, “El caballero de la mano en el pecho”) y algunos cuadros de temática diversa. La obra más admirada de El Greco es “El entierro del conde de Orgaz”, de 1586, pintada para la Iglesia de Santo Tomé. El artista se valió de este acontecimiento para dejar constancia del momento en que le tocó vivir; para ello, dividió el cuadro en dos planos, uno celestial en la parte superior y otro terrenal en la inferior, de tal modo que la obra es al mismo tiempo un cuadro religioso y un retrato de grupo.
De la conspicua producción religiosa de El Greco cabe destacar “El Expolio de Cristo”, “El Bautismo de Cristo”, “La Adoración de los pastores” y los retratos de diversos Apóstoles, en los que resulta admirable la expresividad de los rostros y los ademanes.
Hacia 1600, se intensifican los elementos artificiales e irreales de sus obras, fundamentalmente antinaturalistas y neoplatónicas.
En los últimos años de su carrera el artista pintó dos celebrados Paisajes de Toledo y un cuadro mitológico, “Laocoonte”, que sorprende por su temática, inusual en la España del momento.
El arte de El Greco pertenecía al Manierismo, del que sería el máximo exponente en España. El Greco es también la primera figura de proyección universal de la pintura española y uno de los grandes genios de la historia del arte.
Las características únicas que el artista utilizaba en su pintura, permiten incluso identificar sus cuadros a primera vista, se reconocen hoy como un medio genuino que el artista utilizó para otorgar a las figuras y personajes, un fuerte componente emotivo, llevando la expresividad de las formas a un nivel superior.
Tras su muerte en 1614, la popularidad del arte del Greco disminuyó. Los pintores barrocos que vinieron después de él rechazaron la naturaleza caótica de sus pinturas. Fue hasta el siglo XIX que el trabajo del Greco fue redescubierto por artistas como Paul Cézanne, que se inspiró en gran medida en los fondos poco definidos del artista renacentista.
Además, Pablo Picasso estudió el arte del Greco extensamente durante su periodo azul y exploraciones cubistas. De hecho, los historiadores han comparado la pintura “Visión del Apocalipsis” con la famosa “Las señoritas de Avignon”—notando similitudes significativas en su composición y forma.
A pesar de no ser completamente aceptado durante su propia vida, El Greco dejó un legado duradero que cambió el curso del arte moderno. Su estilo libre y antinatural sentó las bases del movimiento expresionista, incluyendo el grupo Blaue Reiter.
En cuanto a la consideración y valoración de su obra, cabría decir lo siguiente:
- La obra de este singular pintor fue elogiada por los poetas culteranos, como Luis de Góngora, y coleccionada por los entendidos en el arte de la pintura. Disfrutó en vida y dejó fama de “extravagante”, singular y paradójico por su pensamiento teorético y su estilo personalísimo, fácilmente reconocible como suyo, mitificado por sus colegas a causa de sus tentativas por la dignificación social de la profesión pictórica, criticado también por los más intransigentes teóricos contrarreformistas por sus licencias formales e iconográficas, de tono, conjunto o detalle, quienes rechazaban su desmedido interés por los aspectos superfluos, formalistas, de sus obras y el carácter inapropiado de sus realizaciones religiosas desde el punto de vista funcional más importante para la época, que incentivaran en el espectador los deseos de rezar.
- Su arte, repudiado por la Ilustración dieciochesca, fue redescubierto por los románticos y los pintores franceses del siglo XIX, que produjeron una interpretación concordante con sus propios intereses, iniciándose por parte española la apropiación españolista del hasta entonces tenido por un griego discípulo de Tiziano.
- Por otro lado, la Generación del 98 lo entendió como representación del espíritu religioso español del Siglo de Oro, en relación estrecha con los más altos hitos de la cultura religiosa, en su vertiente literaria, de la época: la mística de Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz.
- Las corrientes pictóricas de comienzos del siglo XX lo vieron como un precedente de sus preocupaciones expresionistas, subjetivistas y atormentadas, libres y opuestas a la imitación servil y mecánica de la realidad.
