Hoy dedicamos esta entrada a conocer, aunque sea de manera no exhaustiva, algunas de las características del período de la historia en que los Austrias, Casa de Austria o dinastía de los Habsburgo, regían y controlaban la mayor parte del mundo conocido.
En territorio español estuvieron al frente de la Monarquía Hispánica, durante los siglos XV y XVII, esto es, durante la Edad Moderna.
El reinado de los Austrias fue muy irregular y está marcado por dos etapas bien diferenciadas. La primera etapa, conocida como la de los Austrias Mayores, se desarrolló durante el reinado de los monarcas Carlos I y Felipe II, quienes protagonizaron la construcción del imperio y la consolidación de España como primera potencia del mundo. Es, por tanto, considerada la etapa de máximo esplendor.
La segunda etapa de la dinastía, la de los Austrias Menores, está formada por el reinado de los reyes Felipe III, Felipe IV y Carlos II que fue mucho menos próspera, debido a que España fue perdiendo sus posesiones en Europa durante los sucesivos reinados de estos monarcas. El imperio se vio sumido en una situación económica que empeoró debido a las guerras y la mala gestión de reyes y “validos”, razones por las cuales dejó de ser la primera potencia europea, marcando la decadencia del Imperio Español.
Una dinastía que apenas duró 184 años, en el que hubo cinco reinados y que gobernó un inmenso imperio que abarcaba territorios en Europa, América, Asia y África. Este período terminó con la Guerra de Sucesión, tras la cual una nueva Dinastía, los Borbones, se harán con la monarquía española, permaneciendo, con varios paréntesis (alguno de décadas) en el trono hasta la actualidad.
Contexto histórico al inicio de la dinastía de los Austrias en España
Hay que recordar que tras el período de gobierno conjunto de los llamados Reyes Católicos, representantes de la denominada Casa de Trastámara, Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón, y ante el importante auge y expansión de la monarquía hispánica, tras la conquista de Granada, la llegada de Colón a tierras americanas, la consolidación de territorios en tierras Italianas y Norte de África, así como del Reino de Navarra y las Islas Canarias, se produce la necesidad de desarrollar una política encaminada a mantener e incluso ampliar la extensión del incipiente gran reino español.
En este contexto, una de las vías seguidas, habitual en la época, era acordar matrimonios entre los hijos de los Reyes Católicos y los herederos de las principales potencias europeas. Sucesivos fallecimientos provocaron que la heredera del reino fuese la tercera hija, Juana, casada con el Archiduque de Austria, Felipe, hijo de Maximiliano, emperador del Sacro Imperio Germánico. Este matrimonio, que tuvo lugar en el año 1496 marcó el comienzo de la influencia de la Casa de Austria en el trono español.
Tras la muerte de Isabel I, Juana no pudo gobernar, pues primero ejerció la regencia Fernando II, y luego sería apartada por su propio hijo, Carlos I, argumentando una supuesta enfermedad mental, de ahí que haya pasado a la historia como “Juana la loca”. Hay mucho debate sobre este asunto, pero no forma parte del contenido de este post.
El caso es que tras fallecer su esposo, en el año 1506 y apenas diez años más tarde su padre, la corona pasaría a manos de su hijo primogénito, Carlos, que había nacido en el año 1500.
Podría decirse que la Casa de Austria es la rama española de la dinastía Habsburgo.
Durante los siglos XVI y XVII, la Casa de Austria fue la dinastía en torno a la cual giró la historia de Europa y, en gran medida, también la historia de todo el planeta. Además de su gran poder, la Casa de Austria se caracterizó por estar dividida en dos ramas familiares separadas, que actuaban coordinadas desde las cortes de Madrid y Viena, según dejó establecido el emperador Carlos V cuando abdicó, a pesar de que sus intereses con frecuencia resultaron ser divergentes.
Las interacciones entre ambas ramas no afectaron únicamente a los reinos hispánicos y al Imperio, sino también directamente a los Países Bajos y al norte de Italia, al mantenimiento de una frontera común con el Imperio otomano y, en general, a todo el continente europeo.
