En la imaginería popular, y también en la artística, la figura de la corona simboliza la monarquía, soberanía y heráldica cívica. Simbólicamente, cuando un rey o reina son coronados el pueblo les otorga el poder sobre ellos mismos.
Vamos a indagar su origen.
La corona ha sido considerada desde la época prehistórica como un ornamento utilizado en la cabeza de las autoridades ya sean de la iglesia, militares o reales. Unas son hechas con plata, otras son de oro, otras llevan perlas.
En la antigüedad en las ceremonias necesitaban como distinguir a las autoridades y la corona comenzó a utilizarse para visualizar que la persona que la portaba era el rey o la autoridad.
La historia de la corona viene desde la prehistoria, el punto más visible de la persona, es decir, la cabeza, era lo que se utilizaba para colocar un distintivo. Nos encontramos en la historia con tres grandes tipos de coronas: las religiosas que eran tocados, las de los ejércitos que eran los cascos, y las coronas por méritos deportivos, que eran de laurel.
En todo caso, los orígenes no están del todo precisados, pero parece indiscutible su relación con una corona vegetal semejante: la de olivos que se otorgaba a los ganadores griegos de los Juegos Olímpicos. Muchos consideran que Julio César utilizó la corona de oro imitando dos ramos de laurel para disimular su calvicie. En cualquier caso, la corona triunfal o láurea fue la distinción concedida al general victorioso que entraba en Roma. Consistía en un cerco de ramas, siendo en un primer momento de laurel (de allí en latín: lavrĕa), pero luego realizándose en oro.
En cuanto al nombre latino de esta corona (lavrĕa o laura), ha generado una familia de palabras en diversos idiomas; por ejemplo, el adjetivo español: laureada/o y el nombre propio Laura.
Esta corona se ha mantenido como símbolo de la victoria hasta nuestros días, y destaca su uso heráldico, que siempre simboliza la victoria, aunque en escudos de varios países hispanoamericanos, el símbolo de la láurea adquiere un significado adicional de connotaciones, pues no solo simboliza el triunfo bélico sino también la victoria de la libertad. En cuanto al adjetivo laureada/o, contemporáneamente significa la persona que ha logrado cumplir y superar las exigencias de educación y cultura, especialmente al concluir los estudios medios (o “secundarios”) y, sobre todo, los universitarios.
La corona de laureles es un motivo común en arquitectura, mobiliario y en los textiles. La corona suele hacerse en bajorrelieve en piedra.
Las coronas de los reyes están formadas por un círculo o cerco de oro, adornado con piedras preciosas como rubíes, esmeraldas, zafiros, etc. Las piedras preciosas que contenga están en función de la tradición familiar de cada reino, las coronas generalmente están adornadas con cuatro u ocho florones parecidos a las hojas de apio. Entre cada florón se encuentra intercalado una punta de oro terminada en perlas más baja que el florón e igual número de diademas de oro, la corona remata en un orbe cruzado en la parte más alta. La mayoría de las coronas reales tiene una forma parecida, con excepción de la corona húngara que tiene forma de casco.
Las coronas reales son heredadas, cada nueva generación de reyes tiene el deber de portar la corona en las ceremonias especiales, el rey o reina al mando tienen la opción de realizar algún cambio a la corona o en su defecto, usar una nueva corona y mantener la anterior resguardada, ya que cada reinado es diferente y la corona es el símbolo de la familia real. Conforme ha pasado el tiempo han cambiado los intereses de los reyes, así como su significado para el pueblo que gobiernan y con ello, el significado de la figura de la corona.
Sobre los tipos diferentes de coronas que hay se pueden clasificar por los distintos títulos nobiliarios que existen. La corona tradicional compuesta por un círculo adornado de puntas o rayos, hojas de acanto o de apio, toda ella esmeralda de oro. Por ella se puede clasificar o identificar la jerarquía de la persona que la usa en su cabeza o sobre su escudo de armas puede saberse si pertenece a un rey, un conde, un marqués u otro grado nobiliario. En España no existe la coronación, es un acto simbólico. En España no hay tradición de coronación y por lo tanto no existen las joyas de la corona lujosas.
La corona puesta en la cabeza en España se dejó de usar en la edad media, hace aproximadamente500 años, la usaron los reyes visigodos quienes copiaron el sistema del Imperio Bizantino.
La última coronación se celebró en Inglaterra en 1954, en donde se coronó a Isabel II de Inglaterra. El último Papa que se coronó con tiara pontificia fue Pablo VI en 1964, los Papas que han venido después han usado la mitra, que es un tipo de corona que representa poder, pero no es la corona tradicional. El resto de las monarquías que sobreviven en el mundo, tienen coronas magnificas pero siempre se ponen en un almohadón y no se ponen en la cabeza.