- En la actualidad, la interpretación de la pintura de El Greco se encuentra en pleno proceso de renovación y debate; han sido puestas en entredicho su vinculación con la espiritualidad de los carmelitas descalzos y su identificación con los valores hispanos, al subrayarse su italianismo artístico y cultural, sobre un estrato griego, y el carácter filosófico de su arte, centrándose en su interés por la función formal y embellecedora del mismo como medio de conocimiento de la naturaleza. Frente al artista místico y arrebatado, ha surgido la figura del pintor esteticista e intelectual, filósofo, que se tuvo por “genio”, ajeno a las preocupaciones de los devotos y eruditos contemporáneos, bien al servicio voluntario de los intereses de la Contrarreforma católica vigente en la España de Felipe II y Felipe III, de la que se habría convertido en perspicaz intérprete, o bien ajeno a este tipo de problemas y, por tanto, dedicado en exclusiva y a contracorriente al desarrollo de una pintura personal y formalista, de acuerdo con sus propios postulados teóricos relativos al arte.
Algunos especialistas han llegado a especular sobre una posible enfermedad visual como causante de deformaciones en su obra, se ha demostrado que El Greco empleaba ese estilo porque era de su agrado y también del de su clientela.
Algunas de las principales obras del Greco
El soplón
También conocido por el título “Muchacho encendiendo una candela”, fue pintado al óleo sobre lienzo en 1572. Se trata de una obra donde se puede observar la magnificencia del artista como retratista, donde despliega un dominio total de la iluminación y la incidencia de la luz sobre el rostro. El motivo de la obra es enigmático: un niño encendiendo una llama en un espacio oscuro y aparentemente frío.
La Trinidad
Pintado entre 1577 y 1579. En esta obra se puede observar el estilo inicial del pintor, fuertemente influido por los clásicos italianos. Se considera una de las obras donde de forma más patente se puede observar el Manierismo.
El expolio
Pintado entre 1577 y 1579. Se trata de una obra compleja impregnada de simbolismo cristiano, considerada una de las obras cúlmenes del artista. Representa uno de los momentos de la Pasión: cuando se desnuda a Jesús. De nuevo, Cristo aparece como víctima de las pasiones humanas, con fuerte dramatismo e interés por lo humano.
Se aprecia la influencia veneciana en el color rojo intenso de la túnica de Cristo y en la representación de las calidades: telas, armadura., etc. Se aprecia ya un alargamiento de las figuras propias de su personal manierismo. Las anatomías, en ocasiones, son desproporcionadas. El Greco muestra el agobio de falta espacio prescindiendo casi del paisaje.
Es un cuadro con composición bastante simétrica y un magnífico estudio de la luz (por ejemplo, se aprecia cómo penetra la luz entre la mano y la túnica de Cristo).
La figura de Cristo forma una elipse. Es representado con diferentes puntos de referencia:
- Cabeza que mira hacia arriba,
- Mano que hace presión sobre el pecho,
- Cabezas del resto que miran a la mano y al personaje que tira de ella con una cuerda.
Sólo hay dos figuras que miran al espectador, el anciano que señala con su mano y el soldado de la armadura.
El Greco muestra su genialidad en esta pintura donde ya no importa ni la proporción ni el realismo del dibujo, como se aprecia en el cuello excesivamente ancho, la mano demasiado amplia o el escorzo del verdugo que está haciendo los agujeros en la cruz. Otras características de esta gran obra de El Greco es el juego de colores que usa para perfilar las formas.
Es evidente que la figura con armadura desentona bastante. Se trata de un retrato de un personaje que actúa como si fuera el narrador de una representación teatral.
La dama del armiño
Pintado hacia 1577-1580.La autoría de este retrato al óleo no está consensuada por los especialistas, sin embargo una de las principales posibilidades es que haya sido pintado por el Greco. A simple vista no se identifican las formas y pinceladas usuales en el artista, sino que se ve un retrato casi academicista, lo cual no era lo normal en el pintor aunque sí posible.