Origen de la dinastía de Habsburgo
La Casa de Habsburgo tiene su origen en Argovia, actual Suiza, donde esta casa contaba con un castillo denominado Habichtsburg, del cual nace la palabra Habsburgo. En este primer momento los Habsburgo eran tan solo unos nobles más, recibiendo el título de conde y siendo vasallo de algunos de los duques del Sacro Imperio Germánico.
Los líderes Habsburgo no estaban satisfechos con el puesto de conde y con el paso de los años formaron un sistema de alianzas matrimoniales y militares con otras casas germanas buscando el aumento continuo de influencia. Tras unos años de alianzas en los que lograron tomar numerosos territorios, especialmente en la zona de Austria, los Habsburgo lograron tomar la corona de los romanos en el siglo XIII, siendo la corona tomada por Rodolfo I de Habsburgo.
Gracias a esto, tomaron aún más regiones en la zona austriaca y formaron el ducado de Austria como una de las zonas más fuertes del Imperio. Ya en el siglo XV, Federico III fue nombrado emperador del Sacro Imperio Germánico, siendo el primero de los muchos Habsburgo que ocuparon este puesto e iniciando la etapa de influencia Habsburgo en Europa.
Sustentarían dos coronas, las germanas y la española. Sobre la germana decir que desde que iniciaron su aumento de poder los Habsburgo ocuparon importantes papeles en los gobiernos germanos, siendo primeros reyes romanos y más tarde emperadores coronados por el propio Papa.
Por lo tanto, hay que matizar que en algunos idiomas, como el alemán, el término Casa de Austria (Haus Österreich) no se circunscribe a la Monarquía Hispánica, sino que es un término heredado del siglo xiv de la principal tierra hereditaria de los Habsburgo, a saber, el Ducado de Austria, y aplicado a otros territorios de la dinastía. Si bien, dentro de la casa de Habsburgo se autodenominaba la Casa Archiducal (Erzhaus), y en otros círculos de la sociedad, principalmente por el nombre de la dinastía.
Características de la dinastía de los Austrias
La Casa de Austria tuvo una de sus señas de identidad en su capacidad para dividirse en distintas ramas familiares con las que gobernar en distintos territorios. Dependiendo del momento, Madrid, Viena, Praga, Bruselas, Graz o Innsbruck fueron sede de cortes de los Habsburgos. Las relaciones que estos centros establecieron entre sí fueron más allá de las embajadas y el contacto diplomático formal. Existió una tupida red de lealtades familiares, facciones cortesanas, religiosos, séquitos de reinas e infantas, que se encargaron de vincular las distintas cortes y buscar puntos de acuerdo en la creación de una política dinástica.
Por otro lado, durante la dinastía de los Austrias tuvo lugar el llamado Siglo de Oro de las artes españolas, con algunos de los mejores artistas de la historia del país. Los Austrias siempre apoyaron las artes, contando en su corte con algunos de los mayores artistas de todo el reino.
La economía española durante la dinastía de los Austrias se mantuvo gracias a las ganancias generadas por los recursos del continente americano, los cuales permitieron salvar una economía que había sufrido mucho por la peste y las malas cosechas de siglos anteriores.
Los Austrias mantuvieron la burocracia que se usaban en tierras alemanas, aunque cambiaron algunos elementos para poder ayudar a los habituales intercambios entre España y las colonias americanas.
Se crearon los virreinatos en América, permitiendo que los Austrias pudieran centrarse en las tareas en Europa, y dejaran a otros la gestión de los recursos en suelo americano.
Los Austrias aumentaron la importancia de la Iglesia, aumentando el poder con el que contaba la Inquisición, esto hizo que España fuera vista como la nación principal por la lucha de los valores católicos.
Los Austrias Mayores
Se trata de Carlos I y Felipe II.
Carlos I
Como decíamos anteriormente, la muerte de Fernando II llevó a la ascensión al trono del joven Carlos como Carlos I de Castilla y Aragón.
La llegada de Carlos de Habsburgo al trono de España es el momento clave que ilustra la efectividad de la política de alianzas de sus abuelos, los Reyes Católicos. El joven heredero había recibido de su padre el gobierno de Flandes (Países Bajos) en 1506, a lo que ahora sumaba no solo los territorios de la península Ibérica que estaban bajo la bandera de Isabel y Fernando, sino también grandes zonas de Europa (amplias zonas en torno al Mediterráneo que incluían Nápoles, Cerdeña o Sicilia) y todos los territorios conquistados en el Nuevo Mundo. Y todavía tendría que sumar la parte que le tocaba por su abuelo Maximiliano.