La actual corona real española data de 1775, según Patrimonio Nacional. Está hecha de plata sobredorada y terciopelo. En su fabricación se utilizaron las técnicas de cincelado, repujado y dorado y se ha utilizado en todas las ceremonias de proclamación desde Isabel II. Consta de un aro formado por dos molduras lisas y en medio otra plana decoración repujada sobre la cretería formada por espejos en los que se representan emblemas heráldicos. En distintas posiciones, se enlazan los espejos rematándolos, una corona de laurel de la que parten ocho imperiales formados por dos ramas entrelazadas, dejando claros en medio que se aúnan dentro de una moldura circular convexa, con decoración de hojas de relieve. Esta última sirve de base a una bola con cruz de brazos iguales y decorados con hojas en relieve. Al tener un uso simbólico, es de grandes dimensiones; una altura de 39 cm, 40 cm de diámetro y pesa casi un kilógramo.
En cuanto al cetro real, éste está construido con un material más rico que la corona y más antiguo, del reinado de Felipe IV, y está formado por un bastón de oro cilíndrico de 68 cm revestido de filigrana de plata con esmaltes azules. Cada 20 centímetros luce un anillo de rubíes y lo termina una esfera de cristal de roca tallado en forma rombos.
En su origen, el cetro era un bastón de mando, símbolo del Capitán General de los Ejércitos. Con el tiempo, perdió su carácter de símbolo militar y pasó a considerarse el cetro de la Monarquía española.
Corona y cetro formaron en su momento parte de un rico guardajoyas real que por avatares históricos se perdió. En el caso concreto de las joyas reales, reunidas y creadas por los Austrias y los Borbones a lo largo de los siglos y que habían vinculado a la Monarquía como patrimonio de la Nación, éstas desaparecieron casi por completo.
Durante la Edad Media, el acto de coronación era un acto litúrgico que solemnizaba el acceso al trono del nuevo rey, e implicaba la aceptación de la corona y otros símbolos propios de la realeza lo que confiere o confirma el título de rey y permite ostentar la corona real sobre el escudo de armas. De origen visigodo, se difundió luego entre los francos, y posteriormente por toda Europa, llegando también a los reinos españoles de la Reconquista.
Como tal acto solemne, en la corona de Aragón no es anterior a Pedro II, lo que resulta tardío en relación a Castilla y otros territorios.
En 1204, Pedro II viaja a Roma e infeuda el reino al papa (entonces Inocencio III); es decir, se declara su vasallo y se compromete a pagarle doscientos cincuenta mancusos anuales -renovando en parte lo que había hecho Sancho Ramírez en 1089, aunque éste se había encomendado sólo personalmente, y comprometido al pago de quinientos mancusos-. Inocencio III autoriza que los sucesores de Pedro II se coronaran del mismo modo, pero solicitando en cada caso la corona a la Santa Sede.
Los monarcas posteriores no aceptaron esta situación, Jaime I aunque viaja a Roma, vuelve sin coronarse, porque admite pagar los atrasos debidos, pero no quiere comprometerse a nada que reduzca el poder que ha conquistado con su espada; no logró que el Papa aceptara sus condiciones, y murió sin coronarse.
La coronación se reanuda con Pedro III pero dentro del reino y, aunque se realice por la Iglesia, sin que se renueve la infeudación. Pedro III y Alfonso III (1286) protestaron ante notario que no recibían la corona de Roma, sino por derecho propio.
Alfonso IV, y sus sucesores, para borrar todo vestigio de supeditación a los eclesiásticos, se colocaron la corona ellos mismos sin permitir que lo hiciera el prelado oficiante, rompiendo así una larga tradición. Pronto fueron imitados por otros reyes españoles.
Alfonso IV solemnizó notablemente la ceremonia, cuya ordenación corrió a cargo de sus tíos, los infantes Pedro y Ramón Berenguer. Su coronación, celebrada en 1328, constituye un verdadero espectáculo para el pueblo y los demás asistentes, que presencian, ante todo, la procesión entre el palacio de la Aljafería y La Seo.
Y por último, en cuanto al término Majestad utilizado en el tratamiento que reciben los Reyes, generalmente se cree, y lo dicen casi todos los historiadores, que Carlos I de España , y V de Alemania, dispuso por el siglo XVI -los años 1519- que se diese a los monarcas de España el tratamiento de Majestad, los cuales hasta entonces tuvieron generalmente el título de Alteza.
Aunque esta es la opinión más común, otros historiadores consideran que mucho antes del reinado del Emperador y Rey, habían usado ya muchos monarcas el tratamiento de Majestad, no habiendo hecho este último soberano más que sancionar o establecer el uso de este dictado, que hasta entonces había sido vago o arbitrario.