El caballero de la mano en el pecho
Se trata de la obra del autor, que mayor influencia ha tenido en el arte y la cultura española. Pintado entre 1578 y 1580. No se sabe a ciencia cierta quien es el hombre retratado, sin embargo se considera como un caballero representativo del honor y la integridad ataviado a la usanza de la segunda mitad del siglo XVI. El estilo de la pintura es manierista, es decir, utiliza elementos compositivos de los grandes maestros del alto Renacimiento. Su base también son elementos geométricos: no ya el semicírculo, sino los triángulos que forman su cuerpo, su cara, la barba, el cuello, el puño de la espada, la mano, las entradas del cabello…
La Verónica
Hacia 1580. Esta obra muestra una de las reliquias cristianas más importantes el paño de la Verónica.
El entierro del Conde Orgaz
El entierro del Conde Orgaz. Es sin duda el cuadro más complejo y más repleto de simbología pintado por el artista. Data del año 1587, y fue un encargo para la iglesia de Santo Tomé (donde se conserva en la actualidad). El objetivo era representar un milagro que en aquel momento existía en la memoria popular toledana: la bajada del cielo de San Agustín y San Esteban, para enterrar el cuerpo del señor Orgaz. La pintura se presenta como una alegoría teológica y descriptiva del cielo (mitad superior) y la tierra (mitad inferior).
En la parte inferior representa el momento milagroso en que el Conde Orgaz iba a ser enterrado y aparecen San Esteban y San Agustín que lo cogen para enterrarlo. El Greco representa a los que presencian tal milagro sin asombrarse. Todos son retratos de personajes importantes del momento, entre ellos está su propio hijo que mira al espectador y señala el milagro. Normalmente, la fila de cabezas rompería la composición al modo de los mosaicos bizantinos. Pero El Greco utiliza el semicírculo formado por dos figuras orientadas hacia el espectador, las de San Esteban y San Agustín portando el cuerpo. El grupo de detrás también aparece ordenado en un semicírculo formado por la capa del ángel.
En esta pintura también entra en juego la importancia de luz. Por ello, las figuras, a pesar de estar a la misma altura no aparecen como límite, sino como símbolo de expresión de un juego dinámico. La composición es simétrica con agobio espacia, donde no hay paisajes. La expresión de los rostros es acorde con los gestos. La influencia veneciana se aprecia en el color y las calidades de los objetos.
En la parte superior el Greco muestra La Gloria. Aparecen figuras más alargadas, rodeadas de nubes oscuras. Estas figuras, que representa a Cristo y a la Virgen (sedentes), San Juan, San Pedro (llaves), a Felipe II., etc. Parecen estar verdaderamente flotando o volando.
Cristo aparece del mismo tamaño que el resto de las figuras. Hay una primera asimilación de lo que será el realismo español, es decir, representar lo que se ve y no lo que debería ser.
En su época, el cuadro fue muy rechazado y se cubrió con una tela desde Cristo hasta las cabezas por el desnudo de San Juan, y por no representar una Gloria tradicional.
El bautismo de Cristo
Existen dos versiones de esta pintura. Muestra la escena bíblica donde Juan Bautista está en el Jordán bautizando a Jesús. La obra fue terminada en el 1600 y actualmente se encuentra en el Museo Nacional del Prado, Madrid.
Laooconte
Obra de temática mitológica pintado en el año 1609, al óleo sobre tela. Sobre un fondo de hermoso paisaje, las figuras de Laocoonte y sus hijos se retuercen en su lucha contra las serpientes y el artista se sirve hábilmente de sus contorsiones para dotar a la obra de una composición admirable.
Vista de Toledo
Pintado entre 610-1614. Se trata de uno de los primeros paisajes al óleo de la historia, ya que previo al Renacimiento no existía el género como tal. Se distinguen edificios importantes (Catedral, Alcázar…). El Greco usa colores fríos. Aquí la composición no es clásica y no existe clara proporción. La obra se considera genial, especialmente en el logro del cielo y los altos contrastes utilizados para representarlo.
La visión del Apocalípsis
También conocido como “Visión de San Juan”, es un cuadro en el que el artista trabajó durante 6 años, y finalmente terminó el año de su muerte: 1614.