Carlos heredó el reino de Aragón y Castilla, Granada, Navarra, Nápoles, Sicilia, Cerdeña, Canarias y los territorios ya conquistados en América. Luego fue electo emperador del sacro Imperio romanó germánico en el año 1519, como Carlos V. De sus otros abuelos, Maximiliano I de Austria y María de Borgoña, Caros recibió el territorio austríaca, Luxemburgo, Artois, el Franco Condado y los Países Bajos.
Carlos utilizará las estructuras del Estado Moderno creadas por sus abuelos españoles para construir una “Monarquía Universal” que regirá los destinos del mundo entonces conocido.
Organizó el país en diecisiete provincias, estableciendo la capital federal en Bruselas. Fue un gobierno de tinte popular, ya que respetó la autonomía de las ciudades. Sin embargo, se mantuvo duro en materia religiosa, ejerciendo la Inquisición y persiguiendo a los protestantes.
Los primeros años de gobierno de la Casa de Austria estuvieron marcados porque España fue la mayor potencia del mundo, teniendo presencia en casi todo el mundo, gracias a sus recursos conseguidos en la conquista de América.
Pero los inicios no resultaron fáciles, a su llegada a España, país del que desconocía su idioma y costumbres, provocó las guerras comuneras dirigidas por Padilla, Bravo y Maldonado, que fueron derrotados en la batalla de Villalar.
Su gobierno no fue sencillo, pero sí, en líneas generales muy próspero
Pero lo cierto es que Carlos I de España y V de Alemania concentró un enorme poder. Además de los territorios antes citados, hay que incorporar Borgoña, Tirol y Austria y Brabante.
La acumulación de tanto poder en un hombre y una dinastía preocupaba mucho al rey de Francia, Francisco I, que se encontró rodeado de territorios Habsburgo. En 1521, Francisco invadió las posesiones españolas en Italia e inauguró una segunda ronda del conflicto franco-español. Las Guerras Italianas fueron un desastre para Francia, que sufrió varias derrotas. Ambas monarquías seguirían confrontadas en los años posteriores.
Como protector de la causa católica, cabe resaltar la victoria del emperador en la Batalla de Mühlberg, en 1547, contra los estados protestantes, una victoria importante pero que no cambió mucho es status quo de la zona, por lo que en 1555 tuvo que firmar la Paz de Augsburgo para restaurar la estabilidad en Alemania.
Lo cierto es que Carlos I se peleó con todos, pues hizo frente a las incursiones de los turcos en Europa, varios encontronazos con el papado, revueltas en los Países Bajos y en tierras alemanas, las guerras contra los franceses, etc, no hicieron más que mermar las arcas del imperio.
Puede que cansado de todo ello, en 1556 año más tarde, Carlos se retira al monasterio de Yuste, en Extremadura, y abdica sus posesiones, A su hijo Felipe le cedió los reinos de España, de los Países Bajos y de las Indias. A su hermano Fernando le entregó la corona imperial. Meses después, se instaló en Extremadura, muriendo en Yuste el 21 de septiembre de 1558.
Dos años antes de su muerte, abdicó en su hijo Felipe II, y se retiró al Monasterio de Yuste en Extremadura. Allí recibió a su hijo natural Jeromín, que se convertiría en Don Juan de Austria, gran militar y diplomático, durante el reinado de su hermanastro Felipe II.
Felipe II
Apodado “el prudente”, al ser hijo de Isabel de Portugal, añadió a los territorios heredados de su padre, también la corona portuguesa y todas su colonias.
Durante su reinado, España se convirtió en el país más poderoso del mundo; de ahí la frase de “en el Imperio Español nunca se pone el sol”.
Estableció la corte en Madrid, concretamente en el Escorial, desde donde gobernaba todos sus dominios.
Su reinado estuvo caracterizado por la continuidad de los conflictos con los que ya había lidiado su padre, la aparición de algunos problemas nuevos (como el enfrentamiento con la Inglaterra de Isabel I) y la férrea defensa de la fe católica, que llegó a convertirse en uno de los principales motores de la acción política y social durante su reinado.
