Como sabréis, el pasado fin de semana, los días comprendidos entre el viernes 26 y el domingo 28 de julio, tuvo lugar una nueva edición de la Feria Modernista de Sada, alcanzando ya la número VIII.
La propuesta de esta Feria es hacer un viaje al pasado, concretamente a finales del siglo XIX y principios del siglo XX, en el magnífico marco que supone esta hermosa ciudad costera, próxima a A Coruña.
En primer lugar es de destacar el enorme número de personas ataviadas, magníficamente por cierto, lo cual confiere a la fiesta un colorido y viveza que sin esa caracterización tan cuidada, no hubiera sido posible.
Excelentes vestidos, trajes, complementos y peinados, llenaron el paseo marítimo de Sada, en unas jornadas muy agradables bajo la caricia del mar y los rayos del sol.
Un atractivo, aunque pequeño mercado, diversos photocall, elementos de decoración, animación, juegos para niños, espectáculos de artes escénicas y conciertos llenaron de vida las tres jornadas festivas.
Los festejos arrancaron con la apertura del mercado modernista en los jardines del paseo marítimo. Los asistentes pudieron disfrutar, entre otras actividades, de una proyección de cine clásico al aire libre, concretamente “Gabinete del Doctor Caligari”, así como un concierto modernista a cargo de la banda de música.
Por otro lado, el sábado, se recuperó la costumbre, perdida estos últimos años, de elaboración de un globo de papel, aunque de pequeñas dimensiones. También se pudo disfrutar de talleres, espectáculos de danza y magia y exhibiciones de cabaret así como la representación de Las alegres comadres de Windsor y un concierto de Revival Stompers y Marian Ledesma.
El último día, el domingo se pudo disfrutar de un paseo en el autobús modernista y un picnic en el paseo, así como espectáculos de títeres, talleres de baile de swing y un concierto de Os Bregadiers.
En resumen, una fiesta que se está consolidando, sobre todo por la enorme implicación de los propios habitantes de Sada, que con su activa participación contagian su entusiasmo a los visitantes que por allí nos pasamos.
La única cuestión negativa, la dificultad para aparcar el vehículo todos aquellos que llegamos a la villa. Debieran habilitarse plazas, aunque fuese en las afueras, toda vez que el desconocimiento de su trazado urbano y zonas de posible estacionamiento originó largas colas, desconcierto y pérdidas de tiempo. Con buena voluntad y algo de iniciativa, se podrán localizar solares en los que estacionar, señalizando la forma y dirección de llegada, y, si fuese el caso, estableciendo autobuses lanzadera hasta el paseo marítimo de Sada.
No obstante, una magnífica fiesta a la que nos hemos enganchado y a la que volveremos el año que viene.