Fue realizado para permanecer en la Catedral de Toledo, la pintura original incluía grandes porciones de lienzo que actualmente no se conservan, ni se conoce exactamente como eran.
Y para finalizar queremos dedicar unas líneas a las numerosas valoraciones que hay sobre la figura y obra de El Greco.
Por su singularidad, seguidamente extractamos algunas de las apreciaciones recogidas por el periodista e historiador del Arte, Peio H. Riaño, en un artículo titulado “El Greco: despreciable y ridículo pintor”:
El Greco nació hace poco más de un siglo y lo parieron las vanguardias. Los pintores del cambio de siglo le ofrecieron la gloria y la consagración cuando le hicieron referencia protocubista y expresionista. Se interesaban por este extraño artista al que apenas un cuarto de siglo antes todavía era acreditado como “luz de Toledo, desconocido más allá de la vieja ciudad”. Las influencias del griego arraigaban en Picasso, aparecían las primeras exposiciones que atendían a sus obras. “Suscitaban cada vez mayor atención y comenzaron a entrar masivamente en los grandes museos europeos y americanos”, dejó escrito el mayor experto en la vida y obra que ha tenido Theotocopuli, José Álvarez Lopera (1950-2008).
No fue consagrado como emblema de las artes hasta la primera retrospectiva del Museo del Prado, en 1902 y la inauguración, en 1910, del Museo del Greco, que se convirtió en destino turístico. Sin embargo, ahí continuaba la leyenda de la locura, enalteciéndola. Como la virtud de un individuo que se salta la narración para adelantarse tres siglos a la historia del arte. Todavía habría en 1914 un historiador que escribiría que el maestro es un “loco, desequilibrado mental, mal dibujante, mal caricaturista, pintor de los espectros, de crueles borrones, tétrico de los atormentados por la Inquisición, de torpes manos…”
Ni siquiera Benito Pérez Galdós esquivó la farsa y en un artículo de 1870 deja para la posteridad una recreación de lo más garbancera: “El Greco fue un artista de genio, en quien los terribles efectos de una enajenación mental oscurecieron las prendas de un Tiziano o un Rubens”. Después de valorar su inventiva inagotable, su facilidad para componer o el empleo acertado del color, incide en la leyenda del cambio brusco de estilo por efecto de alguna alucinación mental: “Padeciendo la más lamentable aberración, El Greco se dio a pintar con un falso color y una expresión imaginaria que marca su obra con un sello indeleble. Todos han visto sus figuras escuálidas, terroríficas, sin sangre, flacas y amarillas, con las cabezas sepultadas en enormes gorgueras de encaje rizado…”
Perdonad si esta publicación resulta algo extensa, pero es que el Greco da para mucho…
Para saber más, os aconsejamos la lectura de
Referencias
El Greco. La obra esencia. De Álvarez Lopez, J.
El Greco. Historia de un pintor extravagante. De Marías F.
Ruiza, M., Fernández, T. y Tamaro, E. (2004). Biografía de El Greco. En Biografías y Vidas. La enciclopedia biográfica en línea. Barcelona (España). Recuperado de https://www.biografiasyvidas.com/biografia/g/greco.htm el 4 de agosto de 2021.
www.arteesplana.com/elgreco.htm
https://historia-arte.com/artistas/el-greco
Saben cuales fueron los pintores más destacado durante esa época en la pintura griega?
Hola Camila. Gracias por leernos.
En realidad sobre la pintura griega de esa época pocas cosas podría decirte, más allá de la Escuela de Creta, dedicada fundamentalmente a la pintura de iconos y que tuvo su principal desarrollo durante la Baja Edad Media, siendo la principal manifestación pictórica en los siglos en que vivió El Greco, salido de dicha escuela.
Pintores de la época son Andreas Ritzos, Andreas Pavias y Angelos Bizamanos que desarrollaban un tipo de pintura de iconos caracterizado por sus contornos precisos, brillantes colores en las vestimentas y composiciones equilibradas.