Obtuvo dos grandes victorias militares, pero también una derrota importante:
- En la batalla de San Quintín (en el norte de Francia) venció a los franceses. Para celebrar su victoria que tuvo lugar el 10 de agosto de 1557, día de San Lorenzo, ordenó construir el Monasterio de San Lorenzo de El Escorial.
- En la batalla naval de Lepanto, que tuvo lugar en la costa de Grecia, Felipe II lideró la denominada Liga Santa que derrotó al Imperio Otomano de los turcos.
- Su gran fracaso fue el enfrentamiento con Inglaterra por el control marítimo mundial que terminó con la derrota de la Armada Invencible en las costas de Escocia e Irlanda, debido en gran parte a unas condiciones meteorológicas adversas.
En 1568, Guillermo de Orange encabezó una sublevación armada contra Alba, al tiempo que inicia la guerra propagandística antiespañola conocida como “Leyenda Negra“, que lo dibuja como un monstruo sediento de sangre; otros lo ven como un dirigente noble y bueno. Seguramente, ni la una ni la otra son ciertas. Esta leyenda negra fue orquestada en la Apología de Orange, quien transformó la mutua amistad y simpatía que sentían Isabel y Carlos en una ardiente relación amorosa. El texto sugería que Felipe II había ordenado el envenenamiento de Isabel para poder casarse con Ana de Austria. Lo cierto fue que Felipe II designó al duque de Alba como gobernador de los Países Bajos, lo que supuso un gran agravio a su hijo Carlos, que deseaba fervientemente ese cargo. Tras varios intentos de suicidio, el príncipe cayó enfermo y murió meses después. Isabel, que nunca comprendió la severidad de su marido con su propio hijo, falleció en mayo de 1568. Entonces, sus enemigos lanzaron el rumor de que él había estado detrás del envenenamiento de su mujer. Aquel suceso iba a alimentar la leyenda negra que acompañaría a la Corona española a partir de entonces.
Fue el inicio de la Guerra de los Ochenta Años que, con el tiempo, dividió el territorio entre un norte mayoritariamente protestante que obtuvo la independencia (las Provincias Unidas encabezadas por Holanda), y un sur católico que permaneció bajo control español (la actual Bélgica).
El esfuerzo bélico en Flandes y en el Mediterráneo contra los otomanos arruinó a la Corona, que en varias ocasiones se declaró en bancarrota.
El Imperio español en el extranjero se convirtió en el origen de la riqueza y poder español en Europa, pero contribuyó también a la inflación. En vez de impulsar la economía española, la plata americana hizo a España dependiente de los recursos extranjeros de materias primas y bienes manufacturados. Las transformaciones económicas y sociales que orientaban a Europa Noroccidental en la transición del feudalismo al capitalismo no tuvieron el mismo ritmo en España -ni en la Europa Central y Meridional-.
Su política interior estuvo jalonada por multitud de conflictos derivados de la aplicación de su política de confesionalidad católica, “hispanización” y pretensiones absolutistas. Así, por un lado, su intolerancia religiosa basada en la limpieza de sangre y la Inquisición motivó la rebelión de los moriscos en las Alpujarras (1568-1570), sofocada por Juan de Austria.
Felipe II falleció en 1598 dejando un gran Imperio y una España que sentía orgullo por sus gestas militares y por la brillantez de sus artistas, pero también un país arruinado, cuya gente vivía en la más profunda de las miserias.
En conclusión, despojados del absoluto heroísmo, Carlos I y Felipe II se descubren como monarcas que encumbraron a los reinos españoles como la primera potencia europea, aún a costa del desgaste político y socioeconómico que exigió la gloria hispánica. Un peaje que hipotecó los reinados de Felipe III, Felipe IV y Carlos II, que vistos a la luz de una nueva perspectiva histórica y, enmarcados en una centuria de crisis generalizada, pierden parte de los tópicos peyorativos que habían establecido una cesura en el reinado de los Habsburgo en España, identificado a los Austrias Menores con la decadencia y el ocaso frente al esplendor y el cenit de los Austrias Mayores.
Los Austrias Menores
Reinaron en España durante el Siglo de Oro, y significaron la decadencia española, al perder la hegemonía europea y vivir una profunda crisis social y económica, azotada además por las hambrunas y la peste.
En el plano político, la característica más destacable de los Austrias menores fue su sistemático recurso a delegar labores de gobierno.
Felipe III
Con él aparecen los “validos”, un noble de confianza del rey en quien el monarca delegaba poderes y responsabilidades para el gobierno del país, y que si bien ya se había utilizado con anterioridad, adquiere una mayor relevancia partir de este momento. Su valido más importante fue Francisco de Sandoval, el duque de Lerma, cuya corrupción y enriquecimiento ilícito llegaron al punto de su destitución en 1618. Sería sustituido por su hijo, el duque de Uceda.
Indicar que la figura del valido sería sustituida en tiempo de los Borbones por la figura de secretario de Estado, que cumplía funciones de un primer ministro.
Felipe III, apodado “el piadoso”, logró un periodo de tranquilidad exterior con la Paz con Inglaterra y la Tregua de los Doce Años en las guerras de Flandes. Sin embargo, apoyará a los parientes de Viena (los Habsburgo) en la Guerra de los Treinta Años por lo que la maquinaria bélica seguirá en marcha.
En 1608 decretó la expulsión de los moriscos, hecho que provocó un impacto muy negativo en la agricultura en regiones como Valencia y Aragón, donde los moriscos eran numerosos.
Felipe IV
Otro rey débil que cedió su poder a los validos, entre los que destaca la autoridad más importante de la historia de España, el Conde-Duque de Olivares, que intentaba devolver a España la gloria perdida. Tras él asumiría sus funciones Luis de Haro.
Felipe IV, apodado “el rey planeta”, asumió el trono en 1621, a los dieciséis años de edad.
Los problemas económicos se agravaron, mientras que la política centralista del Conde-Duque de Olivares, el valido del rey, exacerbó la situación. Su enfoque buscaba involucrar a los reinos periféricos en los esfuerzos bélicos, generando descontento en regiones como Cataluña y Portugal. Aunque el conde-duque no perseguía riquezas personales, su deseo de mantener la hegemonía de España en Europa a través de reformas fiscales y centralización falló. Esto desencadenó la sublevación de Cataluña y Portugal, coincidiendo con la Guerra de los Treinta Años y posteriores conflictos contra Francia. Estas circunstancias sumieron a España en un período de decadencia.
En política internacional, la Monarquía hispánica se enfrentó a una alianza de reinos europeos, los cuales derrotan a los tercios españoles en la batalla de Rocroi.
Debido a esta derrota España firmó la Paz de Westfalia, reconociendo la independencia de Holanda, y poco más tarde la Paz de los Pirineos, donde España dio el Rosellón y Cerdeña a Francia. Estos tratados conllevaron una enorme pérdida de poder, y evidenciaron el declive del Imperio Hispánico.
Tuvo que hacer frente a revueltas en Cataluña y Portugal en 1640 y obtuvo la derrota en la Guerra de Flandes (Paz de Munster) y firmó la paz con Francia por su enfrentamiento en la Guerra de los Treinta Años (Paz de los Pirineos). A partir de aquí, España perderá la hegemonía mundial.
Por otro lado, indicar que Felipe IV fue un mecenas de la cultura, promoviendo la creación artística, literaria y teatral.
Carlos II
El último rey de la Casa de Austria, conocido como el “hechizado”, por su débil constitución física y por ser un hombre que padecía continuas enfermedades, lo que dificultaba el desempeño de sus obligaciones como monarca.
Parece ser que padecía el síndrome de Klinefelter, enfermedad genética, que consiste en una alteración cromosómica,; también raquitismo, epilepsia , ataques de cólera y otros problemas que dificultaron su desarrollo físico y mental pleno, pues no comenzó a caminar hasta los seis años y no aprendió a leer hasta los diez.
“Es de aspecto enfermizo, frente estrecha, mirada incierta, labio caído, cuerpo desmedrado y torpe de gestos”, describió el embajador francés en un informe remitido a Versalles. El marqués de Villars únicamente necesitó una frase para resumir el físico del rey: “Asusta de feo”.
Proclamado rey a los cuatro años, su reinado se inició bajo la regencia de su madre, hasta que el monarca adquirió la mayoría de edad.
Su reinado se caracterizó por una crisis económica heredada del reinado de su padre y por las guerras contra Francia de Luis XIV.
Sus validos fueron el padre Juan Everardo Nithard y Fernando de Valenzuela (durante la regencia de su madre) y el duque de Medinaceli y el conde de Oropesa, posteriormente.
España continuó su declive en la escena internacional. El país sufrió derrotas en conflictos militares, y la monarquía enfrentó dificultades financieras debido a la disminución de los ingresos de América y la mala gestión económica. La influencia extranjera también se hizo más evidente, ya que las potencias europeas buscaban aprovechar la situación de debilidad de España.
Aun con todo, y ya fuera por cosa suya o de sus consejeros y ministros, el reinado de Carlos II no fue tan desastroso como muchas veces se pinta: consiguió plantar cara a Luis XIV de Francia y mejoró considerablemente la situación económica y los problemas sociales del país.
Murió, a la edad de treinta y nueve años, en el año 1700 (dos siglos después del nacimiento de Carlos I) sin descendencia.
A pesar de casarse dos veces, Carlos II no tuvo descendencia, provocando la Guerra de Sucesión española, que fue un conflicto internacional que duro desde 1701 hasta la firma del tratado de Utrecht en 1713.
Final de la dinastía de los Austrias
La endogamia de los reyes, una mala práctica matrimonial que conllevo que Carlos II fuera incapaz de tener descendencia. No en vano, este rey era la cumbre de cuatro generaciones abrazándola endogamia.
“Su cuerpo es tan débil como su mente. De vez en cuando da señales de inteligencia, de memoria y de cierta vivacidad, pero no ahora; por lo común tiene un aspecto lento e indiferente , torpe e indolente, pareciendo estupefacto. Se puede hacer con él lo que se desee, pues carece de voluntad propia”. Con estas palabras describía el embajador del Papa en Madrid a Carlos II a los 20 años.
Su sucesor se dirimió entre Felipe d’Anjou, nieto de Luis XIV de Francia, y el archiduque Carlos de Austria, dos parientes lejanos del monarca español fallecido, lo que provocó la división en dos bandos que se enfrentaron por el derecho a portar la corona española.
Mientras la Corona de Castilla y Navarra se mantenían fieles al candidato borbónico, la mayor parte de la Corona de Aragón prestó su apoyo al candidato austríaco.
El conflicto civil no terminó hasta 1713, cuando el archiduque Carlos fue elegido emperador de Alemania.
Resultaría victorioso el duque de A’njou, que fue coronado como Felipe V, con el apoyo del papado. Empieza así la dinastía de los Borbones en la monarquía española.
Conclusiones
Según un extendido punto de vista, que a veces era expresado por los diputados castellanos en las Cortes, Carlos y sus sucesores, en vez de centrar sus esfuerzos en Castilla, el corazón de su Imperio, intentando una unificación de los territorios españoles con una perspectiva centralista, la consideraron solo como otra parte de su imperio. En eso la monarquía autoritaria de los Habsburgo difería de la orientación absolutista o precozmente nacionalista de otras potencias europeas (Francia, Inglaterra o los Países Bajos), siendo debatido por la historiografía su condición moderna (el Estado nación) o más bien continuadora de ideales y entidades medievales de vocación universal (Papado e Imperio). Conseguir los objetivos políticos de la dinastía –que ante todo significó debilitar el poder de Francia, mantener la hegemonía Católica Habsburga en Alemania, y contener al Imperio Otomano– fue más importante para los gobernantes Habsburgo que la protección de España. Este énfasis, que se explicitó en la frase atribuida a Felipe II: “antes preferiría perder mis Estados y cien vidas que tuviese que reinar sobre herejes, contribuiría decisivamente al declive del poder imperial español”.
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Referencias
Breve historia de los Austrias. De García, D.A. Nowtilus.
La dinastía de los Austria. Las relaciones entre la Monarquía Católica y el Imperio. De Martínez Millán, J. y González Cuerva, R. (Coord).
La España de los Austria. La hegemonía mundial. De Sola Castaño, E. Anaya
https://ancestrosgroup.com/arbol-genealogico-de-los-austrias/
https://www.cervantesvirtual.com/
https://historiaybiografias.com/casa_austria/
infografía eje-Austrias: https://javier2pm.blogspot.com/2016/11/los-austrias.html